Obituario
Luis Castillo, perito, y Mari Carmen Santesteban, pianista

- Luis Castillo Santesteban
Trece días. Luis Castillo Torres murió el pasado 10 de febrero, trece días después de que lo hiciera su esposa, Mari Carmen Santesteban, el 28 de enero. Luis Castillo, hijo de Andrés y Asunción, había nacido en Zaragoza, el 16 de septiembre de 1934. Mari Carmen Santesteban Andueza, nacida en Pamplona el 11 de septiembre de 1938, era hija de José (Chalina ) y Rita. Tuvieron 6 hijos y 11 nietos.
Para Luis Castillo, el trabajo y la familia eran lo más importante de su vida. De muy joven vino a Pamplona, debido a que su padre pasó de jefe de estación del pueblo de Jaca a Pamplona. Llegó con los estudios de Ingeniería Eléctrica a trabajar y formar una familia. Sus comienzos estuvieron en la empresa Inquinasa. Pronto empezó con lo que sería su trabajo y pasión, la peritación de daños en vehículos con la aseguradora Mapfre. Decidió establecerse por su cuenta y abrió una oficina técnica desde la que realizaba también proyectos eléctricos, como por ejemplo, la red eléctrica de iluminación del pueblo de Cintruénigo. La inestimable ayuda de su amigo y delineante, Jesús Ridruejo, trabajador infatigable, fue esencial.
Ocupó la presidencia de la Asociación de Peritos Tasadores y Comisarios de Averías de Navarra durante 30 años y fue directivo a nivel nacional en Madrid. Días antes de su muerte, le llegó la placa de esta asociación en reconocimiento a sus 50 años de asociado, toda una vida dedicada a la pericia aseguradora.
En el camino de su vida, un día dijo que quería correr maratones. Aún me acuerdo la cara que puso su padre al escucharle. Además de las dos maratones que hizo en Madrid, el 1 de noviembre de 1983 y con 48 años corrió la Maratón de Nueva York, en la que quedó en el puesto 8.552 con un tiempo de 3 horas y 50 minutos. Aún me acuerdo cuando me decía: “Luis, llévame a Monreal en coche, que yo vuelvo corriendo”.
Como trabajador era incansable. Incluso en vacaciones en la playa de Salou teníamos que despachar los asuntos de la oficina en el chiringuito.
Sus amigos del campo de deportes de Larraina de Pamplona lo echarán de menos pues iba todos los días después del trabajo a hacer deporte o a echar la partida a cartas al tute.
La muerte inesperada de su esposa 13 días antes le produjo una gran pena y aceleró su muerte. Habían sido muchos años casados con las alegrías y las penas de la propia vida.
A Carmen, mi madre, le echarán de menos en los conciertos de la Filarmónica de Euskadi, pues era una melómana fuera de lo normal. Las monjas del colegio de las Ursulinas le enseñaron a tocar el piano y llegó a hacer la carrera del instrumento en el Conservatorio de Pamplona donde también impartió clases a niños. Empezó también a tocar el órgano en la Iglesia de San Lorenzo de Pamplona. Bach, Shubert y Mozart eran sus compositores favoritos.
Espero que los dos estén en el cielo dedicados a sus actividades preferidas: Luis, peritando daños en vehículos, y Carmen, tocando el piano y el órgano.
Luis Castillo Santesteban es hijo del matrimonio fallecido.