Los termómetros superan los 35 grados en Navarra
En Pamplona se rondaron este sábado los 30 grados y Tudela alcanzó los 35,8. Pero el calor se disparará este lunes con temperaturas que prometen rondar los 40 grados en el sur y que se acercarán a 38 en la capital


- Alba Cidoncha Sádaba
Son las 15.30 y hace 30 grados a la sombra de un árbol en el parque de Yamaguchi. Los edificios que lo rodean tienen los toldos bajados para no dejar entrar ni un ápice de sol. La máxima temperatura en la capital navarra fue 29,5 grados, aunque los termómetros urbanos marcaron más en algún momento por la exposición constante al sol. La mayor temperatura en Navarra la vivieron en Tudela, donde los termómetros llegaron a marcar los 35,8 grados.
El camino que cruza el parque de Yamaguchi avanza como si fuera un sendero rojo que conduce a Oz, pero no, lleva hasta la fuente de chorros que hay cerca del Planetario. A su vera, bajo la sombra de un árbol se encuentran dos mujeres descansando en unas toallas azules. Ambas trabajan en el barrio de la Txantrea, como internas cuidando a personas mayores.
En sus días libres buscan un hueco a la sombra para poder descansar y “en lugar de estar en un piso donde el calor aumenta nos venimos debajo de un árbol”, apuntan. Además, una de ellas confiesa que tiene un pequeño truco para combatir la calor y es beber un té templado. “Así, la temperatura corporal se iguala a la del exterior y no pasas tanta calor”, afirma decidida. Su compañera, mientras la mira con cara de sorpresa, le dice que lo mejor para estas ocasiones es “el ventilador y un helado”.
Una cabeza asoma por el mostrador de la caseta azul que vende helados y está próxima al Jardín de la Galaxia. Se trata de Arminda Navarro Córdova, de 62 años, que se abanica con una libreta verde. Lleva cuatro años dirigiendo el negocio y señala que cuando más gente acude es “cuando comienza a bajar el calor”. Lo que más le piden son refrescos, agua y helados. La hora a la que más gente viene, como cuenta la dueña, son las seis de la tarde, pero ella abre de todas maneras todo el día por si hay alguien que necesita algo. Asegura entre risas que no se separa del ventilador que tiene al lado, que marcha a toda potencia, y que venga el calor que venga seguirá abriendo. De no hacerlo, el calor se concentraría en el interior y sería imposible estar.
A unos metros del lago que hay en mitad del parque, Miguel Serón Esquiroz duerme sobre las piernas de Arantxa Clavijo Tapia. Son las 15.53 y en ese rincón el termómetro marca 28 grados. Ambos descansan en la hierba, siempre a la sombra, para resguardarse del calor. Cuando hablan sobre la temperatura que está haciendo y el remedio para combatirlo, no tienen dudas, dicen “piscina” al unísono. Unos metros más allá, entre dos arbustos, otra pareja duerme plácidamente a la orilla del lago. Se han quitado los zapatos y han dejado que su altavoz morado reproduzca una lista de música. No llevan mantas, pero han colocado una sudadera a modo de almohada para acomodarse.
BANCOS QUE SON UN OASIS
En los bancos que rodean la Plaza del Castillo también buscan una tregua ante los 31 grados que marca el termómetro a las 16.32 de la tarde. Gabriela González de Orta, adolescente, se encuentra sujetando a su hermana Victoria, de 10 días, en brazos. Tienen otra hermana, Julieta, una niña pequeña que se come un helado de cucurucho a la velocidad de la luz. Confiesa contenta que cuando no “puede más del calor” quiere ir a la piscina. Señala al carro de Victoria y escenifica cómo logran que no pase calor. “Le ponemos un trapito por encima para que el sol no le de en la cara”, comenta divertida.
Enfrente de ellas, comiéndose unos barquillos con un helado, están Marco Torres Grandez, Valentina Ramírez Iglesias y su hijo Matías Torres Ramírez. Su remedio principal para combatir el calor es no salir de casa, descansar mucho y un helado.
En la sombra del monumento de los Fueros del Paseo Sarasate están sentadas Haizea Andrés y Sara Andrés con sus padres. Ellos creen que lo mejor que se puede hacer cuando hace mucha calor es “salir muy pronto por la mañana. Después descansar y ver una película en casa”, cuenta la madre mientras coge un poco de helado de su tarrina.