Guerra
Maksym y Yehor, un año de paz en Osasuna
La guerra en Ucrania cambió la vida de millones de personas, entre ellas la de estos dos jóvenes que desembarcaron en Tajonar para seguir jugando a fútbol y con sus estudios. Ahora miran al futuro con esperanza

Publicado el 26/03/2023 a las 06:00
Hace un año, Maksym Nazarov y Yehor Hrebonos llegaban a Pamplona con lo puesto desde Ucrania. Dos días de carretera y un bolso. En la cabeza, incertidumbre y preocupación por dejar a sus familias en un territorio en guerra. “Solo pido que termine cuanto antes”, anhelan. Atrás quedaba el ruido de las sirenas para dar paso a una nueva vida abierta de par en par por Osasuna, que les acogió y les ha brindado todos los recursos. Un año después hablan castellano a un nivel más que aceptable, juegan en la Mutilvera (club convenido), entrenan una vez a la semana en Tajonar, la residencia Fuerte del Príncipe es una especie de hogar, están a punto de terminar 4º de la ESO en el Colegio Sagrado Corazón, ejercen de recogepelotas en El Sadar y solo piensan en el futuro junto a un balón de fútbol con esa inocencia que transmiten estos chavales del 2006. Maksym acaba de cumplir 17 años y Yehor, en noviembre. “¿Por qué no podemos luchar por ser profesionales?”, proclaman. Esa es su pelea. De momento no piensan en volver a su país para priorizar ese sueño. En Ucrania brota el miedo. Todo pende de un hilo. En este año han encontrado la felicidad.
Maksym, hijo único, y Yehor, que tiene una hermana de 9 años, jugaban en las categorías inferiores del F. C. Kryvbas, el primero de mediapunta y el segundo es un centrocampista que puede jugar en banda. Su anterior club está situado en la ciudad de Kryvýi Rih, la octava más grande de Ucrania con unos 700.000 habitantes y amenazada por la tensión de la batalla. Allí están sus familias, con quienes comparten conversación a través de videollamadas. La vía de escape rumbo a Osasuna surgió por medio de Jorge López, responsable de la academia del Kryvbas. Valencia, Cádiz, Valladolid, Levante o Huesca han sido otros destinos de 20 jugadores procedentes de Ucrania. La mayoría, cuentan, van a regresar. Ellos quieren seguir en Navarra.
“Osasuna se ha hecho cargo de todas sus necesidades”, cuenta Ibai Ardanaz, responsable del área de atención al jugador y convertido en su persona de referencia a todos los niveles. Deportivo, académico y formativo. Comparten residencia junto a otras 13 personas y en periodos donde ha cerrado por días vacacionales las familias de otros jugadores se han ofrecido a acogerlos en sus casas. En el club destacan el apoyo desinteresado que han recibido. Tras su estancia en el Cadete A rojillo pasaron al Primera Juvenil de la Mutilvera. En el aspecto académico han progresado y estos días analizan su futuro que puede pasar por cursar un Grado Medio. Preocupaciones alejadas de una guerra que sí afecta a sus familias, que estuvieron una vez de visita.
¿Cómo se encuentran?
Maksym: Estamos lejos de Ucrania y aquí hay otra mentalidad, pero esta es como nuestra segunda. Estamos encantados.
Yehor: Osasuna es un gran equipo, es una experiencia increíble para nosotros. La guerra lo ha cambiado todo y para nosotros también.
¿Cómo vivieron la adaptación?
M: Los primeros cinco meses fueron muy difíciles, no nos podíamos entender con la gente. Ahora mucho mejor.
Y: Las cosas vinieron así. Tenemos que adaptarnos a algo nuevo, estamos solos, sin padres, pero somos mayores. Entendemos esto.
Tuvieron que dejarlo todo.
M: Cuando empezó la guerra estábamos en un torneo con nuestro equipo en una ciudad (Vínnitsa). Nuestro capitán, antes de ir a la cama, nos quitó los móviles para descansar. Me levanté y pregunté cuando era el desayuno y el partido. Me dijeron que no teníamos nada, que había estallado la guerra. Después todo el equipo llamó rápidamente a casa.
Y: Ellos nos dijeron que estaban bien, pero están preocupados por sus hijos.
¿Qué hicieron?
M: Mi familia es de Kiev y se fue al pueblo de mi abuela para estar seguros. Se alejaron de la capital, ese pueblo está ahora ocupado por rusos. Ahora no puedo volver a casa.
Y: Estábamos a una hora de casa en ese momento. Mi padre es militar y me explicó lo que estaba pasando, que todos iban armados y que era para defendernos si pasaba algo. Luego la situación fue peor.
Entonces surgió la oportunidad de llegar a Osasuna.
M: Mi entrenador me dijo a ver si podía ir España. Empecé un viaje de 11 horas en coche, con Blablacar. Fui con un hombre y una mujer. De Vínnitsa a Úzhgorod. Después cogimos un autobús hasta Valencia y en la Academia el contacto era Jorge López. Dijeron que Yehor y yo íbamos a Osasuna. Otro al Cádiz, Levante, Huesca… Ahora el 95% de esos jugadores vuelven a Ucrania. Ya está la situación más tranquila.
¿Cómo fueron los primeros días?
Y: Fuimos a El Sadar, es mi sitio favorito en Pamplona. Toda la gente, 20.000 personas, se juntan para ganar. Me encanta esa atmósfera. Después conocimos a todos los jugadores de Osasuna, nos regalaron sus botas Javi Martínez y el Chimy Ávila. Nos ayudaron para hacer la compra de ropa. Cuando empezó la guerra no pude ir a por mis cosas a la residencia. Estaba solo con la ropa del torneo, que duraba tres días. Y: Vinimos sin nada. Osasuna nos ayudó a comprar ropa, fuimos con Ángel Alcalde (director de Tajonar) y Sandra, de la Fundación. Además, la primera vez que fuimos a la peluquería y no nos cobraron al saber la situación.
Hablan muy bien castellano.
Y: Estuvimos en una academia y los amigos de la residencia y el colegio nos ayudaron. Primero teníamos español y luego las clases.
M: Los primeros meses hablábamos en inglés. Nos entendíamos. Con Rebeca y Maite aprendimos mucho en la academia. Necesitamos palabras y las reglas gramaticales.
¿Cómo están sus familias?
Y: Estamos preocupados porque allí sigue la guerra. Tengo a mis padres y mi hermana de 9 años.
M: Los míos están muy cerca de Bielorrusia. Hay peligro. Mi madre siempre tiene la maleta hecha y el coche lleno de gasolina.
¿Qué les ha aportado Osasuna?
Y: Vamos a El Sadar como recogepelotas. Cuando vino el Real Madrid pudimos hablar con Lunin (ucraniano). En la última jornada igual podemos hablar con Viktor Tsygankov, ucraniano el Girona.
M: Nos han dado la oportunidad de jugar a fútbol, tenemos ayuda con la residencia, es una casa. Tenemos todo lo que necesitamos.
¿Cómo se mueven en Pamplona?
M: Pamplona es muy tranquila, usamos el autobús urbano y es muy cómodo.
Y: Comparado con Kiev es un pueblo. Si estás en el centro en media hora llegas a cualquier lado de la ciudad.
¿Cómo ha sido la adaptación al colegio?
M: Los profesores se han portado muy bien, estamos agradecidos entienden nuestra situación con el idioma. Hablamos más o menos bien, pero para entender historia y filosofía es muy complicado. Lo adaptan para nosotros.
Y: Nos ponen todas las facilidades, así vamos aprobando y aprendiendo.
¿Qué trato han percibido?
M: Quiero decir que la gente es diferente. Todos están sonrientes y de buen humor.
Y: Si aquí perdemos un partido se puede estar de buen humor a los 5 minutos. En Ucrania si perdemos tenemos que hablar con el entrenador seriamente. Si está mal, está mal. Se toma todo más a pecho.
No conocían nada del club rojillo. ¿Ahora cómo lo ven?
M: Es un gran club. Todos los jugadores tienen gran nivel. Son buenos. Osasuna es un club de toda Navarra, tiene mucha afición detrás. Notamos que Osasuna está en cada rincón.
Y: Frente al dinero de otros equipos, Osasuna aparece con su filosofía y consigue traer jugadores. Por ejemplo, Abde.
Osasuna siempre les quedará grabado.
Y: En el futuro vamos a tener que explicar algo a nuestros hijos (ríe).
M: Es parte de mi vida, Osasuna y Navarra estarán en mi vida para siempre.
¿Qué les dicen a sus amigos?
Y: Hablamos por Telegram. Tenemos un grupo, me mandan vídeos de la zona donde vivía, la echo de menos. Quiero verles pronto.
M: Les explicamos que es una nueva vida aquí, alguno quiere probar aquí su oportunidad, otro quiere quedarse en su país. Ellos están en buena situación.
¿Piensan en volver a Ucrania?
M: Tendría que apuntarme a un centro militar y cuando cumpla 18 años pueden cogerme para el ejército e ir a la guerra.
Y: Si vuelvo a Ucrania puedo ir a la universidad, es distinto sistema educativo. Aquí terminamos la ESO y allí es como si tuviéramos el bachiller. Puedo hacer la prueba en algún equipo.
¿Qué saben y opinan de este conflicto?
Y: Está muriendo mucha gente, nos llevamos un gran susto. Nuestros militares defienden el país, para mí son personas muy grandes. No saben si van a morir, y también tienen sus sueños y su familia.
M: Defienden su casa, su familia.
¿Con qué sueñan?
Y: Queremos ser jugadores profesionales pero una gran parte de lograrlo depende de nuestro nivel. Estamos bien en España, tenemos suerte, es un país de fútbol y hay muchas opciones para jugar.
M: Mi sueño es que la guerra termine lo más pronto posible y ya está. Y de nuestro futuro diría que queremos ser profesionales de fútbol. Me centro en eso. Podemos volver a Ucrania y estudiar y acabar con el fútbol. Pero queremos dedicarnos a ello, intentarlo. Quiero luchar por lo que quiero. ¿Por qué no puedo pelearlo?

Ibai Ardanaz: “Tenían miedos, ahora son autónomos e independientes”
Ibai Ardanaz (Pamplona, 1987) vive su tercera temporada como responsable de la parcela de atención al jugador. El caso de Maksym y Yehor le ha marcado porque ha sido su gran apoyo desde que llegaron. Hay complicidad entre ellos.
¿Qué puede contar de esta experiencia?
La situación en Ucrania es complicada, es difícil ponerse en su pellejo, su cabeza a veces está allá son chicos de 16-17 años. Se les está dando una oportunidad aquí. Ahora están en la Mutilvera, club convenido, pueden seguir progresando que es lo que quieren. Les damos estabilidad, no es fácil. Respetamos lo que puede venir de cara a futuro. Osasuna va a estar respaldándoles y dándoles lo que necesiten. Quiero dar las gracias a Pablo Martínez, la figura del club en la residencia que hace todo más fácil.
Ya ha pasado un año.
Cuando vinieron se comentó mucho, pero hay que valorar que hemos seguido ahí este tiempo. Hay gente que ha colaborado de forma desinteresada. Estamos agradecidos. Hemos conseguido ser parte de su formación.
¿Cuál ha sido el trabajo con ellos?
A nivel deportivo han jugado en el Cadete A y tras irse a la Mutilvera han estado viniendo una vez por semana a entrenar con el Liga Nacional a Tajonar. A nivel académico han estado en el Colegio Sagrado Corazón, hay que agradecer el papel de sus tutores Gorka y Mariaje. Han aprendido el idioma y han usado el aula de estudio que tenemos con nuestros profesores. Ha habido un seguimiento académico y deportivo. A nivel social, las familias, los compañeros y los trabajadores del club se han volcado. Y su familia pudo venir a visitarles. Han adquirido los valores que tratamos de difundir en la cantera, ese compromiso, esa disciplina. No han sido una excepción. Hemos posibilitado una vida nueva. Aunque estén en la Mutilvera el club les hace un seguimiento y han entrenado con nuestro equipo, además de estar en el aula de estudio.
¿Ha notado cambio en ellos?
Cuando vinieron eran dos chicos con miedos, con una incertidumbre terrible. Ahora son autónomos, independientes, se relacionan con la gente. Dan el paso. Se ha visto un gran cambio, son más responsables más maduros. Es una edad complicada, tienen una pasión por el fútbol que les hace estar lejos de su familia.
¿Cuál es su papel en Tajonar?
Es la tarea más diferente. Dentro de mis funciones está coordinar con otros departamentos, soy la persona referente de las familias, estoy cerca de ellos porque son parte del proceso de sus hijos. Tenemos reuniones periódicas. Se suma el tema de comunicación con jugadores y sus familias, se hace a través de mí. También hago un seguimiento de la formación académica y coordino el área de estudio, la residencia, además del transporte de los chavales que vienen de fuera. Atiendo sus necesidades. Hay que apoyarles y mostrar cercanía.