Vivimos tiempos de incertidumbres cuya enseñanza básica, por decirlo en palabras del psicólogo Edgar Cabanas, es nuestra limitada capacidad de planificar el futuro. Estos tiempos convulsos también han disipado la idea de que todo está bajo control, convirtiéndola en mera ilusión.
La legislatura que ahora termina es buena prueba de ello. En estos cuatro años, la ciudadanía ha vivido acontecimientos extraordinarios desde el punto de vista sanitario y económico-social, con fuerte repercusión en la gestión y finanzas públicas.
La crisis de 2008, la pandemia y la guerra de Ucrania han cambiado los paradigmas de convivencia, afectando también al proceso de toma de decisiones económico-sociales de todos los sectores. Respecto a las administraciones públicas, se ha visto clara la necesidad de contar con robustos servicios públicos y la importancia de aplicar planes de choque que protejan a los colectivos y servicios más desfavorecidos. Sin olvidar la apuesta por la innovación, cuestión clave también para el sector público.
¿En qué situación financiera se encuentran nuestras administraciones para hacer frente a estos retos? Tras varios años con importantes déficits y aumento preocupante de la deuda, la Administración foral inició una senda de mejora en 2016, confirmada en los últimos ejercicios. El cierre provisional de las cuentas de 2022 señala un superávit de 285 millones y una deuda de 3.158 millones (el 14 por ciento del PIB). En esa mejoría han tenido que ver tanto el incremento de la recaudación tributaria como los fondos europeos destinados a reactivar la economía.
El sector local de Navarra tiene una situación saneada, como lo demuestran los datos de ahorro bruto (139 millones), remanente de tesorería (300 millones) y deuda (138 millones). Nuestros ayuntamientos supieron hacer frente a la crisis de 2008 y tampoco la pandemia les ha debilitado económicamente. Esta legislatura se ha aprobado el nuevo modelo de financiación de los entes locales, quedando pendiente una antigua y recurrente recomendación de la Cámara de Comptos: un nuevo mapa municipal que permita unos servicios más eficientes.
Prudencia y responsabilidad deben guiar la actuación de nuestros gestores públicos ante un panorama incierto, no exento de riesgos y amenazas. En este sentido, tenemos colectivos y sectores desfavorecidos que necesitan ayudas directas o medidas fiscales favorables. Observamos saturación y agotamiento del personal en determinados servicios básicos por los efectos de la pandemia, especialmente en el ámbito sanitario. Esto se ha traducido en dificultades en el acceso de la ciudadanía a la atención sanitaria, lo que pone de manifiesto la necesidad de renovar el modelo de gestión del sistema público de salud.
Medir rendimiento de los empleados
En materia de personal, destaca la alta tasa de temporalidad, el envejecimiento de las plantillas y cierta descapitalización humana y de conocimiento. Sería conveniente analizar la dimensión de las plantillas, revisar el sistema retributivo para atraer y retener conocimiento, además de introducir medidas para medir el rendimiento de los empleados públicos.
Entre los desafíos de la gestión deben destacarse los fondos Next Generation, cuyo adecuado aprovechamiento es una oportunidad para modernizar la gestión pública y la economía navarra. Habrá que estar atentos también a las reglas de consolidación fiscal europeas, suspendidas como consecuencia de la pandemia, que condicionarán nuestro margen de actuación. Sin olvidar los incrementos de los precios y tipos de interés, que también repercuten en las administraciones públicas y les obligan a emplear más recursos financieros.
Más allá de situaciones económicas transitorias, existen problemas globales que afectan a Navarra y deben ocuparnos a todas las instituciones públicas. Abordar eficazmente esos retos exige superar el presentismo dominante. Supone, en definitiva, pensar más en las generaciones venideras que en las siguientes elecciones, introduciendo en la agenda política objetivos que superan el horizonte de una legislatura. Me refiero al envejecimiento de nuestra población, la despoblación acuciante en algunas zonas de Navarra, el cambio climático y la sostenibilidad. Sin olvidar la lucha contra la desigualdad, reto crucial para nuestra sociedad. El economista Emilio Ontiveros lo explicó muy bien: “La desigualdad no es rentable. El estado de bienestar es una condición necesaria para la cohesión social; y sin cohesión no hay crecimiento sostenible en el tiempo”.
Esta legislatura ha confirmado que la nuestra no es una época de cambios, sino un cambio de época. Esto obliga a los responsables de las administraciones de Navarra a un proceso de reflexión permanente, con la credibilidad y transparencia como piedras angulares de su actuación.
Ignacio Cabeza del Salvador es presidente de la Cámara de Comptos de Navarra
Diario de Navarra continúa esta semana con su cobertura especial para hacer un balance de los grandes temas de la legislatura y para debatir sobre los retos que nos plantean hacia el futuro. Esta semana se aborda el reto del empleo, un asunto sobre el que reflexionar por medio de artículos, opiniones de expertos, infografías, foros de debate en vivo y participación ciudadana.