Carlos Chaouen es el seudónimo de Juan Carlos Sánchez Ceballos, un poeta que nació en la Isla de León de San Fernando (Cádiz) en 1974, que con 12 años se trasladó a vivir a Madrid y que a los años volvió a su Cádiz, a Vejer de la Frontera. Es de esa generación en la podemos resaltar a Luis Ramiro, Quique González (del que es gran amigo) o incluso Ismael Serrano. Desgraciadamente y a diferencia de los dos últimos Carlos no ha tenido el apoyo del gran público. Pero sí el apoyo incondicional de muchos compañeros y compañeras artistas que lo han tenido y lo tienen como fuente de inspiración, también de la crítica. Y no ha sido ni su talento enorme ni su indiscutible arte, aunque quizá no le ha ayudado su vida de claroscuros que en ocasiones le han hecho aparecer y desaparecer como el Guadiana. Son esas historias de las que te preguntas por qué no le ha acompañado la fortuna en todos los sentidos.
Carlos le tenía muchas ganas a Pamplona para su despedida, porque después de estar 25 años en los escenarios ha dicho basta y en Navarra no ha podido actuar apenas veces. Aunque ha comenzado anunciando que de una manera u otra seguirá conectado con la música. Quizá como letrista y compositor de canciones para otros, no olvidemos que canciones suyas como No me canso la ha popularizado Ana Torroja o Picasso en mis ojos Diego el Cigala.
En realidad Carlos es psicólogo. Terminó la carrera de Psicología en 1997 y también cursó estudios en psicoanálisis y el período docente del doctorado en Cognición y Trastornos en la UAM. Estuvo como psicólogo en prácticas en varias instituciones psiquiátricas en Cantoblanco, Ciempozuelos, Madrid y Palencia. Y es máster en Intervención Psicoterapeutica Cognitivo-Social (Uned, 2014). Pero siempre quiso que la música fuera su guía porque posee y transmite un universo poético muy especial, terriblemente personal y es único transmitiendo el dolor a borbotones. Una de las primeras canciones que transmitió a un cómplice y admirado público en Rockolllection era esa magnífica Vente que dice: “Vente que te espero en la aduana del cariño, con un carné falso, con una foto de cuando era un niño. Vente. Tengo muchos agujeros en el brazo, cada uno es de un abrazo, que quise darte, y tú no hacías caso”.
En aquel repertorio profundo en el que repasó en la sala pamplonesa una treintena de canciones demostró que le han quitado del escenario las circunstancias, porque de toque de guitarra y de voz está en perfectas condiciones. Dicen de su estilo que es fusión de autor. Ciertamente tiene en su genética de melodías hermosas y dolorosas en su expresión el deje y los arpegios del espíritu del sur y del flamenco. Tenue pero presente y definitorio, al margen de su capacidad de saltar al rock en un abrir y cerrar de ojos. La forma de morir en sus canciones, de desgarrar la voz, de atizar el sentimiento arisco y doliente le hace único y le confiere una autenticidad desmesurada en la expresión. Un repertorio en el que fue desgranando canciones de todas sus épocas, de sus ocho discos de estudio desde aquel Carlos Chaouen de 1998 al último Refugio (de 2020) que lo público el sello navarro El Dromedario Records. Temas tremendos como Pintando en el cielo, La vida tiene estas cosas, Flores secas o Semilla en la tierra que dice: “Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón, tirando piedras, contra la última frontera. La que separa el mar del cielo. Del color de tus maneras. La que me lleva a la guerra a ser semilla en la tierra”.
Era un concierto entregado, profundo y visceral de sentimiento en el que fue emocionalmente de menos (aunque nunca fue ligero o tenue) a más. Hubo un momento en el que metió la distorsión a la guitarra y subió otro punto en la expresión en rock, con la voz aún más rota. Fueron momentos para disfrutar de Seré, de No me canso o de Corazón con ese “y tú qué dices, corazón. Que no se me acomode el amor pa cuando estalle. Y tú qué dices, corazón que me tiendas al sol en plena calle. Y tú qué dices, corazón. El tiempo es la fragua que aprieta mis alambres. Y tú qué dices, corazón, que te calles, que te calles, que te calles…”
Subió el Kutxi para cantar con él a dúo y para confesar que “el Chaouen es el único que me ha hecho llorar con una canción”. La emoción de la despedida en Pamplona se cortaba con navaja plateada en el aire. Esperemos que Carlos no se vaya del todo, que la música le necesita, y mucho.
Carlos Chaouen
Concierto de Juan Carlos Sánchez Ceballos Carlos Chaouen celebrado el jueves 27 a las 21 h. en la sala Rockollection de Pamplona. Lleno. En primer lugar actúo el cantautor navarro Gussy con un set de siete temas. Después lo hizo Carlos Chaouen durante dos horas. Al final accedió al escenario Kutxi Romero para cantar con Carlos el último tema del concierto. Gran ovación final