Sucesos
"Fue como vivir una película de miedo"
Una familia de Cabanillas fue rescatada dos veces por el balcón, una de madrugada y otra por la tarde al reavivarse el fuego en su vivienda

Actualizado el 26/01/2023 a las 16:41
Las palabras les brotan atropelladas porque todavía no dan crédito a lo que vivieron el martes: su vivienda se incendió dos veces el mismo día en Cabanillas y por dos veces tuvieron que ser rescatados por el balcón por los bomberos. “Fue como vivir una película de miedo, todavía seguimos conmocionados. Que te pase dos veces lo mismo en un día... es alucinante”, relataban anoche Javier Ariza Terán, de 50 años, que trabaja de militar en Zaragoza, y su mujer Vesselina Garcheva, de 41 y profesora de inglés en una academia de Tudela. En la vivienda también viven su hijo, de 10 años, y la madre de ella, de 64.
La primera noche tras el incendio la pasaron en el albergue municipal y ayer fueron acogidos por un amigo mientras buscan un lugar donde realojarse. Personas del pueblo les dejaron ropa. Porque todo lo tenían en la vivienda, a la que no pueden acceder y en la que no pueden avanzar nada porque el seguro sigue sin respuestas. “Es una vergüenza lo de los seguros. Si no es por la gente del pueblo y el Ayuntamiento, a los que queremos dar las gracias, estamos tirados en la calle”, denuncia este matrimonio, que vive desde hace 15 años en Cabanillas.
Todo comenzó pasadas las tres de la madrugada del martes. Los cuatro dormían en la segunda planta. “Nos despertamos por un ruido y olimos el humo. Al abrir la puerta, subía mucho humo por la escalera”. Procedía de la primera planta, donde él preparaba un powerbank (una especie de cargador grande) con una batería de litio, que se recalentó. “Nos asustamos porque empezó a entrar mucho humo y no podíamos bajar. Llamamos al 112 y salimos al balcón a esperar. La verdad es que vinieron enseguida”. Primero llegó una patrulla de la Policía Foral. “Un policía se subió al techo del coche para llegar al balcón, cogió al niño y se lo pasó a un compañero”, narra ella. Mientras, los tres adultos esperaban en el balcón: “Hacía mucho frío y teníamos muchos nervios y miedo, porque abajo también está la caldera y no sabíamos qué iba a pasar”. Cuando llegaron los bomberos, los rescataron con la cesta del camión escala.
Los cuatro fueron atendidos por los sanitarios, mientras los bomberos apagaban el fuego y ventilaban la vivienda. “Nos dijeron que era viable, que podíamos residir mientras buscábamos una alternativa con tranquilidad”. Todavía no eran las seis de la madrugada. Así que limpiaron las escaleras y la ropa, descansaron, desayunaron y llevaron al niño al colegio. urante la mañana, comenzaron con las gestiones con el seguro. Ni se acercaron a la zona afectada por el incendio, todavía caliente. No se imaginaban que la película se iba a volver a repetir.
Los cuatro comieron y ella se tumbó a descansar antes de ir a Tudela a impartir sus clases de inglés. “De repente escuché gritos de los vecinos que decían ‘¡sale humo, sale humo!”. Ella se levantó y el humo -”un humo muy negro, mucho peor que el de la noche”- ya entraba por las escaleras, ventanas y cualquier orificio de la vivienda. “Daba mucho miedo...”. Javier Ariza, al que operaron de la espalda la semana pasada, no se lo pensó. “Até una sábana al balcón que tenemos hacia el patio interior y me descolgué”, rememora. Una vez abajo -hay entre tres y cuatro metros de altura-, puso una escalera hacia el balcón y subió para rescatar a su hijo. “Cogí una manguera e intenté controlar el fuego hasta la llegada de los bomberos”. Arriba, su mujer y su suegra salieron al balcón de la calle. “Del 112 nos decían que cerráramos la puerta del balcón, porque el piso estaba lleno de humo negro. Abajo había muchos vecinos que habían venido a ayudarnos. Yo estaba atacada de los nervios. Es que todo fue muy fuerte”, recuerda Vesselina Garcheva.
De nuevo aparecieron ambulancia, policía y bomberos, que las rescataron con el camión. “No hicimos nada, no entramos ahí... no nos lo podíamos creer. Por lo visto algún rescoldo del primer incendio no se había apagado”. Después de este segundo fuego, la vivienda ya no es viable, ya que se ha quemado buena parte de la instalación. Y mientras esperan al seguro y asumen la increíble historia que han vivido, no paran de dar las gracias al pueblo de Cabanillas. “No han dejado de arroparnos”.