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Disfraces

Una reina en la Plaza del Castillo, Messi y un carrito relámpago, disfraces en la primera Nochevieja sin restricciones en Pamplona

Los bares de San Nicolás y la calle Comedias estuvieron a rebosar de gente en un ambiente que se destacó por la variedad de disfraces

Ampliar Mikel Aceldegui, con camisa y corbata, junto con su cartel de Messi en la calle San Nicolás, uno de los lugares más concurrido de la noche
Mikel Aceldegui, con camisa y corbata, junto con su cartel de Messi en la calle San Nicolás, uno de los lugares más concurrido de la nocheEDUARDO BUXENS
  • Asier Aldea Esnaola
Actualizado el 02/01/2023 a las 08:37
La ciudad de Pamplona volvió a disfrazarse para celebrar la bienvenida de un nuevo año, una tradición que, según cuenta una leyenda popular, comenzó en la Nochevieja de 1982. La emisora local Radio Paraíso organizó en el frontón Labrit una fiesta en la que se incluía un concurso de disfraces. Se desconoce si este hecho fue el que lo dinamitó, pero ayer, cuarenta años después, la gente de Pamplona salía a las calles a retomarla. Era la primera vez que se disfrutaba de Nochevieja tras la pandemia, sin restricciones.
Los relojes acababan de marcar la una de la mañana y la gente comenzaba a aparecer en la Plaza del Castillo, punto de encuentro y momento para las fotos. Ahí se encontraban Ainhoa Goñi, Nerea Sarasa, Sandra Gómez y Marta Cabeza. Producto de una decisión “de última hora”, cada una iba con un disfraz distinto, desde una vaca hasta gángster, pasando por elfo navideño y la marca Duff, de la serie Los Simpson. El grupo contó que se trataba de la segunda vez que acudían a la fiesta, la primera en 2019, antes de que comenzarán las restricciones. “Venimos con expectativas de pasarlo bien y que, después de estos años sin Nochevieja, darlo todo”, comentó Gómez.
Otros grupos decidieron ir conjuntados, como Arantzazu Ros, Xiaoli Arteaga, Aintzane Arteaga, Oihane Arteaga y Alfonso Arteaga, quienes se disfrazaron de trogloditas y pasar esta noche en familia. Esta familia había hecho los disfraces en casa, algo que realizan cada año que se presenta esta fecha.
Cerca andaban Elena Mateo, Sara Arrayago, Sergio Ligero, Javier Lizarraga, Javier Belarra, Javier Mateo y Nacho Yárnoz; una cuadrilla de veinteañeros disfrazados de
de pilotos de Fórmula 1. “Somos bastante fantásticos de la F1. Teníamos muchas ganas de venir y estamos muy contentos. Llevábamos tres años sin venir”, explicó Javier Mateo.
La celebración del nuevo año con disfraces se trata de un acontecimiento que suscita interés no solo en los navarros, sino también en el resto del país, incluso más allá de la frontera. Durante la noche se pudo ver a distintos grupos procedentes de Cataluña y del País Vasco francés. Disfrazadas de mariachis, Laurie Thevenet, Margaux Angele, Livia Naude, Camille Pierson, Blandine Abadie vinieron desde Francia para disfrutar de estas fiesta, que, aseguran, “es muy popular”.
Pero sin duda de todos los disfraces que pudieron verse en la Plaza del Castillo hubo uno que acaparó la mirada del resto y que se convirtió en el rey de la plaza. Jonathan Pena causó sensación con su disfraz de Isabel II, acompañado de su séquito de guardias reales, entre los que se encontraba Carlos Llobera. Este grupo de amigos procedente de Lleida debía pararse cada poco para sacarse fotos con animados que deseaban capturar el momento, llegando a formarse un pequeño amontonamiento a su alrededor a la espera de que llegase el turno. “Desde que salimos del hotel la gente no para de pararnos”, explicaba Llobera con una sonrisa mientras Pena se tomaba un selfie con otro grupo. “Para lucir, hay que sufrir”, bromeaba Pena, cerebro de la idea de los disfraces.
MESSI, EN LA CALLE SAN NICOLÁS
A las dos de la mañana se escuchaba en la calle San Nicolás un cántico: “Messí, Messí, Messi”, decía. El motivo no era otro que Mikel Aceldegui y la foto de más de un metro de altura del jugador argentino, en el que rezaba: “¿Qué mirá, bobo? Anda pa´ allá?”. La gente se acercaba y le pedía sacarse fotos con la imagen pegada en una madera. “Cuando lo hice, no sabía si iba a ser un buen disfraz porque iba a estar todo el rato parándome para sacar fotos, pero es algo que anima a la gente y yo contento·”, dijo Aceldegui.
En la calle San Nicolás costaba ir de un lado a otro debido a la cantidad de gente que transitaba: uno de los lugares donde más ambiente hubo a lo largo de la noche. La imagen de disfraces variados se entremezclaban con el sonido de la música de los bares.
En la mayoría del resto de calles del Casco Viejo la imagen era distinta: menos concurrencia, casi más de paso para ir en dirección a San Nicolás o Jarauta. A San Nicolás iban Xavi y Arnau, con sus disfraces de Pedro Picapiedra. Estos jóvenes de Lleida cogieron un hotel solo para una noche y disfrutar de “una de las mejores ciudades de España”.
Jarauta fue junto a San Nicolás de los lugares más frecuentados. Allí estaba Eduardo Fernández junto con sus dos amigos que acababan de llegar aproximadamente a las tres de la madrugada, con disfraces de jeques árabes. “De qataríes”, precisaban, y que los habían elegido “democráticamente”.
La calle Estafeta apenas contaba con gente, la mayoría a la espera de entrar en algún bar, como la joven de dieciocho años Lucía Ucar y sus amigas. Todas ellas iban vestidas de minions. “Es verdad que por la calle es muy divertido porque estás con la gente y ves los disfraces, pero el bar siempre es una buena opción porque hay música y te lo pasas muy bien”, explicaba Ucar. Lo cierto es que el botellón quedó en un segundo plano y los bares se convirtieron en el principal atractivo de la noche.
UN CARRITO RELÁMPAGO PARA JOHN TRAVOLTA
La escena del garaje de John Travolta con su banda es uno de los momentos más reconocibles para aquellos que han visto la película Grease. “¡Podría ser como un relámpago!”, exclama el protagonista en la versión doblada en castellano. Algo parecido pudo verse en Navarrería, aunque salvando las distancias, claro. Guillermo Cia, Mario Sartre y Mikel San Gregorio y unos amigos bajaban la calle junto con un carrito de la compra mientras cantaban. Con cazadoras negras, vaqueros y camisas blancas, la cuadrilla hacía gala de su curioso homenaje a John Travolta. “¿Qué mejor que salga en una película de Grease un carrito y gente cantando?”, aseguró Cia.
Pero si se quería descansar, también había lugares para hacerlo. Uno de ellos fue la plaza San Francisco, donde la gente aprovechaba para descansar o hacer el previo antes de ir al núcleo de la fiesta. En uno de esos bancos, un grupo de amigos del 2001 charlaban tranquilamente. Juan Pérez, uno de ellos, recordaba: “Comparándolo con nuestra época de dieciséis años, antes estaba más lleno de gente”.
A partir de las cinco de la noche el ambiente fue decayendo y comenzaban a verse los primeros bostezos, algún que otro “¿para casa?” y quejas sobre lo que molestaba el maquillaje. Todo ello en noche que rondó los doce grados. Sin embargo, bares como El Tinglado y Don Lluis en la calle San Nicolás o el Ezcabarte en la calle del Pozo Blanco mantenían el empuje de la fiesta. Bruno Silva, encargado de seguridad del Don Lluis, comentaba que “la noche estaba siendo tranquila”. También lo percibía de esto modo Abdel Ali Guerch, del Ezcabarte. Esta situación en dicha zona de Pamplona contrastaba con la detención de nueve personas, cuatro de ellos en Villava, Marcilla y Zizur Menor y dos en Pamplona, en la calle Abejeras, y uno en Tudela. En los controles preventivos de seguridad vial se imputó a dos conductores en el radio municipal de Pamplona.
La noche en Pamplona continuaba y cada vez más gente iba abandonando las calles. La Plaza del Castillo había pasado a convertirse en sitio para sentarse, pero todavía quedaban personas que iban de un lado a otro. Y es que, cuarenta años después y tras dos años de parón, la Nochevieja continúa llenando de disfraces Pamplona
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