Ralph H. Baer, el
padre de los videojuegos,
falleció a los
92 años en su casa de New Hampshire (Estados Unidos). El
ingeniero alemán fue responsable de
la primera videoconsola de la historia, una máquina conocida como Brown Box que posteriormente sería comercializada como Magnavox Oddisey a principios de los setenta.
Nada hacía presuponer que el alemán se iba a dedicar a la industria de los videojuegos. Baer, de origen judío,
huyó junto a su familia de la Alemania nazi en 1938 y, tras una breve estancia en Holanda, recaló en Estados Unidos, donde se graduó como técnico de radio en el National Radio Institute de Washington D.C. En 1957 entró a formar parte de Sanders Associates, una empresa dedicada a la electrónica militar que se encargaba básicamente de concebir sistemas antisubmarinos y antirradares electrónicos. Baer estaba entonces en la antesala de lo que sería su gran invento: un artefacto que revolucionaría el ocio de millones de personas.
El 10 de agostó de 1972 veía la luz la
Brown Box, el primer prototipo de consola, que fue comercializada dos años más tarde por Magnavox con el nombre de
Odyssey. La videoconsola permitía la ilusión de
cazar patos en el televisor a través de puntos de luz. Este hecho hizo que la revista 'Popular Electronics' lo apodara como el 'Thomas Edison de los videojuegos domésticos' en 1980.
Pero no fue hasta el segundo prototipo cuando apareció un primer videojuego propiamente dicho:
'Chase Game', donde un jugador debía cazar al otro, que moría en caso de colisión. Sin embargo, fue con su mítico juego de
ping pong con el que alcanzaría el estrellato.
El Odyssey no fue el único invento que Ralph Baer aportó a la industria de los videojuegos, ya que también fue pionero en el desarrollo de periféricos con su
pistola de luz para la mencionada consola. Como inventor también trabajó en el mundo de la
juguetería y fue quien diseñó uno de los productos más populares del siglo XX: el famoso
Simon, fabricado por la compañía Milton Bradley.
A lo largo de su vida, Baer registró
cincuenta patentes en Estados Unidos y más de cien en todo el mundo. En 2006 decidió donar sus prototipos y documentación de los inventos a la institución cultural Smithsonian de Washington.
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