Obituario
Elías Pitillas Ugarte, una vida, un camino

- Florentino Ezcurra
Una vida, un camino. De ese modo tituló ese bonito texto de 299 páginas que nos dejó. ¡Cuántas veces he leído sus páginas y he vivido su vida paso a paso desde que nos conocimos en la Plaza de Arróniz! Elías Pitillas Ugarte falleció el pasado día 30 de abril. Leyendo su Diario bien se puede decir que su vida fue todo un caminar y por muchos caminos del mundo. Amigo Elías, en su cabeza y en su corazón le daba vueltas a la misma idea: ¿Yo un día podría ser sacerdote? ¿Podría ser misionero? Una mañana, él solito se fue al Secretariado de Misiones de Pamplona y se encontró con Casimiro Saralegui , que le informó ampliamente sobre la AMS (Asociación Misionera Seglar).
A la semana siguiente se fue a Vitoria y conoció personalmente a varios miembros de esta. Ahí se preparó a lo largo de tres años para trabajar en las misiones. Su gran sueño comenzaba a hacerse realidad. El obispo de Cumaná, en Venezuela, pidió a la Asociación un equipo de trabajo para su diócesis y Pitillas formó parte de aquel grupo de cuatro misioneros. En la parroquia de San Pedro de Vitoria nos dieron a besar los crucifijos misioneros en una celebración emotiva de verdad. Al fin, el buque Satrústegui les llevó hasta Venezuela. Su destino, Caracas. Vivía con verdadera pasión su entrega a la AMS. El trabajo del grupo se centró en la cárcel Modelo de Caracas, en el refugio de Menores en San Felipe de Maracay y en la empresa Internado Escuela de Biruaca para niños. Elías se encargó de la Cárcel Modelo. “Yo no sabía lo que era una cárcel ni qué había que hacer allí. Pero yo era misionero y si Dios me ha enviado a la cárcel, Él sabe por qué. Voy, señor, tú verás qué hacemos”. En este momento de su vida, Pitillas una vez más y con toda sinceridad se hace la misma pregunta. “¿No será que Dios me quiere para sacerdote?”. Y el camino se abrió. En marzo de 1960, con sus 35 años ya cumplidos, el seminario de Santiago de Chile le abrió sus puertas. Dos años de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile y un tercero de Teología, el 12 de diciembre de 1964, se ordenaba de sacerdote celebrando su primera misa al día siguiente en una de las capillas que él mismo había construido. Aquella misma tarde salió para España con una gran alegría en su corazón, alegría que quería compartir sobre todo con sus padres y hermanos que le esperaban con gran ilusión. En Vitoria le esperaban sus hermanos de la AMS, felices por su sacerdocio. Y su llegada a Arróniz, cuántos saludos y abrazos, cuántas lágrimas y felicitaciones. Su primera misa en su pueblo, en Arróniz, ante la Virgen de Mendía. Una celebración muy solemne, él quiso que un servidor predicara la homilía en esa primera misa.
Y, pasadas unas semanas, vuelta a Chile. Terminar Teología y trabajar en la viña del Señor. Le esperaba una gran parroquia en el Til Til. “Una parroquia, nos dices, con más de 10.000 feligreses en 16 grupos de población y una extensión de más de 160 kms por caminos de tierra”. Pronto, D. Elías se convirtió en el “Padrecito del Til Til” y pudo levantar el templo parroquial con sus dependencias para una buena labor pastoral. Su segundo viaje a España “fue la despedida más emotiva que yo he sentido”, nos recuerda en su Diario. Lloraban todos, yo también. “Vuelva pronto, Padre”. Pero ya no volvió. El señor arzobispo de Pamplona le encargó las parroquias de Ganuza, Ollobarren y Ollogoyen. A los tres años le destinaron a las parroquias de Armañanzas, Torres del Río y Lazagurría. A los dos años, septiembre del 94, le nombraron párroco de Villatuerta y pronto también de Grocin. En Villatuerta desarrolló una gran labor pastoral, renovó el templo parroquial y encontró un nuevo camino de vida: la Renovación Carismática. Alguien le dijo sin más que en Puente la Reina había una concentración de jóvenes de varios lugares de España. Unos 500 jóvenes, que estaban en un retiro de oración. Inmediatamente se fue a Puente la Reina para ver qué era aquello. Nos dice que nunca había visto ni oído algo semejante. “¿Están locos?, pensó. Pero cómo se pueden juntar tantos locos”. Participó en la eucaristía, “aquello era una puerta de esperanza, por la tarde me uní a un grupo de Oración de Renovación Carismática”.
Fue un entusiasta de aquello. Todos los sábados acudía a Puente la Reina, a todos los encuentros y retiros que la Renovación organizaba. En octubre de 1984 acudió al encuentro para sacerdotes de la Renovación en Roma, en el Vaticano. El Papa Juan Pablo II les dio una conferencia y presidió la eucaristía en San Pedro. En ese encuentro pudo saludar a la Madre Teresa de Calcuta. En 1994 acudió al retiro para sacerdotes y obispos de Hispano-América y Brasil que se celebró en Monterrey, Méjico. La Renovación Carismática ha sido algo fundamental en su vida sacerdotal.
Cuando me dio su Diario me dijo “Te doy una buena parte de mi vida”. Lo abrí y pude leer su dedicatoria “Florentino, cuántas cosas te diría pero todas están dentro de la palabra GRACIAS”: Amigo Elías, descansa en las manos de Dios Padre, bajo la mirada de la Madre de Mendía. Gracias por todo.
El autor es amigo del fallecido.
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