Paul Urkijo: "El equipo ha tenido que dejarse la piel en 'Irati' y eso se nota en la película"

'Irati' puede verse como un golpe en la mesa de lo que es capaz de hacer el cine local. Se ha comparado con 'El señor de los anillos' o con 'Excalibur' - hay quien la llamó Euskalibur- pero no hace falta irse tan lejos, ni contar con un dispendio de presupuesto, para contar una historia tan bien y tan pegada a la tierra donde se rodó. Paul Urkijo (Vitoria, 1984) lo tenía claro y ha conseguido rodar la primera película fantástica de espada y brujería medieval que se ha hecho en España, ambientada en el Pirineo y en el siglo VIII, cuando las creencias y la cosmovisión autóctonas empezaban a perder la batalla frente al Cristianismo. La película no ganó ninguno de los cinco Goyas a los que estaba nominada, el hecho de que no estuviera estrenada aún -llegará a los cines el día 24- probablemente jugó en su contra ya que no había sido vista por muchos académicos, pero Urkijo no le da importancia y admite que él también ha oído el run-run que precede a su llegada a los cines; hay ganas de verla y lo sabe. ¿Cómo le cabía todo esto en la cabeza? Yo cuando empiezo a escribir parto de esa obsesión y ese amor a la mitología vasca y a la historia del reino de Navarra. Mientras voy escribiendo el guion voy desarrollando la película visualmente; voy haciendo ilustraciones, diseñando espacios naturales, la estética de las criaturas y deidades, y localizo mucho los lugares. ¿Y, una vez hecha, es la película que había imaginado? Al final hay que ser orgánico a la hora de rodar, nunca tienes claro cómo va a ser la película del todo, pero desde luego lo que es el corazón lo tengo claro desde el principio y es fiel a cómo termina. ¿Se puede rodar todo lo que imagina? Siempre he trabajado partiendo de las limitaciones. Desde mis primeros cortos hago género fantástico, y es un género que te pide más medios, necesita criaturas, situaciones oníricas... eso genera mucho más gasto. Tenía muy claro que la película iba a ser rodada en entornos naturales lo más preciosistas posibles, y eso es un valor de producción. En el tema de la mitología y lo fantástico siempre he tendido a ser sutil, a tender más al realismo mágico que a lo fantasioso, a lo excesivamente efectista, porque creo que es más poderoso el sugerir. ¿Tuvo mucho trabajo previo en convencer a los productores? Sí, claro. Han sido cinco años de trabajo y lo más largo es siempre conseguir el presupuesto para poder levantarla, convencer a los productores de que es factible. Para eso lo que hago es prepararme una muy buena preproducción, hago un desarrollo, un libro de tapa dura con los valores conceptuales y con la película desarrollada visualmente y así tienes materiales para poder convencer a los productores y también para mostrar al equipo qué es lo que tú quieres. Si coge esta historia Hollywood con muchos más millones seguro que habría hecho algo espectacular pero en todo caso tendría que venir aquí a rodarla, ¿no? Sí. Lo que no sé es si lo hubiera hecho mejor. No porque nosotros lo hayamos hecho mejor o peor, sino porque tener más presupuesto no quiere decir que las películas sean mejores. Al final es más importante cómo aprovechas el dinero y que el equipo se deje la piel por la película. Yo mismo pienso si tuviera más dinero si la habría hecho mejor o no. Buena parte de la película transcurre en cuevas, ¿cómo se mete un equipo tan grande a rodar ahí? Uno de los puntos fuertes de la película son los entornos naturales, que están directamente relacionados con esas deidades mitológicas de las que habla la película. Era muy importante para poder hacer una película épica, fantástica, poder buscar esos lugares preciosos que tenemos por toda la zona del Pirineo, Navarra, País Vasco... Es complicado, hay que encontrar lugares donde se pueda llevar el equipo justo y necesario para poder rodar. Y bajo tierra, más difícil aún. Sí, rodamos en dos cuevas, en Arrikrutz, en Oñati, y en Pozalagua, Carranza. Para la cueva de Oñati teníamos que bajar todo el equipo veinte minutos bajo tierra y no podíamos salir de allí en todo el día, ni para hacer nuestras necesidades. Teníamos unas botellas con nuestros nombres para poderlo hacer ahí. Estuvimos así durante una semana. Es duro pero también es una aventura y el rodaje ha sido muy bonito en ese sentido y la gente ha tenido que dejarse la piel pero ha habido muy buen ambiente y eso se nota en la película. ¿Cómo se ordena por ejemplo el caos de una batalla con granizo, caballos, figurantes, sangre..? Al final parto de las limitaciones, y no teníamos tantos figurantes. La clave estuvo en buscar un recurso visual, una estrategia para que la batalla quedara impresionante. Para ello lo que hice fue bajar la cámara a ras de suelo, que se vieran los pies en el barro, que salpicaran a cámara. Acercaba mucho la cámara a la figuración y luego los huecos rellenábamos con soldados digitales. La idea era tenerlo todo previamente muy, muy claro; las coreografías, los combates y cómo quieres rodarla para hacerlo bien. Por ejemplo la batalla la rodamos en un solo día. Para los protagonistas, Eneko Sagardoy y Edurne Azkarate, habrá sido un rodaje duro. Sí. Tenía claro que necesitaba actores fuertes porque la película es muy física. Hay muchas peleas, están corriendo, a caballo, de aquí para allá. A Eneko lo tenía claro desde el principio, ya le conocía desde Errementari, y ha hecho un trabajo físico increíble: gimnasio para ponerse cachas, dieta, esgrima, equitación... Como actor es fenomenal y el personaje es muy interesante a nivel dramático, pero físicamente también se ha tenido que transformar. Y a Edurne la descubrí en el casting. Desde el primer momento vimos que la prueba con euskera antiguo que había preparado tenía una sonoridad que es la que tenía que sonar en la película. Es una mujer fuerte, física, y tiene ese magnetismo que necesita Irati. En festivales como Sitges o la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián se ha repetido lo mismo: ovaciones y ganan el premio del público. ¿le da una pista de por dónde irá la taquilla? Ojalá siga la misma senda. La verdad es que Sitges fue el estreno y tuvimos una proyección llena de aplausos y la gente incluso me agradecía la película, fue muy bonito, y además nos llevamos el premio del público. Y, como dices, en el resto de festivales ha pasado lo mismo. Ojalá que el público vaya a las salas, le guste la película y la recomiende. ¿Hay mucho cine en su mirada? Las películas que me han influido son las que vi de pequeño en los 80, como Excalibur de John Boorman, o Conan el Bárbaro, de John Milius, o incluso Jason y los argonautas, que siempre me encantó. Pero a nivel visual quería que la película fuera lo más grande posible, con lentes anamórficas, planos generales... llevarlo un poco a las películas de David Lean como Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago. Viendo 'Errementari' e 'Irati', ¿cree que se puede identificar ya una marca o estética personal? No pienso mucho en eso, al final son mis películas y tendrán algo en común. Lo tiene que decir la gente. Pero, vamos, que no hará una película sobre una pareja discutiendo en una cafetería. Bueno, igual si es una cafetería llena de monstruos, sí.

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