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Tribunales

Condenan a 22 años de cárcel a un violador que sometió durante 4 años a una familia

Abusó en Sevilla de una familia, a la que hizo creer que era un santo navarro reencarnado, y cometió una de las agresiones en un viaje a Navarra

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Actualizado el 03/03/2023 a las 12:12
La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a 22,5 años de cárcel a un hombre que hizo creer a una familia de la capital andaluza que era la reencarnación de San Francisco Javier, para someterlos durante más de cuatro años y agredir sexualmente de forma continuada a la hija de la pareja, menor de edad. El acusado, de 63 años, llevó a cabo una de las agresiones en uno de los dos viajes que realizaron a Navarra. Y tal era la vinculación que decía tener con el santo que llegaba al extremo de que solo bebía vino Azpilicueta, por ser el segundo apellido del patrón navarro.
El relato que ofrece la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla a lo largo de los 50 folios de sentencia, en los que ahonda en la persuasión absoluta a la que sometió a un matrimonio y sus dos hijos menores entre 2015 y 2019, es espeluznante. Y en él se cuenta cómo, por increíble que parezca, el procesado y su mujer (condenada a 7,5 años de cárcel) llegaron a convencerles de que era “la reencarnación de San Francisco Javier o bien que tenía comunicación con el mismo”. De hecho, les hacía llamarle “santo”.
Pero antes de llegar a esta situación, ambas familias se conocieron en una joyería, en la que los acusados eran clientes habituales y la mujer de las víctimas, una dependienta. Era 2015. Y entonces la familia denunciante “atravesaba una vulnerabilidad emocional debido a una crisis conyugal”, pero se desenvolvía “dentro de las pautas tradicionales de normalidad y en un contexto de religiosidad habitual, no excesiva”, describe el fallo.
Con la excusa de que iban a ayudarles a superar estos problemas de pareja, y aprovechándose de esa situación vulnerable, los acusados desarrollaron un proceso paulatino de “persuasión coercitiva”: una modalidad de influencia caracterizada por la aplicación gradual de estrategias abusivas de forma planificada y engañosa que dificulta que las víctimas detecten la agresividad y el perjuicio que conllevan, “consiguiendo así ir ejerciendo una muy intensa influencia sobre el núcleo familiar”.
MALOS TRATOS A LOS NIÑOS
Para empezar, la familia acusada invitó a las víctimas al bautizo de un nieto en Navarra en marzo de 2016. Poco a poco, fueron “entrometiéndose” en el desarrollo habitual de la vida de las víctimas, a las que convencieron para realizar un segundo viaje a la Comunidad foral, concretamente a Leire, en agosto. A partir de entonces, el matrimonio sometido comenzó a adoptar “comportamientos tan radicales como cortar toda relación sus familias”. En 2017, esa influencia progresiva culminó cuando los acusados se instalaron en la vivienda de sus víctimas, a las que obligaban a dormir en el suelo y en el sofá.
Durante la convivencia, el acusado llevaba a cabo unos rituales en los que los que “entraba en supuesto trance y hacía creer a los otros que a través de él hablaba San Francisco Javier”. La sentencia también relata varios episodios de malos tratos físicos a los dos hijos de la familia víctima, a los que castigaban sin motivo y sometían a “adoctrinamientos de tintes pseudorreligiosos”. Todo el dinero de las víctimas, sigue el fallo, era controlado por los acusados.
La sentencia destaca varias agresiones sexuales del acusado a la hija menor de edad del matrimonio, a la que engañaba diciendo que eran “rituales”. Una de las agresiones, cuando la víctima tenía 14 años, la cometió en el viaje a Leire, y con la excusa de que “había entrado en trance”. El procesado no dejaba contar nada a la menor: le decía que todo quedaba entre ellos “y el de arriba”, y la amenazaba con castigos.
Todo se descubrió en 2019 en Marbella, adonde enviaron a la adolescente a trabajar. Un día, la mujer que la tenía empleada, “percatándose de que le podía ocurrir algo anormal”, logró a través de preguntas que la joven le contara algo de su situación familiar. “Alarmada, la mujer la convenció para que contactase con unas familiares”.
El abogado de las víctimas, Juan Ramón de la Vega, destacaba ayer que la mayor complejidad del caso fue convencer a los padres. “Daban más credibilidad al falso santo que a su propia hija”. Ahora, han recibido la condena con “satisfacción”, si bien “necesitarán tiempo para recuperarse de todo el daño emocional”.
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