Las campanas, el Twitter de la Edad Media

Cada pueblo de Navarra, tiene sus propios toques manuales de campana. Francisco Javier Mangado Urdániz, campanero de la Catedral de Pamplona desde hace más de 20 años, cuenta que hay algunos toques que se han perdido porque hubo un tiempo en el que no había gente como para poder mantener un toque manual, y el párroco de cada lugar tomó la decisión de monitorizar las campanas. A la falta de gente se añadió en el pasado que los campaneros, generalmente, “no eran personas de formación musical”, señala el campanero. No había partituras que pudiesen guardar aquellas melodías en el tiempo, por lo que se asociaba cada toque a una especie de canción. “Tente nublo / tente tú / que Dios puede / más que tú”, tararea Francisco Javier Mangado. Esa es la letra que se dio en Pamplona al toque del tentenublo. “En cambio en Olagüe es tente nublo, tente tú y algo así como vete al otro pueblo. Que viene a decir, no eches la piedra aquí échala allá”, confiesa Mangado. El campanero destaca que en la Catedral de Pamplona hay dos balcones a media altura, uno en cada torre. “Eran para hacer el conjuro de la tempestad, para espantarla. Mientras tanto o en otro momento suenan las campanas con el toque”, describe. Respecto a los toques que se han ido perdiendo en la Comunidad foral, José Javier Urdíroz Cilveti -bandeador de Artajona desde hace 27 años y presidente de la Asociación Navarra de Campaneros- señala uno que en Artajona se quiere recuperar, y es el toque de párvulos. Cuando una persona mayor fallece, se toca de una manera, y cuando el que se muere es un niño -de hasta 7 años más o menos- suena el toque de párvulos. En la localidad navarra falleció un niño hace 8 años, recuerda el artajonés, y se volvieron “locos” porque nadie se acordaba de cómo era el toque y el campanero mayor, de más de 80 años, estaba fuera del pueblo. Tuvieron que hablar con el director de la banda municipal y con personas que se acordaban “más o menos”, pero al final lo tocaron. José Javier Urdíroz destaca que la gente mayor del pueblo reconoció el toque. El toque de difuntos es algo que la mayoría de personas conocen, pero hace años, cuentan los dos campaneros, había tres toques diferentes. “Más lento si el funeral era de primera, y más rápido si era de tercera. Dependiendo del dinero que tenía la familia, de cuánto se iba a recaudar o si el funeral se hacía con un cura, tres o cinco. Y con coro o sin coro”, cuenta el bandeador artajonés. Francisco Javier Mangado recalca que en Pamplona, al haber más parroquias, el toque era diferente en cada una de ellas para saber dónde sería el funeral. El día 2 de noviembre, Día de Difuntos en la Catedral de Pamplona, los campaneros repiten el toque en una procesión que se realiza en el mismo interior del edificio, en las cuatro esquinas. “En ellas se hace un réquiem por los reyes, los nobles, el clero y el pueblo”. Ahora, con WhatsApp es más fácil comunicarse para ellos, ya que alguien que está viendo la procesión desde el interior de la catedral, avisa a los campaneros para tocar. “Antes una persona miraba por la puerta, avisaba a otro que estaba en el atrio y nos gritaba a los campaneros”, recuerda Francisco Javier Mangado. Las campanas eran las que avisaban al pueblo de todo lo que pasaba, funerales, llamadas a misa, peligros, ataques, “era el Twitter de la Edad Media”, comparan entre risas los campaneros. También apuntan a que hay más toques alegres, aunque algunos no se pueden catalogar porque simplemente eran para avisar. José Javier Urdíroz menciona que el Doctor Herminio Pérez Garrigues, jefe de Otorrinolaringología en el Hospital La Fe de Valencia, realizó un estudio llamado Cómo afecta el sonido de las campanas a los campaneros, y decía “que no hay mayor incidencia de sordera relacionada con el tema de las campanas”, constata el artajonés. AFICIÓN EN NAVARRA Ambos campaneros afirman que en la Sakana hay “mucha afición a las campanas”, tanto que se llegaron a convocar concursos de campaneros. “Tomás Gamboa ha ganado a nivel nacional varios concursos, es buenísimo”, afirma el bandeador artajonés. En 1968, Tomás Gamboa, de Arruazu, se alzó con el título de mejor campanero en el III Concurso Nacional de Repique de Campanas, donde participaron 16 campaneros y que se celebró en Ihabar, Arakil. “En Alsasua el acordeonista Enrike Zelaia ha recogido todos los toques históricos del pueblo en partituras para que no se pierdan”, destaca el artajonés. Los conciertos de campanas en los pueblos son habituales, como en la semana de la Música Antigua de Estella o en Izagaondoa. Francisco Javier Mangado asegura que prepararon los toques que realizarían en este último lugar. “Yo estaba en un campanario, tenía que ir tras el de Idoate, pero el viento que soplaba hizo que ni siquiera escuchase las campanas. Tuvimos que tirar de reloj y pensar cuándo terminaban”, apunta. La manera “casera” que tienen los campaneros de la Catedral de Pamplona de descubrir los sonidos primarios de una campana es con “un martillo y una aplicación para el móvil de piano. Le das un golpe y sacas la nota”, dice Francisco Javier Mangado. Luego están los sonidos armónicos, que aparecen cuando la campana empieza a reverberar. “Cuando das un golpe fuerte a la campana María, vibra entera. Al estar dentro, vibran hasta los pantalones”, comenta el bandeador artajonés. En Artajona, recuerda José Javier Urdíroz, pagaban a los bandeadores medio jornal cuando había que tocar. “Tenían que segar y había labores en el campo, no iban a dejar el jornal. Así que pusieron sueldo en los años 30 y 40”, cuenta. Añade que cuando se trabajaba en el campo, “hasta que no sonasen las campanas con el ángelus no se paraba para comer”. En Pamplona, al haber varios campanarios diferentes, “había picaresca”, apunta Francisco Javier Mangado. El campanario de San Cernin, indica, no tiene reloj y las campanas se regulaban con uno de sol pequeño que hay en la terraza. “Había un relojero que iba regulando los toques de las campanas según ese reloj, pero los de San Lorenzo no”, concreta, entonces las doce del mediodía sonaban en momentos diferentes en cada parroquia. “Había gente que dejaba de trabajar a las 12 y el jefe le decía a ver por qué, si todavía no habían dado. Y decían: ‘Yo voy con San Lorenzo. Yo voy con San Cernin”, termina entre risas Mangado. Las campanas pueden ubicar con su sonido al montañero perdido José Javier Urdíroz Cilveti cuenta que en una ocasión, mientras estaban tocando en la Sakana, los campaneros de allí contaban que “habían podido sacar a gente del monte gracias al sonido de la campana. Había niebla y no veían nada, entonces se guiaron por el sonido de la campana para volver al pueblo”, comenta. Por otro lado, Francisco Javier Mangado Urdániz selaña que eso mismo le pasó a él en una ocasión. Decidió subir al monte de San Cristóbal, porque es aficionado a correr. El único problema, es que lo hizo un día de nieve y niebla. Subió por la parte del Polvorín y se equivocó de camino. “Cogí una pista, y yo veía que no subía ni avanzaba. Pensé: a ver dónde paro. Llegó un momento en le que la nieve se fundió con la niebla y no veía el límite de la tierra. Era una pantalla blanca. Me decidí a continuar hacia delante hasta que escuché el sonido de las campanas de Berriozar y ya me ubiqué y pude bajar”, concluye. TOQUES PERDIDOS Toque a rebato Era un toque de alarma para cuando había algún ataque en la Edad Media y anteriores. Este toque era común en los pueblos de frontera durante la Reconquista o en la época de los vikingos. Toque del caballero perdido Antes de que se cerrasen las murallas para avisar a todo aquel que estuviera fuera de que entrase. Toque de tentenublo Era, a fin de cuentas, un conjuro para ahuyentar las tormentas. Toque que varía de pueblo en pueblo. Toque para avisar de fuego Reconocido por los vecinos cuando se ocasionaba algún incendio. Toque de difunto según la clase Más rápido o lento según el dinero que tenía y dependiendo de si había coro y cuántos curas lo oficiaban.

Las campanas, el Twitter de la Edad Media

Algunos toques que se realizaban de manera manual con las campanas se han perdido con el tiempo, pero todavía quedan campaneros en Navarra que están decididos a recuperarlos y a conseguir que esta tradición no se pierda en la comunidad

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