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Fotos que hablan

Interior de la parroquia de Los Arcos hace un siglo

Ampliar Detalle del retablo mayor de Los Arcos con las imágenes marianas veladas, en 1916.
Detalle del retablo mayor de Los Arcos con las imágenes marianas veladas, en 1916Foto Archivo Mas 1916. Archivo General de Navarra
  • Ricardo Fernández Gracia
  •  Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro  
Actualizado el 07/05/2023 a las 19:48
La Diputación Foral de Navarra encargó en 1916 al prestigioso Archivo Mas un gran reportaje con los principales monumentos que, en aquel momento, se consideraban fundamentales para la historia del Viejo Reino de Navarra, que se tituló Album iconográfico del Reino. El Archivo fotográfico Mas fue creado por Adolfo Mas Ginestá (1861-1936), fotógrafo muy bien relacionado con los círculos artísticos de la época, que recibió encargos de instituciones nacionales e internacionales.
Frente al gran bloque de edificios medievales, entre los escasos de época barroca fotografiados, figuran varias instantáneas de la parroquia de Los Arcos. Nos vamos a detener en una de ellas, en donde el objetivo se detuvo ante la cabecera con el retablo mayor y, como testimonio histórico de primer orden, nos fijaremos en dos aspectos que llaman la atención tras su detenida observación: los velos delante de las imágenes marianas y, por último, los bancos del ayuntamiento que, como patronos de la parroquia, tenían sus asientos a dos coros enfrentados, desaparecidos hacia 1972. También, sería susceptible de análisis la ubicación de algunas esculturas, puesto que la percepción que hoy tenemos de las imágenes y los retablos no ha sido similar en siglos pasados. Una vez construidos, por motivos de modas, estéticas cambiantes y también de índole devocional, algunos de sus elementos se transformaron y sus imágenes variaron de lugar, alterando el orden de lectura con el que se habían planteado en su origen. En este caso, el lector puede comprobar, comparando con una fotografía actual, los cambios iconográficos.
Al tratar de un tema sobre patrimonio cultural de Los Arcos siempre es obligado acudir a los estudios de Víctor Pastor Abaigar y no sólo a lo escrito, sino a las observaciones que nos proporciona, algo que habla de su generosidad.
LAS IMÁGENES MARIANAS VELADAS
Si nos detenemos frente al nicho de la titular del templo, la imagen gótica de Santa María de Los Arcos y en el pabellón dieciochesco de la Virgen de Nieva, que llegó a la localidad en 1741 y contó con cofradía propia desde 1829, observamos que ambas imágenes están veladas y no precisamente porque sea Semana de Pasión o Semana Santa, cuando se tapaban altares e imágenes de especial devoción. El color claro de los velos evidencia que se trata de los “vela” con los que se cubrían desde la Edad Media los iconos de gran valor devocional. En el culto religioso medieval, el 'velum' formaba parte de la escenificación de la imagen de altar. La acción de velar y desvelar concretaba en aquellos tiempos la dialéctica de la presentación de las imágenes, de acuerdo con la función litúrgica y la fiesta a celebrar. La cortina era, asimismo, un elemento del protocolo y ceremonial real que, con precedentes bajomedievales, tuvo amplia proyección en los siglos de la Edad Moderna. El ceremonial, observado secularmente en algunas romerías y peregrinaciones al santuario del Puy o a la colegiata de Roncesvalles, hasta el siglo XIX, recoge minuciosamente el modo de desvelar las imágenes.
Cabecera de la parroquial de Los Arcos en 1916.
Cabecera de la parroquial de Los Arcos en 1916Foto Archivo Mas. Archivo General de Navarra
Los inventarios de ropa litúrgica de la parroquia describen una gran cantidad de vestidos, tocados y mantos de la titular y patrona de la localidad, muchos de ellos acordes y pertenecientes a los ternos de diferentes colores y categorías, reseñándose como los más importantes el bordado en oro y otro procedente de París. Del mismo modo, se recogen cortinas de tafetán, tapicería y de diferentes colores.
Como dato curioso hay que notar que el velo de la titular del templo tiene pintada su imagen, pero vestida, tal y como se veneró durante siglos hasta 1911, en que el párroco, siguiendo lo que se había hecho en el Puy o en Ujué, en 1886 y como consecuencia en ambos casos de la visita de don Pedro Madrazo, decidió quitar manto, tocas y demás vestimentas a la imagen, algo que fue celebrado por el obispo y el arquitecto Ansoleaga, presidente de la Comisión de Monumentos, en una visita al templo, llegando a prohibir que se le volviesen a poner e incluso a ordenar que se quitasen las coronas de plata, añadiendo el obispo que “prohibía para siempre el que se le pusiera nada a la Virgen, aunque hubiera que sacarla en procesión”.
En relación con la titular del templo, en el reportaje de 1916, también se incluyó su trono barroco y al fondo el velo. Aquella pieza fue obra del estellés Juan Ángel Nagusia, que tuvo entre sus mejores clientes a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII al patronato de Los Arcos. Para 1736 ya estaba terminado, cuando contrató su dorado el maestro José Bravo y se denomina a la pieza como “a la nueva moda”, para indicar el decorativismo pleno imperante en aquellas décadas de la primera mitad del siglo XVIII. Para las novenas, al menos desde el siglo XVIII, se trasladaba a la imagen con el trono completo al presbiterio, colocándose delante de un dosel con su cortina, todo de color carmesí con sus correspondientes franjas.
LOS BANCOS DEL AYUNTAMIENTO DE 1791: UN NOTABLE CONJUNTO DE REJERÍA
La instantánea nos retrotrae al espacio del presbiterio en el Antiguo Régimen, cuando el regimiento local ostentaba el patronato de la parroquia y, por tanto, tenía los derechos inherentes al mismo, entre los que figuraban unos asientos especiales, dentro de unos enrejados, en este caso a dos coros a ambos lados de la capilla mayor, inmediatos a su reja y comulgatorio. Sobre el significado de este tipo de piezas y su ubicación en el templo, Alejandro Aranda ha publicado una cuidada monografía recientemente (2021). La realización de todo aquel conjunto, hoy mutilado, se decidió por parte del patronato parroquial en 1791. Así lo atestiguan distintas noticias inéditas, que hemos encontrado en los protocolos notariales y en dos procesos litigados en los Tribunales Reales.
Trono barroco realizado por Juan Angel Nagusia y José Bravo (1736) para la titular de Los Arcos.
Trono barroco realizado por Juan Angel Nagusia y José Bravo (1736) para la titular de Los ArcosFoto Archivo Mas. Archivo General de Navarra
Todo se inició cuando se decidió remodelar el área del presbiterio y reducir su ámbito para dar más espacio al pueblo. Un plan ideado por el maestro de obras de Los Arcos, Lorenzo Solano en 1791, con unas advertencias del maestro del obispado Simón de Larrondo y del rejero Lázaro de Gárriz, se sacó a subasta. En el proyecto se incluían las obras del nuevo enlosado y las rejas del comulgatorio, de los colaterales y del espacio destinado al regimiento y sus bancos, como patronos de la iglesia parroquial. El rematante fue el maestro estellés Pedro José Lezáun que, obviamente, tuvo que subcontratar todo lo relativo a las rejas y sus balaustres con sendos maestros de esta última especialidad, los también estelleses Bernardo Ros y Joaquín Gabiría.
Cuando la obra estaba sin terminar, los patronos de la parroquia, siempre celosos a lo largo de los siglos por tener lo más y mejor para el templo, hicieron un nuevo contrato con el mencionado Lezáun en aras a sustituir el hierro de las pilastras y los pasamanos por latón dorado, dejando el hierro sólo para los balaustres y otras partes menos visibles. Para tomar tal determinación, esgrimieron ante las autoridades de la diócesis que de hacerse todo en hierro no tendría el lucimiento que poseían algunas rejas de la catedral de Pamplona y otros lugares públicos.
Postal de hace cien años con el presbiterio de la parroquia de Los Arcos y los enrejados.
Postal de hace cien años con el presbiterio de la parroquia de Los Arcos y los enrejadosColección particular
Los dos herreros de Estella tuvieron que solicitar de un latonero y calderero establecido en Pamplona y de origen francés asentado en el barrio de la Magdalena, José Marcout, que hiciese la obra. Al enterarse en Los Arcos de esto y lo que es peor, que al francés le habían pagado menos de lo estipulado, se suscitaron diferentes pleitos entre el patronato y los propios artífices.
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