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Aniversario

Ellas en Estella iban a 'La Paca'

La primera peluquería de mujeres de la ciudad y uno de sus negocios más antiguos cumple cien años. Paca Irisarri la abrió el 23 de abril de 1923 y este sábado su hija y su nieta lo celebraron entre muestras de cariño de familiares, clientas y muchos amigos

Ampliar Iranzu Leza y su madre, Asun Roa, nieta e hija de la fundadora, posan en el centro de la imagen junto a su establecimiento de la calle Mayor. Les acompañan peluqueras que han trabajado con ellas a lo largo del tiempo o siguen haciéndolo: Marian Cobos Íñigo, Eloísa Lozano Gorría,Socorro Andueza Barrenechea y Codés Valencia Álvarez de Eulate
Iranzu Leza y su madre, Asun Roa, nieta e hija de la fundadora, posan en el centro de la imagen junto a su establecimiento de la calle Mayor. Les acompañan peluqueras que han trabajado con ellas a lo largo del tiempo o siguen haciéndolo: Marian Cobos Íñigo, Eloísa Lozano Gorría,Socorro Andueza Barrenechea y Codés Valencia Álvarez de EulateMontxo A. G.
Publicado el 23/04/2023 a las 06:00
Peluquería Paca, la primera de mujeres que tuvo Estella, cumple este domingo cien años y este sábado, en el número 47 de la calle Mayor, se notó su aniversario. Celebra un siglo uno de los más antiguos establecimientos de la ciudad ahora en manos de Iranzu Leza Roa. La tercera generación al frente de un local en el que le precedió su madre, Asun Roa, feliz y muy emocionada, a sus 90 años, de compartir el día con familiares, clientas y amigos que se acercaron a darles la enhorabuena, muchos con ramos de flores en la mano. Antes que ellas, su madre y abuela, Paca Irisarri. La fundadora del negocio que mantiene su nombre en el que han confiado para ponerse guapas familias enteras de Estella y su merindad.
A La Paca. Desde el 23 de abril de 1923 y durante los tres primeros años, por la peluquería que una joven había abierto en un piso de la calle del Puy pasaba toda aquella que quería mimar su cabello porque en ese tiempo fue la única en la localidad. Había barberías y peinadoras que iban por las casas. Pero no un local como el de esta emprendedora que viajó para formarse a Bilbao y conoció, con las hermanas Adorno, las últimas tendencias de París.
Así que con ella, en aquellos años 20, llegaron a Estella los peinados a la última. Su nieta Iranzu cuenta que fue el momento del pelo a lo garçon y las ondas en un espacio que daba pie a las largas conversaciones y a las confidencias. Tenacillas, permanentes, tintes y planchas se sucedieron con el paso de las décadas como lo hacían los cambios en los hábitos sociales. “Pero no creas. En el fondo hay cosas que continúan igual, se sigue hablando mucho y las clientas te cuentan todavía muchas cosas porque acabas teniendo mucha confianza. Es verdad que al trabajar las mujeres fuera de casa se viene con menos tiempo y hay más prisas, pero al final por aquí han pasado hasta cinco generaciones de la misma familia. Tenemos una clientela muy fija que viene hace muchos años y a la que estamos muy agradecidas”, relataba Iranzu, en el negocio familiar desde 1985.
Con ella trabajan dos empleadas, aunque fueron cuatro hasta la reciente jubilación de otra compañera. El de la calle Mayor, hoy un establecimiento mixto, es fruto de esa misma evolución. Con los años, conforme la actividad prosperaba, la calle del Puy dio paso a la de Comercio, donde empezaron a trabajar sus hijas Asun, Rosa y Conchita. La primera le dio continuidad, aprendió manicura en Madrid y, con 16 años, marchó a Barcelona para cursar peluquería. Con ella llegaron otras ubicaciones, de un piso en la calle San Veremundo a la Mayor, pero entonces en el número 25. Muy cerca del actual en el 47, lleno este sábado para un feliz cumpleaños con un aperitivo compartido con madre e hija como protagonistas.
Decía la primera que no es fácil que un negocio se haga centenario, que detrás de ello hay un intenso trabajo y unas clientas con las que tuvo la alegría de reencontrarse. “Hemos compartido vuestros momentos más especiales, os hemos peinando para la primera comunión, vuestra boda y habéis traído después a vuestros hijos para su primer corte de pelo”, decía.
LA ABUELA VALIENTE
Asun Roa vivió este sábado como un día para sentirse orgullosos, “los presentes y los ausentes por formar parte de esa comunidad que es la Peluquería Paca”. Lo está también de su madre, la “mujer valiente que a los 18 años empezó con el negocio” en el que ella se inició con 14. Recordaba anécdotas como la vivida en los primeros años y el“yo te voy a cambiar el peinado” que le trasladó a aquella Mari Carmen que también se acercó este sábado a darle un abrazo. “Ella contestó que lo quería como siempre y mi madre, que estaba oyendo la conversación, me dijo: María Asunción, dale gusto a la clienta. Y entonces las dos nos quedamos sorprendidas porque ni ella se sentía clienta ni yo peluquera y ahí fue cuando me di cuenta de que sí lo era y de que iba a ser mi profesión”.
De aquella primera peluquería, recuerda a su madre como “una consejera de verdad, una mujer fuera de serie” a la que se le consultaban muchas cosas. “Ella escuchaba y les aconsejaba en lo que podía. Le gustaba mucho la medicina, su padre había sido practicante y solían preguntarle muchas cosas, como qué se podía hacer con las lombrices de los hijos. Vino un hombre a pedir que saliera la señora Paca porque tenían ese problema en casa y mi madre le dijo, pues ponga usted unos ajos en aceite y aplíqueles en la espalda de sus hijos. O las gárgaras con bicarbonato para la afonía”.
Asun Roa, que tuvo durante tres años una socia, Soco Andueza, se refiere a la peluquería familiar como una comunidad que ha ido transformándose con el paso del tiempo pero ha querido siempre mantener el trato cercano. “A pesar de la prisa, de que ahora las mujeres trabajan fuera siguen siendo lugares de encuentro. Antes se venía sin hora, no hacía falta pedir cita, acudían con su labor y más que clientas eran amigas, manteníamos una relación muy especial. Pero en el fondo este trato continúa siendo así, queremos a las clientas y nos gusta que se sientan en casa”, relataba entre un sinfín de recuerdos de una vida entre peines y tijeras.
Su hija Iranzu subraya que no habrá cuarta generación de la familia en el negocio. A sus 56 años, le queda tiempo por delante en una actividad en la que comenzó con 18, cuando decidió seguir los pasos de su predecesora y salió fuera para formarse como peluquera. A San Sebastián, París, Londres, Madrid y Barcelona antes de regresar a casa para coger el testigo de madre y abuela.
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