"Una de pochas, experiencias y tendencias"
"La adicción permitida a los dispositivos electrónicos es cada vez mayor, más salvaje"
Hay palabras que, por un uso continuado para referirse a todo, me producen desazón. Pero hay dos de ellas que se llevan la palma de la sospecha, una es “experiencias” y la otra, ex aequo, “tendencias”. Pegadas al huésped, se nos da la matraca continuada para ensalzar las bondades de cualquier cosa. Ya sea este, un detergente, un viaje, un vino o un trasplante capilar, la cuestión es darse un homenaje inolvidable y por supuesto contarlo en la red.
Los años post pandemia nos están pasando factura, nos han sumergido, más si cabe, en una continua hipercomunicación, hiperestimulación e hiperexcitabilidad. Vivimos en un continuo secuestro de la atención, de la inmediatez y a mí me da que necesitamos un reseteo.
La adicción permitida a los dispositivos electrónicos es cada vez mayor, más salvaje. Y esta va desde los más jóvenes, que buscan en las redes algún sentido de pertenecía a una irreal comunidad, a los no tan jóvenes, ansiosos por recibir el efímero like (me gusta) de turno para refuerzo de autoestimas. ¿Estamos tontos o qué? Y yo, el primero.
Mientras esto ocurre, alguien hace el agosto gracias a seducciones y persuasiones para mantenernos enganchados, controlar nuestra atención y de esta forma hiperconsumir.
Y es que, en este hipercontexto de algoritmos, en donde la noción de lo real empieza a perderse, se ha desembocado tristemente en un incremento exagerado de enfermedades mentales en todas las edades. Niños, adolescentes y mayores, abarrotan las consultas de psiquiatras y psicólogos. Muchos negando la mayor y los otros considerándose patitos feos, cuando en realidad son cisnes en una sociedad equivocada. Nuevas profesiones de sanadores, coaches, influencers y demás palabros e hiperanglicismos florecen como hongos, inventando tendencias o prometiendo experiencias reparadoras para una sociedad enganchada.
Y como no tenemos bastante con una realidad que se nos escapa, pues me invento el metaverso, una nueva hiperexperiencia, señores míos. Todo es externo, conectados a una continua desconexión de nosotros mismos que es con quien en realidad nos tenemos que llevar bien. Ya lo decía mi abuelo, un sabio, cuando le preguntaba: ¿Qué haces abuelo?. A lo que él contestaba: ¡Conjugar el verbo estar! El silencio nos asusta, nos vamos olvidando de lo que somos y ese tiempo no vuelve, como decía aquel.
Esto nos ha venido grande y no lo estamos digiriendo bien. La verdad es que yo no sé si hay solución, pero está claro que una vuelta a la naturaleza algo ayuda, que una buena educación de origen en el buen uso de las tecnologías suma y que el apoyo incondicional de la familia es éxito asegurado. Y por qué no, la búsqueda de una mayor consciencia de nuestra propia realidad y del sentido de la vida. Y es que no hay mayor experiencia para soltarse, que una comida alrededor de un buen perol de pochas y un grupo de amigos tranquilos en donde se veta la entrada a todo tipo de tendencias que no aporten. ¡Aunque estas sean congeladas, oiga! ¡Las pochas!
Juan José Velázquez Goya Economista
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