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"Por lo visto hay gente empeñada en demostrar al mundo que no puede haber edición de los Sanfermines sin su dosis de brutalidad"

Uno no acaba de entender muy bien qué sea eso tan comentado de los ‘delitos de odio’, pero viendo algunas caras como las del jueves en la calle Curia durante la procesión de San Fermín empieza a hacerse una ligera idea. Y si a las caras las acompañan los insultos, los empujones y los golpes, entonces uno renuncia a tratar de comprender y lo que hace es poner tierra de por medio. Por lo visto hay gente empeñada en demostrar al mundo que no puede haber edición de los Sanfermines sin su dosis de brutalidad. Daba la impresión de que algunos tenían guardadas las energías de dos años y quisieron darles salida al paso del cortejo, más concretamente del consistorio. Era cosa de ver cómo ascendían los ediles penosamente hacia la catedral en fila de a uno, rodeados de una barrera de policías que no fue suficiente para contener las efusiones del vecindario. Lo raro es que en la era de los móviles hiperactivos con cámara de 64 megapíxeles alguien se ofrezca a posar tan alegremente para el ministerio fiscal. Es un poco como ese conductor pillado hace unos días duplicando la velocidad permitida y que en vez de pisar el freno al pasar por el radar quiso salir en la foto haciendo la peineta. También en la Curia hubo unos cuantos cracks que se vinieron arriba sin calcular las consecuencias. Me temo que la visibilidad como meta reivindicativa empieza a estar sobrevalorada. A veces es más productivo manifestar la discrepancia adoptando una postura de prudente silencio y manteniendo la distancia social que emprendiéndola a mamporros a plena luz del día con quien nos cae mal, aunque sea el alcalde y se nos ponga a tiro. Y aunque estemos en fiestas, que son circunstancia favorable a los excesos. Si hemos de hacer caso a los especialistas en violencia callejera y en juventudes alegres y combativas, parece que en el calendario festivo de la tierra se avecina un verano caliente. Quizá la explicación de lo sucedido en la calle Curia no haya que buscarla tanto en las polémicas municipales como en el agitado ambiente que se vive en el seno del nacionalismo radical, con sus luchas de poder, sus escisiones, sus broncas. Pero esto vayan a contárselo a los agredidos de la calle Curia. 
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