Carlos Rodríguez: “El cóctel clásico es el de la triple A: alcohol, ácido y azúcar”

¿Ha preparado cócteles a muchas celebrities? He trabajado para celebrities, futbolistas, gente del mundo social, cultural, económico y político. ¿Alguien que le haya deslumbrado? Al final son personas normales y corrientes. Nosotros nos hicimos cargo de los palcos de Osasuna entre 2002 y 2014 y por ahí han pasado desde Ronaldo, Messi o los presidentes de la Liga de fútbol profesional. Pero yo trato a todo el mundo exactamente igual. Con 20 años te pones más nervioso, pero ahora ya no. ¿Y el maestro coctelero también tiene que ser psicólogo como el barman? Más, incluso. No conoces los gustos de la gente. Y mezclar, ser alquimista supone saber si algo va a sentar bien o mal al cliente. Tengo un amigo médico especializado en digestivo. A veces venían pacientes de la Clínica con una prescripción del médico en un papel: “Este no puede tomar cítricos”. Era en plan broma, pero sí es necesario hablar con el cliente para saber qué le gusta y qué puede tomar. ¿Y la gente le cuenta sus cuitas? Normalmente te piden recomendación según lo que hayan cenado. Yo llevo haciendo cócteles desde el año 1985. Tenía un profesor que me decía que me aprendiese un cóctel a la semana. Al cabo del año son 52. Pues multiplica por los años que llevo en esto. He sido campeón de España en distintas modalidades desde el año 87, pero como siempre suelo decir, “los premios no pagan hipotecas. Pero ayudan laboralmente”. La gente ya me conoce como el de los cócteles. Y en 2010 gané el campeonato de España de gin-tonic. Fueron 6000 euros por cuatro minutos de preparación. Hicimos un gin-tonic clásico mezclado con aromas de la India. ¿Un gin tonic es un cóctel? Si intervienen más de dos ingredientes, sí. No deja de ser un long drink, una bebida larga o combinado. Pero es una bebida muy básica. Tiene que tener un buen hielo, la dosis exacta de alcohol -5 centilitros por cada 20 de tónica- y después la tónica. Hay miles en el mercado, pero la gente quiere Schweppes. ¿Y usted es un coctelero clásico, de pajarita y chaleco? Pajarita, chaleco, americana, frac, chaqué o smoking. Por eso en mi boda pensaban que era el camarero. ¿Es capaz de reconocer la personalidad de alguien por el cóctel que le pide? Sí. Esto es como con la comida. Si a un restaurante entra un señor gordito, con un maletín, que se suelta la camisa y pide el plato típico de la casa, ya sabes que no va a dar problemas. No se puede generalizar, pero cuando ves a un cliente ya sabes por dónde van los tiros. A mí me gusta el cliente de bar que ha tenido un mal día y te cuenta sus historias. ¿La barra tiene su punto? Hay barras y barras. Lo normal es que el cliente se ponga nervioso si pasan tres minutos y no tiene un vaso en la mano. En un banco o en otros ámbitos la gente espera su turno. En una barra, no. El mundo de la coctelería ha tenido que evolucionar muchísimo en tendencias y sabores y más con el postureo de las redes sociales. ¿Qué es lo último? Ahora hay miles de productos. Antiguamente, en el mundo de la coctelería hablábamos de la triple A: alcohol, ácido y azúcar o almíbar. Y si te das cuenta, los cócteles más clásicos, como un daiquiri llevan esa combinación: ron, zumo de limón y azúcar. Antes no había como hoy siropes, jarabes, almíbares... Pero al final todo vuelve. Podrán llegar las esferificaciones de algas, pero los garbanzos con chorizo no desaparecen. Usted defiende la pureza del pacharán frente al licor de endrinas. Explíquelo. El pacharán es pacharán porque en su elaboración intervienen 250 gramos de endrinas por litro. Y el licor de endrinas no puede llamarse pacharán porque no llega a esos 250 gramos por litro. Nosotros somos unos grandes defensores del pacharán, algo que lleva desde 1441 en Navarra. La reina Blanca de Navarra... ¿Ya se tomaba sus copazos de pacharán? Bueno, cuando tuvo un dolor de estómago le dieron una especie de jarabe, pacharán que hacían con endrinas. Es un buen digestivo, pero en su justa medida. Nosotros creamos coctelería con pacharán: mojitos, chocolate, mandarina... Estamos a las puertas de dos importantes citas electorales. ¿Qué cóctel prepararía al ganador y al perdedor de las elecciones? Al ganador le daría un vino espumoso, un cava o un champán, quizás mezclado con una pulpa de la fruta de la pasión. Para un perdedor, si está muy afectado, le diría que se tomase una infusión y se fuese a casa. Quizás un gin-tonic. ¿Y quién cree que se va a llevar la copa de champán y quién la infusión? Uff, este año está muy complicado. Lo que está claro es que va a haber pactos. DNI Carlos Rodríguez Félix (Pamplona, 1970) estudió Hostelería y Turismo en Burlada. Se estrenó como maître en la inauguración del Iruña Park en 1990. Regentó el Jumping Jester en Iturrama y dirige la empresa Catering Cock. CUESTIONARIO PROUST Un cóctel Uno con pacharán, bajo en alcohol, zumo de maracuyá y crema de leche Un coctelero Rafa Martín (Palma) Un licor Ginebra (London gin) Un cocinero Juan Andrés Una película Mejor imposible, de James L. Brooks Un plato Croquetas Un libro El protocolo en la mesa Un heterodoxo/a Amilka Lee

Carlos Rodríguez: “El cóctel clásico es el de la triple A: alcohol, ácido y azúcar”

Amante y defensor del pacharán según las medidas canónicas (250 gr de endrinas por litro), Rodríguez es una institución a la hora de mezclar sabores. Y también campeón de España de gin tonic

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