A Lucio Urtubia le encantaba el jazz. “Esa improvisación libre es como la expresión en la cultura del pensamiento anarquista’, decía. Le maravillaba esa libertad”, rememora Marco Bellizzi. El trombonista y profesor en el Conservatorio Superior de Música de Navarra (CSMN) lo recuerda bien porque la música estuvo presente en muchísimas de las conversaciones que mantuvo en sus más de dos décadas de amistad con el histórico anarquista navarro, fallecido en 2020 en París, donde se exilió cincuenta años atrás. “Era un gran melómano y muy cantarín. Su momento top era la sobremesa de una comida, cuando se ponía a cantar las canciones anarquistas de mayo del 68”, ríe Bellizzi. Ha vuelto al detalle de aquellos momentos porque tiene en su mano 'Lucio', el disco que ha grabado con sus compañeros de The New Jazz Collective, Juan de Diego (trompeta), Fredi Peláez (órgano hammond) y Hilario Rodeiro (batería), con los que también se embarcó en 'Lucio, una reflexión escénica', un espectáculo desde el jazz, las ilustraciones de 'El tesoro de Lucio' -el cómic de Mikel Santos, Belatz- y el audiovisual y que se estrenó en septiembre de 2021 en el Teatro Gayarre. Del material con el que trabajaron para ese proyecto han seleccionado los temas del disco en torno a la figura de Urtubia. “El disco intenta reflejar su historia y los personajes principales que le acompañaron”, añade Bellizzi como portavoz de esta “obra coral” que lleva el sello de Errabal Jazz y que han publicado con la discográfica Gaztelupeko Hotsak.
En el recorrido hasta este disco hay mucha implicación personal desde que el anarquista de Cascante y Bellizzi se conocieran en París en agosto de 1999. De hecho, escuchar el relato es una manera de cerrar hoy el círculo.
En aquella época el trombonista acompañó a París a su ya entonces pareja, la flautista pamplonesa Nekane Solana, con una beca de estudios que comenzaba ese septiembre. Buscar alojamiento “fue una locura”. “No nos alquilaban nada en ningún sitio, daba igual el precio. ‘¿Músicos? no nos interesan’, nos decían”, echa la vista atrás él. Y cuando más agobiados estaban, alguien les habló de que tal vez les ayudara “un hombre de Cascante”. Era Lucio Urtubia Jiménez, exiliado en París desde 1954 por traficar con víveres y que en los años ochenta puso contra las cuerdas a uno de los principales bancos del mundo, el First National Bank, al que estafó 20 millones de euros de los de entonces. Delincuente para unos, Robin Hood para otros -“hacer lo prohibido sin hacer daño a nadie”, resumía el 'leit motiv' de su intenso periplo-, para Solana y Bellizzi fue su salvavidas: albañil, Urtubia había montado una cooperativa, 'Atelier 71', con profesionales de otros gremios en Aubervilliers, en las afueras de París, donde había una casita deshabitada que les ofreció. Sería algo pasajero, mientras la pareja encontraba un lugar. Sin embargo, el alojamiento duró cinco años, hasta que comenzaron a salir oportunidades laborales en Pamplona y la pareja regresó definitivamente en 2004. Urtubia no les hizo pagar nunca el alquiler, y ellos le echaron una mano en lo que pudieron, en un momento además en que el navarro quería poner en orden sus papeles, vivencias y pensamientos. “Cuando mi necesidad primera era un sitio donde me dejaran ensayar y no me echaran por ser músico, Lucio me abrió las puertas de su casa. Fue muy generoso. Siempre he dicho que tuve la beca Lucio Urtubia”, apunta Bellizzi. Así conocieron también a su mujer, Anne Garnier, y a su hija, Julieta.
Si bien el contacto y los encuentros se mantuvieron, el relato da un salto de quince años, a 2020, cuando la pandemia canceló muchos proyectos internacionales de Bellizzi. “Es el momento de mirar a mi alrededor”, reflexionó, y se topó con Juan de Diego, compañero en el CSMN. “¿Te parece que hagamos algo juntos?”, le propuso Bellizzi sin imaginar que poco después, ese verano, la muerte de Urtubia el 18 de julio les daría el motivo por el que iniciar un proyecto. “Necesito que los trabajos musicales en los que participo sean corales y los músicos estén implicados, ya que no veo la música desde la perspectiva de un líder que propone y los demás acatan”.
Fue como él y De Diego decidieron qué música querían y qué tipo de formación, pequeña. Y buscaron gente que compusiera, que hiciera arreglos, que entendiera la armonía, a la que gustara debatir, que aportara ... “para poder hablar todo y decidir por dónde ir”. Así cerraron la formación con el guipuzcoano Peláez y el gallego Rodeiro.
¿Cómo se componen las canciones de una vida, que es lo que pretendían con Lucio Urtubia? Documentándose y hablando mucho de él, de las luces, las sombras, de los puntos de inflexión, de la gente que le había rodeado, del ancla en tierra que fue Anne o de su hija Julieta y qué habría supuesto para ella que Urtubia fuera su padre. Partes de la historia que no se habían contado y que The New Jazz Collective podía hacer con su música.
Enseguida descubrieron que “el proyecto era más” y, sin darse cuenta, los siguientes pasos fueron involucrando a Belatz; a Pilar Chozas, de Yerbabuena Producciones; al creador audiovisual Koldo Taínta; a Albert Boadella, prologuista de Lucio, el irreductible... Y el espectáculo 'Lucio, una reflexión escénica' fue tomando forma, dejando que fuera Urtubia quien hablara de su familia, de sus raíces, de la acción, del anarquismo...
Y LLEGA EL DISCO
Ha resultado que el origen de todo llega ahora. The New Jazz Collective reconoce que 'Lucio' “no es un disco purista de jazz”, sino que han hibridado con diferentes estéticas. “Hay jazz, hay improvisación, pero la vida de Lucio fue tan variada que debíamos reflejarla en las composiciones”, resume. Lo inicia 'Lucio', donde dieron a cada letra del nombre un valor musical con el que construir la parrilla armónica y el tema, inspirándose en música de cine francesa. Sigue 'El macho que más mea', una expresión canaria que en The New Jazz Collective es un guiño a ese mundo machista en el que se pone al hombre delante -“en cuanto alguien destaca, le señalamos, le hacemos héroe, semidiós...”-.
También 'Soy el Quico', por el maquis Quico Sabaté, considerado el enemigo público número uno del régimen franquista y al que Urtubia escondió en su casa. Esa frase era la de Sabaté cuando entraba a atracar. “Nosotros nos planteamos qué difícil tenía que ser ese momento, y es un tema frenético”. Le sigue 'Anne', una melodía calmada, intelectual, contrapunto a la primera y armónicamente más profunda, “como un momento de pausa”.
En 'En sirio' se inspiraron en una sonoridad con esas connotaciones musicales. “Queríamos reflejar esas ganas de Lucio de colaborar con todo y con todas las causas sociales que pudo”. Con 'El Che dijo no' han querido reflejar “que no todo le salió bien”. Porque Urtubia se reunió con el Che, al que propuso inundar de dólares el mercado, pero el Che no tomó su propuesta y se volvió a Cuba. “Es un tema al que hemos dado toques de humor. Lucio decía que hay cosas que no salen, pero que se debe dar un paso adelante sin pensar en el que ha ido mal”. Cierra el disco 'Gerezien sustraiak', basada en canciones anarquistas, igual que aquellas que Urtubia cantaba en las sobremesas, como 'Le temps de cerises'. “Con nuestra estética de hoy hemos revisitado esas canciones”, añade Bellizzi, cuya familia mantiene contacto con la de Urtubia en los viajes de unos y otros a Navarra y a París.
Y si Miles Davis y su música acompañaron a Urtubia en todo su final, hoy 'Lucio' “tiene función de legado”.
'LUCIO'
Intérpretes: The New Jazz Collective.
Sello: Errabal Jazz.
Discográfica: Gaztelupeko Hotsak.
Precio: 10 euros (www.hotsak.com).