El descenso del Megacalzado Ardoi en el último partido de su capitán no empañará una trayectoria de más de veinte años. Sin el currículum de sus hermanos Txemi y Álex , que cuentan con un largo historial en la ACB, Pope Urtasun ha sido un ejemplo de dedicación y constancia para todos aquellos con los que ha compartido vestuario. En Zizur, donde ha formado una familia y ha tenido a su tercera hija el pasado 9 de abril, recibió un homenaje a la altura de una carrera que ha experimentado miles de momentos y que puso su punto y final en Getxo.
¿Cómo está días después de jugar su último partido, con descenso incluido?
Ha sido un poco triste. Por un lado, los dos últimos partidos han sido la leche a nivel individual. El último aquí en casa metí un triple para ganar el partido y me hicieron un homenaje. Y en Getxo hice un gran partido -anotó 27 puntos-, pero me quedé con la mala sensación de no haber conseguido el objetivo. Me fastidió mucho porque me había involucrado con el equipo. Me quedé con los chavales, para tratar de mantener al equipo un año más. Da pena dejarlo así después de nueve años seguidos.
¿Se marcha con sabor agridulce?
Sí, totalmente. Contento por haber jugado hasta los 42 años, por haber ofrecido buen nivel, por los últimos días bonitos… Pero con la pena de que el final fuera así.
Hábleme de ese homenaje en Zizur.
Fue muy emocionante. Yo sabía que se acercaba el final, pero no lo había pensado hasta estas últimas semanas en las que he tenido a mi tercera hija. Le dije a mi mujer que viniera con las tres por si era el último. Le avisó a Juantxo Ferreira -entrenador del Osés y exentrenador del Megacalzado-, al presidente, a mi familia... Como nos jugábamos mucho, vino mucha gente del Alvecón también. Estaba la grada llena. Fue muy bonito. Salieron mis hijas con el ramo, que eso fue sorpresa para mí. Y además ganamos con mi triple, lo que nos dio esperanza para la última jornada.
¿Ha influido ser padre por tercera vez para tomar la decisión?
Sí, claro. Ya me han aguantado con dos hijas, con la tercera era demasiado -ríe-. Sí, se ha juntado todo un poco. Al final, se nota que el rendimiento baja conforme pasan los años. He tenido algún problema físico, y quería dejarlo con buen sabor de boca, estando bien. Y sé que el año que viene, esté o no el equipo en EBA, los que están lo van a hacer muy bien.
Eso del rendimiento… En su último partido anotó 27 puntos.
Eso es lo malo, que siempre acabó en buena forma las temporadas y me animo a seguir otro año más -ríe-. Pero esta vez parece que es la definitiva.
Tras nueve temporadas seguidas, ¿qué es Zizur para usted?
Llegué con 34 años, pensando que ya era un veterano y que me quedaban dos telediarios. Al final, aquí conocí a mi mujer. A nivel deportivo, hemos ido a tres fases de ascenso hacia la LEB Plata. Empecé a jugar con amigos con los que había coincidido antes y he acabado jugando con chavales a los que doblo en edad. Aquí me siento en casa. Se está muy bien en el pueblo. La gente te saluda, te para, es muy bonito. Y en el Ardoi hay mucha gente que trabaja de forma desinteresada, es un gran club.
¿Cómo ha sido esa adaptación a la gente joven? ¿No se ha quedado descolgado?
No, para nada. Menos con algunas palabras que no les entiendo -ríe-. Me he sentido muy bien con ellos, la verdad. Tienen mucho compromiso y ganas de aprender. No sé cómo me verán ellos a mí. Hay veces que me gustaría ser más cercano, pero al ser parte del club no lo hago tanto.
¿Qué ha sido el baloncesto para usted?
Todo, o casi todo. Es lo que más y mejor he hecho en mi vida. Toda mi vida ha girado en torno a él. Mis padres se conocieron por el baloncesto, mis hermanos viven todavía de él… Para nuestra familia ha sido trabajo y afición.
¿Seguirá ligado a él?
Sí. Ya tenemos algún proyecto en mente mis hermanos y yo. Algo de formación, campus 3X3…
Sus hermanos ahí siguen…
Tienen mucho mérito. Yo entreno tres tardes y juego el fin de semana. Pero ellos se siguen dedicando al baloncesto completamente con 39 años. Entrenan cinco días. Me parece increíble. Tenemos el baloncesto muy dentro. En las comidas familiares no se habla de otra cosa. Del equipo de uno, del otro…
¿Con qué se queda de su larga trayectoria?
Sobre todo, con la gente que he conocido. Estos días me ha escrito mucha gente, de San Cernin, de Alvecón… Me quedo con la gente y con las experiencias vividas. Las buenas y las malas. Ha habido ascensos, fases que no hemos ganado, descensos… Ha habido de todo. Es como una vida en miniatura. Lo dejo, pero de forma muy satisfactoria.
La carrera de Pope en palabras de Txemi
“Para mí, Pope ha sido un referente. Mi hermano y yo siempre nos hemos reflejado en él”. Así empieza a hablar de su hermano mayor Txemi Urtasun. Ni los 342 partidos que acumula en la ACB, ni los dos subcampeonatos de la Eurocup con el Cajasol y el Herbalife Gran Canaria han hecho al actual escolta del Ourense de la LEB Oro dejar de admirar a quien le introdujo en el mundo del baloncesto, además de sus padres, quienes se conocieron gracias a este deporte. “Álex y yo crecimos viéndole jugar. En el San Cernin, en el Alvecón, en Askatuak... Para nosotros siempre ha sido un orgullo”, añade Txemi.
En tono de broma, pero de forma sincera a la vez, el exjugador del Betis afirma que “mucha gente dice que él era el bueno de los tres, y creo que es verdad. De hecho, en los uno contra uno que jugamos en verano, nos gana muchas veces”, bromea. “Quizás no tuvo la suerte de salir hacia el Siglo XXI o hacia otro lugares, pero no tiene nada que envidiarnos”, indica. “Podría haber sido algo negativo para él que lo comparasen, y ha sido todo lo contrario. Siempre nos ha seguido con entusiasmo y orgullo. Me gustaría agradecérselo, porque dice mucho de él como hermano. Ha sido un ejemplo”, concluye Txemi.
Su otro hermano, Álex, valora su trayectoria
El actual jugador del Lleida de la LEB Oro, Álex Urtasun, solo tiene buenas palabras hacia el recorrido de su hermano mayor. “Lo que más destacaría de Pope es el amor por el baloncesto llevado al extremo”, indica el escolta. Con casi 300 partidos en la élite nacional, Álex elogia la disciplina de Pope, lo que le ha llevado a estar en forma hasta el día de su retirada, con más de 42 años. “La profesionalidad con la que se prepara física y mentalmente para disfrutar en la pista”, destaca un jugador que no se olvida de “la cantidad de esfuerzos personales y familiares que ha tenido que realizar, especialmente cuando ha jugado fuera de Pamplona”.
También se atreve a compartir una de las claves por las que Pope ha conseguido lo que ha conseguido: “cantidad de noches de TV, sin dormir, viendo e imitando las jugadas que hacían los mejores jugadores”. El amor, el esfuerzo y la dedicación han sido la causa de una carrera tan extensa, que ha recogido sus frutos en forma de playoffs de ascenso y salvaciones con el Megacalzado, hasta este último año. “En definitiva, la pasión que ha puesto, su amor por el basket en todo momento. Sin duda, ha sido ejemplar en todos los aspectos”, finaliza Álex.
Quién es Pope para su gran amigo Aitor Alonso
Su amigo y último entrenador en el Megacalzado Ardoi hasta el pasado fin de semana, Aitor Alonso, se deshace en elogios al ser preguntado por Pope. “Qué decir de Pope… No oirás a ningún compañero hablar algo malo de él”, dice. Compañeros de equipo en el pasado, de dirección en el Osés Construcción de LF2 y entrenador-jugador en la última época del escolta, el baloncesto les ha unido de por vida. “Uno de mis mejores amigos. De los mejores amigos que me ha dado este deporte”, afirma Alonso, que prosigue: “una trayectoria impecable, amor por el juego, referente del baloncesto navarro en los últimos veinte años. No hay nada que le guste más que jugar. Por eso ha hecho todo lo posible por alargar su carrera”.
Hasta el último partido en Getxo estuvieron unidos, en el que Urtasun anotó 27 puntos, insuficienteas para ganar y salvar la categoría. “Verle con 42 años años cómo los chavales de 22 le miran como un referente... Les anima, les enseña. Hasta el último día lo ha dado todo por la victoria”, indica el entrenador, quien destaca “su gran capacidad de adaptación”. Lo define como un “adelantado”. Y no se olvida de recalcar que, sobre todo, es “un amigo”. i.o.u.