120 aniversario
La historia de un periódico y el reto del periodismo

Publicado el 12/03/2023 a las 06:00
El mito de las redacciones vacías a primera hora (y el de los periodistas noctámbulos, la otra cara de la moneda) murió hace ya mucho tiempo. Hoy, la redacción matinal es un hervidero, con un equipo al pie del cañón desde las siete de la mañana en la ventana digital para ofrecer el último golpe de la actualidad a todo los que consultan su móvil camino del trabajo. Los periodistas han incorporado a su quehacer tecnología y técnica. Y la información es un río que no cesa en todo el día, con un ciclo que se abre en la web y se termina con la impresión del periódico cada noche con la información, el análisis y la opinión camino de los puntos de venta y los hogares de miles de navarros.
Entre medio, toda la operativa técnica, humana, de negocio y de producción que lo hacen posible. Toda esta complejidad poco tiene que ver con la pequeña redacción que inauguró Diario de Navarra en 1903 en la calle Zapatería, en pleno Casco Antiguo, en una ciudad encerrada todavía en sus murallas. Pero una cosa se mantiene, el latido periodístico sigue siendo el que impregna la actividad de cada jornada.
En todo este tiempo se han sucedido en España dos monarquías, una república, una guerra civil, dos dictaduras (la de Primo de Rivera y la de Franco) y, por fin, la actual democracia en la que vivimos en los últimos 45 años. Por todos estos períodos de la historia reciente de España ha transitado Diario de Navarra. Retratándola, dando fe de los grandes acontecimientos y también de los más pequeños, de esos que construyen la historia menuda que trenza la vida de una comunidad.
Y 120 años de historia dan para mucho. Para tiempos de sembrar y para tiempos de recoger. Para crecer y para resistir. Para expresar el júbilo y la desolación más profunda. Para muchos momentos, la gran mayoría, que nos hacen ver que los valores perduran y para algunos de excesos que no resisten, claro, el paso de la historia.
Por ejemplo, el acento monocolor, hoy impensable, que lo tiñó todo en la etapa de la guerra civil, tras el golpe militar de julio de 1936, cuando el periódico se alineó con el bando luego ganador. Fue el reflejo, eso sí, de la mirada de la mayoría política de la Navarra de aquella época. Un tiempo donde el desgarro y la violencia marcaron a fuego una década trágica.
Al paso de los años y el cambio de la sociedad, el periódico evolucionó también, mucho más rápido que la dictadura franquista, a posiciones aperturistas. El periódico supo entender las necesidades y anhelos del momento y apoyó la modernización económica y social de los años 60 que impulsaron figuras como Félix Huarte y Miguel Javier Urmeneta, que pusieron el acento en transformar una provincia agraria en otra industrial, sentando las bases de la prosperidad económica de la que disfrutamos hoy.
De hecho, por ejemplo, además Diario de Navarra comenzó a publicar una página en euskera en 1966, por mucho que hoy a algunos este dato les resulte incómodo de admitir. Y cuando llegó la Transición, Diario de Navarra fue un motor periodístico de este paso trascendental hacia la democracia que protagonizaron los partidos políticos, de derechas y de izquierdas, pero que contó en la trastienda con el impulso activo de un periódico que seguía latiendo con la sociedad.
Una de las constantes en la historia de Diario de Navarra es la batalla por salvaguardar una Navarra con identidad propia, en reivindicar los Fueros como la esencia de esta identidad y en la búsqueda de su permanencia y actualización. El artículo dos de los estatutos del periódico recoge claramente que “defenderá resueltamente nuestro régimen privativo”. Y así sigue redactado hoy mismo.
Ese “fuerismo” identitario que ha traspasado regímenes políticos y que ha batallado frente a la idea del nacionalismo vasco de diluir Navarra en el País Vasco pero también frente al uniformismo centralista que campaba a sus anchas en las décadas de la época franquista. Y luego, por supuesto, frente al terrorismo etarra que trató de imponer por la fuerza su ideario político nacionalista a toda una Comunidad que no lo es. Y que trató de doblegar con la fuerza de las balas a Diario de Navarra, en la figura de su director, José Javier Uranga, en 1980, precisamente por la fortaleza de su liderazgo social frente a este chantaje abertzale. No lo consiguieron. Uranga sobrevivió al atentado, se sobrepuso a sus gravísimas heridas y, desde un ejemplo conmovedor, siguió con su trabajo y su misión, de igual modo que el periódico siguió ejerciendo una voz crítica, firme y rotunda contra el terrorismo, la última gran amenaza violenta ceñida a nuestra historia.
Por eso, la Constitución y el Amejoramiento, como culminación política de la Transición, han constituido para Diario de Navarra en los últimos 40 años un eslabón clave y plenamente útil que conecta el viejo reino con el mañana.
Son eslabones que necesitamos engrasar. Porque las últimas décadas no han hecho sino acelerar los cambios. Los políticos (sucesión de presidencias de Gobierno regionalistas, nacionalistas y socialistas); los sociales (la caída de la natalidad y el envejecimiento, el fenómeno de la inmigración) o los tecnológicos (la gran y acelerada digitalización y las redes sociales). Todo salpimentado por periodos de crisis económicas que se encadenan y de una pandemia que nos paralizó la vida entera. Navarra se ha transformado de arriba abajo y eso nos exige un nuevo esfuerzo.
El secreto para seguir siendo líderes, como hasta hoy, es sostener la capacidad para leer las necesidades de la sociedad de cada momento. Nada que no haya hecho, y en contextos más duros, la generación que nos ha precedido y a la que debemos agradecer estar donde estamos. Tenemos muchas fortalezas en medio de la gran tormenta que azota al sector de la comunicación con los cambios de hábitos de lectura y la crisis de los modelos de negocio. Un consejo y unos accionistas convencidos de la vigencia y el valor del proyecto. Unos profesionales expertos y entregados a su labor. Una empresa con rumbo claro y con un objetivo compartido. Y unos lectores que buscan información veraz, cercana y útil.
Así que toca adaptarse a las mutaciones que llegan, a las nuevas exigencias, pero manteniendo las señas de identidad y los valores que nos han hecho llegar hasta aquí. Y con idéntica energía. Diario de Navarra cumple 120 años manteniendo ese compromiso y renovando su papel de marca de confianza y de referencia para los 664.000 navarros que conforman una comunidad que hunde sus raíces en la historia pero que ahora debe preocuparse por encauzar su futuro.
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