"La manipulación del discurso y la falsa memoria ha generado un entorno del poder escaso de valores y principios"

Hay saltos en la historia política reciente que dejan huella. Lo que hasta hace muy pocas fechas era una barrera infranqueable, hoy es un pasadizo oscuro que lleva al PSOE a compartir el poder con algunos partidos que no merecen ser llamados constitucionalistas ni mucho menos progresistas. Me estoy refiriendo a los acuerdos de gobierno, en España y Navarra, que el exdirigente Pérez Rubalcaba, tristemente fallecido, denominó “gobiernos Frankenstein”. La manipulación del discurso y la falsa memoria ha generado un entorno del poder escaso de valores y principios. Gobernar desde el populismo más abyecto y el separatismo más radical, haciendo lo contrario de lo que prometieron y respondiendo estrictamente al interés del líder de turno, nos lleva irremediablemente al sectarismo y a caminar en dirección opuesta a lo que la realidad social exige. Nada más alejado del término “progresista” todo aquello que se aproxima al revanchismo, al engaño, al odio, al subsidio no regulado, al control abusivo de las instituciones y a la ausencia de ideas avanzadas. “Progresista” y “conservador” son palabras mayores que manejadas al antojo de quienes las pronuncian se suelen convertir en ofensivas, injuriosas y en ocasiones enormemente peligrosas para la convivencia cuando se trata de denostar al rival político, situando miserablemente a los que llaman “conservadores” cerca de la perversión, el fascismo y el retroceso, dejando astutamente al lado de la modernidad a los autodenominados “progresistas”. El progreso nada tiene que ver con la apelación al pasado, si no es para aprender de él, ni con la supresión del delito de sedición, ni con la rebaja de penas por malversación, ni con la toma del control de las instituciones, ni con el abuso del decreto ley para evitar el debate, ni con “la ley del solo sí es sí”, ni con el engaño electoral, ni con el separatismo, ni con el cambio de sexo de forma autónoma desde los 16 años, ni con los jueces politizados… El progreso tiene mucho que ver con el empleo, con el bienestar, con la investigación y el desarrollo, con la inversión en infraestructuras productivas, con la asistencia sanitaria digna y a tiempo, con la educación y la libertad, con la cooperación… y hoy, España y Navarra han perdido posiciones en todos los capítulos citados, a pesar de las ayudas de la UE, cuyos fondos, según este medio, se encuentran atascados y sin ejecutar en un porcentaje elevadísimo. En un Estado de Derecho, el poder se ejerce desde el cumplimiento de la ley y no donde la ley tenga que acomodarse al gusto del poder, lo ejerza el PSOE o el PP. La mentira, en torno al poder, ha calado en los ciudadanos proclives a dejarse engañar por todo lo que diga el jefe. Recordemos aquello: ¿de quién depende la fiscalía? ¡Pues ya está! Efectivamente ¡ya está!, pero lo que está pasando no es lo que esperaban los ciudadanos y nada tiene que ver con la independencia del poder judicial ni tampoco con el progresismo social. Los nuevos amos de la política española: socialistas llamados “sanchistas”, populistas, extremistas e independentistas vascos y catalanes gobiernan contra los tiempos de la historia imponiendo sus decisiones que solo responden a su ideología y a los intereses de sus líderes aunque la realidad y el interés de los españoles, muchos socialistas (ahora sí), aconsejen caminar en dirección opuesta. Aflojar la cuerda en el cumplimiento de la ley, lejos de rebajar las exigencias nacionalistas, alimenta las reivindicaciones de siempre: independencia, amnistía y referéndum. Por si alguien lo pone en duda, ahí está Aragonés, presidente de la Generalidad de Cataluña, ratificando lo dicho. Después de felicitarse por las cesiones del presidente Sánchez al nacionalismo catalán decía: “Ahora toca pedir la amnistía y el referéndum para 2023”. A continuación abandonó la Cumbre Hispano – Francesa vociferando que Cataluña ni es España ni tampoco Francia. El año que acabamos de iniciar viene repleto de incertidumbres. Las elecciones autonómicas, forales, municipales y generales son una buena ocasión para hacer frente a los desafíos a los que nos enfrentamos. Navarra no puede seguir estando al albur de quienes siguen sin condenar la historia macabra del terrorismo etarra ni de quienes quieren destruir España y acabar con la Transición. Muchos de quienes nos gobiernan, entre credibilidad y popularidad, suelen optar por lo segundo. Creen que es más rentable aparecer 1/4 hora en TV antes que cumplir una promesa por mucho que se comprometieran veinte veces. ¿Cuántas veces quiere que se lo repita? ¡No pactaremos con Bildu! Hacer frente a este juego tramposo es labor de los partidos que se han mostrado firmes con sus compromisos, informando con realismo, verdad y sin engaños al electorado pues, todavía hoy, el voto cautivo derivado de la confrontación civil del 36 es fuerte. Termino con las palabras del analista, político, periodista de larga trayectoria y asesor en su día del gabinete socialista de Felipe González, me refiero a Ignacio Varela: “El tránsito a la democracia se hizo posible cuando los hijos de los vencedores de la guerra comprendieron que la libertad valía más que su victoria y los hijos de los perdedores aceptaron que la libertad valía más que la revancha”. Ahí queda eso como motivo de reflexión sobre temas de rabiosa actualidad muy próximos al revanchismo y al revisionismo del pasado más tenebroso. Miguel Sanz Sesma Presidente del Gobierno de Navarra 1996-2011

"La manipulación del discurso y la falsa memoria ha generado un entorno del poder escaso de valores y principios"

La última palabra

El Padre Ordóñez y las Javieradas

Precaria situación de Urgencias Hospitalarias de adultos en Navarra

David García, descartado para el partido contra Noruega

Zabala y Gaskue se jugarán la txapela de Promoción