Una hora de felicidad y respiro

Con bicicletas, patines, balones, muñecos o, simplemente, de la mano de un adulto... las calles se llenaron ayer de nuevo de risas, gritos y algún lloro con el permiso para que los menores de 14 años pudieran salir, durante una hora, del confinamiento en sus casas que llevaban desde hacía ya 43 días. Una situación que ha dotado a las calles de Navarra de un ambiente muy especial y del que no se escapa tampoco el mundo del deporte, donde los padres -aunque siguen sin poder entrenarfuera de sus domicilios y deben aguantar al menos unos días más con sus rutinas de ejercicios caseras- sí han disfrutado de ver como sus hijos sí podían correr, saltar y jugar al aire libre. Una auténtica válvula de escape -mental y física- para unos menores a los que, el pasado 13 demarzo, se rompió de un plumazo -al interrumpirse las clases de forma previa a que se decretase la situación de alarma- con la mayor parte de sus rutinas. “Lo tengo claro. No cambio el que los niños puedan salir a la calle a que nos dejen a nosotros salir a hacer deporte. Ellos lo necesitan más que nosotros, para ellos es un tema de salud. Y ahora la salud es lo primordial”, explicaba Cynthia Martínez, esquiadora del Irrintzi y ex triatleta. Como ella, otros dos padres deportistas como el alero Iñaki Narros (Basket Navarra) o el guía de bicicleta de montaña y corredor Borja Valdés son otros ejemplos que nos explican cómo han vivido con sus hijas esta situación de confinamiento y qué supuso ayer esa primera salida fuera de casa. Una hora, ya incluída en la rutina diaria de todos ellos al igual que en otros miles de navarros, en la que dejar a un lado por unos momentos la crisis sanitaria y disfrutar del viento, el sol o, incluso, la lluvia. Iñaki Narros, alero del basket navarra: “Mi hija mayor ha cogido la bici y había que frenarla” “La mayor ha cogido la bicicleta a toda velocidad y la teníamos que sujetar”, exclama Iñaki Narros al relatar una de las primeras cosas que hizo su hija Carla cuando salió ayer a la calle. El alero del Basket Navarra es padre de dos niñas: Carla, de 4 años, y Ana, que cumplió 1 año el 31 de marzo, en confinamiento. “El paseo nos ha oxigenado bastante, sobre todo a las niñas. La pequeña, de 1 año, lo miraba todo como extrañada. Parece que decía dónde estamos, qué hacemos… Solo ha visto , en los últimos días, a las personas por videollamada y creo que se pensaba que el resto del mundo estaba detrás del teléfono. Cada vez que sonaba siempre venía corriendo y gritaba hola, hola. Mamá y papá todavía no dice pero hola, sí. Todo le resultaba nuevo en la calle. La mayor ha cogido la bici y había que frenarla. Se iba hacia adelante…”, insiste. Narros piensa que salir ala calle les beneficia mucho a los más pequeños. “Creo que sí. Tengo mucha suerte ya que tenemos un pequeño jardín. Entonces, cuando aparecía un rayo de sol, parecíamos caracoles y salíamos rápidamente para tomar el aire. Era lo más parecido a estar en la calle. Sí que es cierto que les viene bien. La pequeña apenas se entera pero la mayor sí que reclama mucho a los abuelos, los tíos… Son muy sociables las dos y es cierto que existe ese reclamo de más personas. Pienso que necesitaban el aire de la calle”, añade. El alero pamplonés cuenta cómo ha transcurrido el paseo. “Solo el hecho de salir a la calle y ver más gente, más niños, como si fuera un día normal, les devolvía un poco a la vida habitual aunque para eso aún quede bastante. Creo que para la cabeza viene muy bien”, señala. Durante los días de confinamiento, ha compaginado su trabajo con el de su mujer, Andrea, y el cuidado de sus hijas. “Andrea ha trabajado desde casa. Yo tenía que hacer los entrenamientos que nos ha enviado el preparador físico. Los he ido completando en casa por las tardes. Se apuntaban ellas también. Se subían encima si, por ejemplo, me tocaba hacer unas flexiones. Han colaborado en nuestras prácticas. Andrea ha grabado algún boletín de noticias y se le oía a la pequeña por detrás. Nos hemos adaptado como hemos podido pero las circunstancias son así”, explica el alero del BNC. Iñaki Narros señala que a su hija mayor le ha costado, en algunas ocasiones, tener que permanecer en casa todo el tiempo. “La pequeña yo creo que no se entera mucho solo que se pensaba que todo el mundo está detrás del teléfono, pero a la mayor sí que le costó. Entiende pero tampoco comprende del todo. Al final, ha tenido algunos momentos en los que se ha puesto más nerviosa. Sin embargo, después de una buena siesta, retomábamos con fuerzas para jugar”, apunta. El día les ha dado para muchas actividades. “Hemos hecho manualidades. Tenemos una mini huerta con alubias, garbanzos… Todas las semillas que puede haber de todo lo que hemos comido lo hemos planteado. Desde el cole, les mandan vídeos, fichas… Y hay muchas cosas en las que tenemos que colaborar los padres y ha tocado hacer”, comenta. Cynthia Martínez Ibero, esquiadora de fondo del Irrintzi y ex triatleta: “Los niños necesitan salir por salud” Cynthia Martínez, paseando ayer por la mañana en la Vuelta del Castillo con sus hijas Irati e Iruña Garjón. GOÑI “La situación en la que estamos no es una broma ni un juego. No sabemos ni cuánto va a durar pero lo que está claro es que las prioridades que teníamos antes deben cambiar. Y, ahora mismo, mantener la salud es lo primordial”. Precisamente por ello, Cynthia Martínez Ibero, profesora de FP en el instituto de Huarte, ex triatleta y esquiadora de fondo del Irrintzi -con varios podios navarros y nacionales en su haber-, defiende la salida a la calle de los niños pese a que haya “a quien parece que le da envidia o no lo entiende”. “Los niños necesitan salir por salud a hacer algo de ejercicio, a ver aunque sea a la distancia a sus amigos, a que les de el aire y el sol”, explica esta pamplonesa, que el pasado 13 de marzo cumplió después de haber podido disfrutar de un paseo con sus hijas Irati e Iruña Garjón Martínez -de 3 y 1 año respectivamente- por la Vuelta del Castillo. “La pequeña aún no se da tanta cuenta pero la mayor ha salido encantada. Feliz. Creo que le ha dado tranquilidad ver cómo estaba todo fuera de casa. Y no he tenido la sensación de que se incumpliesen las normas marcadas -explica-. Cuando hemos salido a las 10.30 casi no había gente pero cuando nos íbamos ya empezaba a verse más. Pero se guardaban las distancias. Nosotras mismas, por ejemplo, nos hemos encontrado con unos conocidos de la ikastola y hemos estado hablando a 5 metros. Quizá sí que alguna pareja salía junta con niños pequeños, pero tambin én hay que entender que es difícil controlar a niños de esas edades. Si uno lleva bicicleta y el otro no...”, “Desde luego, en mi balanza, tengo claro que prefiero que puedan salir ellos a que nos dejaran salir a hacer deporte. Nosotros, los adultos, podemos apañarnos mejor en casa, hay mil forma de mantener la forma con rodillos, tablas, musculación y podemos entender mejor la situación y lo llevamos mejor”, reconoce. Estos días, en los que tuvieron que celebrar confinados el pasado día 18 el primer cumpleaños de Iruña - “nos dio mucha pena, la verdad, más por su hermana y por nosotros que por ella. Siendo el primero era más especial”-, Martínez y su pareja Haritz sí que han notado como el caracter de los menores variaba. “En el caso de Irati sí que nos está llamado mucho la atención lo enmadrada que está. No puedo irme a otra habitación o a tirar la basura sin que se ponga a llorar como una loca. Irati también tuvo una época pero no fue ni la tercera parte de lo que está siendo ahora con Iruña”, indica. “La mayor, que aunque aún es pequeña se entera de todo, tiene estos días los sentimientos mucho más a flor de piel, por ejemplo le está costando no ver a los amigos, y tiene rabietas que no acabamos de entender, pero es la forma que tienen para expresar lo que sienten. No saben decirlo con palabras y lo hacen con sentimientos. Al final, parece que no, pero también se agobia, está todo el día con la antena puesta y nos escucha hablar. Es inevitable y, por eso, poco a poco y de forma que lo entiende le hemos explicado la situación y el porqué no podemos salir como antes o estar con los amigos”, dice. Precisamente, uno de los aspectos que más “preocupan” a esta familia pamplonesa-que trata de paliar con videollamadas a amigos y compañeros de clase “aunque casi no hablan entre ellos y tampoco aguantan mucho tiempo”- es “cómo puede afectar estos días de confinamiento en el carácter, en su forma de ser. Es una niña muy sociable pero sí que nos generaba un poco ansiedad el no saber si esto le va a cambiar y no va a ser igual cuando volvamos a la normalidad”. “Lo que está claro es que ellos, a estas edades, necesitan jugar, correr, pelearse con sus amigos, darse abrazos... Hemos dado un paso y habrá que ir día a día. Va para largo”. Borja Valdés Cenoz, guía de BTT, corredor de montaña y promotor del festival de esquí y snow ‘skimetraje’: “Ya está preguntando cuándo salimos mañana” Martina Valdés Olcina y su padre Borja Valdés, ‘echando’ una carrera en el Soto de Lezkairu. GOÑI Está acostumbrado al aire libre. Trabaja como guía de bicicleta de montaña para clientes extranjeros angloparlantes en la empresa Basque MTB y es corredor habitual en montaña -tiene plaza para el próximo Ultra Trail del Mont Blanc “aunque tal como están las cosas, y como está siendo la preparación...”, indica- pero Borja Valdés Cenoz reconoce que no lo lleva “del todo mal” gracias al rodillo del que dispone en su piso, las carreras que se da en el pasillo y de los ejercicios que puede realizar. Pero reconoce que, ayer por la mañana, cuando bajó con su hija Martina Valdés Olcina a la calle sintió “alegría”. “Verle con la ilusión con la que ha bajado a la calle. Ha salido encantada. No paraba de decir: ‘vamos ya, vamos ya’. No sé qué esperaba que íbamos a hacer”, recuerda risueño. “La verdad es que nos lo hemos pasado muy bien. Le encanta y se ha puesto a correr como una loca, hemos echado carreras... Al final, menos de una hora, pero muy agusto. De hecho, ya nos está preguntando cuándo salimos mañana”, apunta, antes de reconocer que decidieron no llevar ni bicicleta ni patinete “por responsabilidad”. “Ya habrá tiempo más adelante. He pensado que no merecía la pena, no era fundamental. Eso puede ser un foco de infeccción, luego hay que desinfectarlo, y creo que lo importante era salir y disfrutar del momento”, afirma Valdés, de 41 años y trabajador también en la empresa de grandes eventos Escena Zero y promotordel festival Skimetraje. Precisamente esa preocupación por la salud y evitar cualquier riesgo, hizo que Valdes mirase con escepticismo las noticias que circularon en redes sobre comportamientos incívicos con la salida de los menores. “No lo entiendo. En nuestro caso no hemos visto nada imprudente ni mucha aglomeración de gente. Pero, por lo visto, la gente ha hecho lo que ha querido. No está la situación como para eso. Los niños necesitan salir, necesitan que les de el sol y moverse, están en pleno proceso de crecimiento, pero hay que cumplir las recomendaciones. Y eso depende de los adultos. Quizá no vendría mal que nos diesen un buen susto, que volvieran a evitar las salidas, a ver si la gente toma conciencia de que no es un juego”, dice. Aunque reconoce que Martina, que celebró su tercer cumpleaños el pasado 18 de abril estando ya confinada, está “más inquieta”, en casa tratan de mantener una rutina. “Es complicado. Tenía unos horarios muy marcados por la guardería, una dinámica muy regulada, y eso se ha descontrolado un poco. La disciplina no es la misma. Aunque quieras evitarlo, en casa cambian las rutinas que tenían, también comen más vicios y, luego está el tema de las pantallas... De casi no saber qué era un móvil, ahora está con la tablet, la televisión... ocio de poca calidad”, indica. Pero hay también una parte muy buena: “Gracias a esta situación estoy pudiendo estar y disfrutar de mi hija y mi familia en casa. Si no, hubiera tenido que estar fuera trabajando mes y medio o dos meses. Es lo más positivo de todo esto. La verdad”.

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