Solidaridad
Escolapios atrae solidaridad con la XXVI Caminhada
La XXVI edición de la Caminhada de los Escolapios de Pamplona dio fin este domingo con un acto en la plaza de los Burgos tras un mes de solidaridad

- Carlota Soriano
La plaza de los Burgos se llenó este domingo a mediodía de los más de mil alumnos y familiares de los colegios escolapios de Pamplona con motivo de la XXVI Caminhada. El acto de hermandad entre el colegio Calasanz y La Compasión fue el punto final de un mes en el que se recaudaron fondos para los diferentes proyectos internacionales apoyados por la red Itaka-Escolapios, que cuenta con más de 60 colegios a nivel nacional, bajo el lema ‘Una voz, un millón de cambios’.
Tras un mes de talleres, encuentros familiares, concursos de cocina y rastrillos, cine y almuerzos solidarios, el alumnado y voluntarios de Escolapios partieron de sus respectivos colegios en ruta hasta el centro de Pamplona con una colaboración de 5 euros por dorsal.
Mientras los estudiantes del Calasanz bajaban las escaleras al llegar desde la plaza del Ayuntamiento y los de La Compasión subían desde la plaza de Santiago, los alumnos más mayores los esperaban disfrazados de cada uno de los miembros de la tripulación del barco Itaka-Escolapios, que “viaja por los mares y océanos del mundo para presentar los proyectos de la red de solidaridad”, para recordarles “la importancia de colaborar para lograr un objetivo común” y lograr así “transformar las realidades más olvidadas”.
El encuentro finalizó con un baile de hermanamiento en el que el alumnado de la ESO bailó una coreografía hecha por ellos mismos acompañados de la canción de ‘Limbo’ mientras los niños de primaria les seguían el ritmo. Porque, como dice la letra, “no importan las banderas, aquí cabe todo el que quiera”.
Veintiséis años sin parón
Javier San Marín, asistente provincial de Escolapios, destacó que la importancia de las Caminhadas es justamente esa idea de que “todos nos ayudamos entre todos”. Al final, concluyó, “han sido 26 años consecutivos de un proyecto solidario que ha terminado convirtiéndose en un tradición que ni la pandemia logró parar, porque se consiguió trasladar el evento al mundo online”.
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