ENTREVISTA
Teatro
Sandra Ferrús: 'El teatro permite empatizar con los demás, ponerte el zapato de otro'
La actriz, dramaturga y directora teatral llega al Festival de Olite con 'La panadera', una obra que aborda el tema de la violencia digital a través de una mujer que, sin quererlo, se convierte en la protagonista de un video de contenido sexual que se hace viral en las redes sociales

Publicado el 15/07/2022 a las 06:00
No es fácil meterse en la piel de una mujer que, de un día para otro, siente que su vida se desmorona cuando se hace viral un video de contenido sexual que ha filtrado la que fue su pareja hace quince años. Sandra Ferrús (Alcira, Valencia, 1979) lo ha hecho por partida doble. Además de ser la autora y directora de "La panadera", la obra de teatro que esta noche levantará el telón de La Cava (22 horas) en el Festival de Teatro de Olite, mostrará su faceta de actriz cuando suba al escenario para interpretar a Concha, una mujer de 40 años que, de pronto, dejará de ser esposa, madre, hija, amiga y trabajadora para convertirse en una víctima de la violencia digital que tendrá que soportar comentarios, miradas burlonas o reproches al sentirse señalada en la calle.
La obra describe un tema tan actual como preocupante. ¿Cuál fue el punto de partida de "La panadera"?
Leí una noticia en el periódico que me afectó, trataba sobre una mujer cuya intimidad estaba en boca de todos al difundirse un video sin su consentimiento. Me imaginé a esa mujer, pensé si estaría bien, si tendría apoyo, si estaría acompañada en su dolor, si tendría hijos, familia... Me puse en su lugar y pensé como afrontaría algo similar. Y se me removió todo, sentí mareos, un dolor de tripa desde dentro. Cuando me repuse, reflexioné por qué me estaba angustiando tanto, si era por mi educación, mi cultura, por el hecho de ser mujer. Me hice muchas preguntas.
Escribir esta obra, ¿es una manera de dar respuesta a todos sus interrogantes o busca una reflexión de la sociedad?
Hay una pregunta que prevalece por encima de todas: ¿somos conscientes del daño que podemos hacer con un simple “click” con el dedo en un móvil o cualquier otra pantalla?
¿Por qué decidió escribir, dirigir e interpretar "La Panadera"?
Escribiendo y dirigiendo disfruto tanto como actuando, además de que me parece que son facetas complementarias y que puedo afrontarlas a la vez. Conseguí la beca Nuevas Dramaturgias que conceden conjuntamente el Teatro Principal de Vitoria, Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. Gracias a la beca pude escribir La Panadera y mi suerte continuó cuando el Centro Dramático Nacional, dirigido por Alfredo Sanzol, quiso producir esta historia y apostar para que se escuchara a esta mujer que puede ser cualquiera de esta sociedad. Confiaron en mí para dirigirlo e interpretarlo y me siento muy bien acompañada, con un equipo impresionante. Para mí es un sueño hecho realidad con mucho compromiso por parte de todo el equipo y con mucho amor a estas mujeres.
¿Las redes sociales condicionan nuestra vida?
Hay que reflexionar, ser conscientes del poder que tenemos y la responsabilidad que debemos afrontar cuando utilizamos las redes sociales. Son herramientas que nos pueden ayudar si las utilizamos bien, pero son muy peligrosas según los comportamientos, pueden destrozar la vida a alguien. Hay que tener mucho cuidado con lo que se comparte, yo cada vez soy menos espontánea. Si la obra sirve para que la gente reflexione un poco, me doy por satisfecha.
¿Por qué lo dice?
Lo mejor que me ha llegado después de algunas funciones han sido reflexiones de gente que ha dicho que se van a pensar dos veces hacer un “click” para ver algún contenido. Es importante que la obra remueva sentimientos y pensamientos. El hecho de que la gente salga de la función y haya debate, se hagan preguntas, se escuchen comentarios, es una manera de sentir que nuestro trabajo sirve para algo.
"La panadera", ¿es una obra que emociona y duele a partes iguales?
Duele el corazón porque emocionalmente es muy potente. Siento un compromiso, pero también una gratitud hacia todas esas mujeres que han peleado esta batalla en nombre de todas, por lo tanto, también en mi nombre. Poder darle mi cuerpo y mi voz, para mí es un regalo.
Es actriz, pero también es mujer, ¿hay que ser fuerte psicológicamente para meterse en la piel de la protagonista?
Cualquier personaje que interpretes y tengas un compromiso social, tiene ese componente psicológico. Me exige implicación y un desgaste, me doy completamente porque soy muy emocional y eso me ayuda a profundizar mejor en los personajes. Pero he aprendido mucho de ella. Tiene muchas cosas que a mí, Sandra, me gustaría tener. Es una mujer fuerte, valiente, con resiliencia, es una mujer que tiene muchísimos valores, con empuje, con motor, con mucho amor, muchísimo amor. Y la gente que le acompaña, su marido, sus hijos, su padre, también tienen ese carácter.
Tanto "La panadera" como "El silencio de Elvis", obra con la que se estrenó en la dramaturgia y la dirección, se centran en temas sociales. ¿Por qué?
No es algo premeditado, sino que me sale así, es algo que fluye de mi interior, quizá porque son temas que me preocupan. Es lo que me sale de dentro.
¿El teatro tiene que ser una altavoz de problemas sociales?
El teatro, sobre todo, tiene que ser un altavoz, pero ofrece tantas cosas... Ofrece entretenimiento, disfrute, vivir otras experiencias, ponerte en los zapatos de otro. El teatro te da la oportunidad de empatizar con los demás, poder llorar las lágrimas de otro a través de ti mismo. Puedes reir, soñar, puedes experimentar tantas cosas... Eso es magia. Y aunque suelo hacer teatro social, creo que merece la pena cualquier viaje con personajes que te adentran en distintas historias. Tiene cabida todo tipo de teatro, la pluralidad es positiva.
¿En qué faceta se siente más cómoda, como actriz, dramaturga o o directora?
Poder escribir en tu casa, en la playa o en un parque es muy gratificante. Te da mucha libertad para quien tiene la necesidad de crear, sin esperar a que suene el teléfono para que te ofrezcan algo. Estas esperas, en nuestra profesión, son muy duras. Y con la interpretación vives la posibilidad de compartir con tus compañeros, mirar a los ojos al que tienes enfrente. Defender algo en lo que tú crees es muy interesante y acompañar a los actores en el montaje es muy bonito. No podría elegir entre dirigir o interpretar. Sería como preguntar: ¿a quién quieres más, a mamá o a papá?
Esta noche se estrena con "La Panadera" y el domingo estará en el escenario con "La Tarara". ¿Está en un buen momento de trabajo?
No me quejo de trabajo. Además de estas dos obras, me encuentro en un proceso de creación en casa y sigo con la obra La ternura, de Alfredo Sanzol.