Nuevo libro
La arqueología revela que un seísmo destruyó parte de la catedral en 1390
María Ángeles Mezquíriz y Mercedes Unzu datan en un libro hitos de las excavaciones en la seo

Actualizado el 13/03/2021 a las 09:30
“La catedral no está en un sitio muy adecuado. Si se fijan, todas están en plazas, se pueden rodear, la de Pamplona cae por la ripa. El 1 de julio de 1390 se produjo un colapso en la catedral, se derrumbó el coro mayor y parte del viejo templo... ahora se sabe que por un seísmo. Por eso se tomaron luego medidas de seguridad, de estabilización”. Mercedes Unzu describía diáfana uno de los hitos que con María Ángeles Mezquíriz recoge en el libro ‘Arqueología en la catedral de Pamplona. El origen del culto cristiano’, presentado este viernes en la sacristía rococó. El deán, Carlos Ayerra, acompañó a las dos arqueólogas autoras de la obra, que ha editado el Arzobispado. “Un libro accesible, fácil, que se puede comprar por 30 euros en el círculo habitual de librerías”.
La obra es un viaje por las excavaciones llevadas a cabo en la catedral, especialmente entre 1991 y 1993. Las describen y reparan en los acontecimientos y hallazgos más relevantes, “épocas totalmente definidas por los materiales arqueológicos”, apuntó el deán. “Muchas cosas se han escrito de la catedral, ahora nos acercamos más a su origen y al del culto cristiano en la misma, como un homenaje a la primera iglesia de Navarra”, expresó Carlos Ayerra. “Huellas de nuestra historia que ahí están, diariamente gastadas por fieles, peregrinos, turistas y curiosos”, subrayó. El libro, en fin, recoge asimismo los resultados de los últimos análisis e investigaciones a partir de aquellos trabajos.
María Ángeles Mezquíriz agradeció el apoyo del Arzobispado y del deán a la investigación y subrayó que “la catedral de Pamplona, más que ningún otro edificio de la ciudad, es el reflejo de nuestro pasado, conservando entre sus muros testimonios de los distintos acontecimientos que sucesivamente han constituido nuestra historia”. Explicó que “bajo el templo actual se ha encontrado su pasado, como centro religioso cristiano, que se superponía a las edificaciones de época romana de los cinco primeros siglos de nuestra era”.
Las primeras menciones históricas se remontan al siglo X, con motivo de la campaña de Abderramán III contra Pamplona. Sin embargo, los testimonios arqueológicos documentados en las distintas excavaciones evidencian una mayor antigüedad.
Al plantear una actuación arqueológica en la catedral “se tuvo en cuenta la compleja superposición de estructuras, por ser una construcción con una larga evolución histórica, además de la imposibilidad de intervenir en algunos sectores”.
De vuelta al “terremoto”, Mercedes Unzu indicó que llegaron a la conclusión “después de dar muchas vueltas”. “Nos permitimos pensar que había caído por un seísmo, lo consultamos con el geólogo Antonio Aretxabala, y lo consideró muy probable, teniendo en cuenta la existencia de la falla de Pamplona, la situación de la catedral y su envergadura”.
Otro aspecto que, consideran, apoya la hipótesis del seísmo, es que “se efectuaban en ese tiempo obras en el interior del templo, por orden de Carlos III”. “La presencia de maestros y albañiles era diaria, sin duda hubieran podido detectar fallos en la fábrica de las bóvedas y arcos o desplomes en parámetros verticales que comprometieran la estabilidad”. Además, el término “de repente” al aludir a suceso en el Catalogus de Goñi Gaztambide (1952), les lleva a valorar que “un templo levantado sobre potentes cimentaciones descubiertas no parece posible que entre en colapso de repente”. Apuntan que un párroco de San Cernin, J. Albizu, hizo “una descripción poética del derrumbe”, sin precisar la causa. La transcriben en el libro, y éste es un resumen:
“El día 1 de julio del año 1390 es de tristísima recordación en los anales de la catedral de Pamplona. Siendo las cuatro de aquella mañana, cuando los habitantes de la ciudad todavía dormían el último sueño de junio y solamente las aves empezaban a saludar con sus trinos los primeros destellos de la aurora del mes de julio, un ruido prolongado, estrepitoso, puso fuerte tensión nerviosa a todos los pamploneses, especialmente a los del barrio de la Navarrería, más todavía a los canónigos que, sin saber cómo, se pusieron, unos acurrucados en sus lechos, otros sentados en ellos, y alguno de pie en el suelo, como impulsados por un resorte que había sacudido fuertemente el dormitorio común; todos pronunciaban palabras incoherentes, invocaciones piadosas o voces lastimeras, mientras oían retumbar el espacio y sentían trepidar el pavimento. Pasados los primeros momentos de estupefacción, no pocos del burgo de San Cernin y de San Nicolás, estaban a medio vestir en las ventanas de sus casas y en las calles; la catedral era un inmenso montón de ruinas. Quedó en pie, por un lado el frontispicio, con unos trozos de los muros en que se apoyaba, y por otro las dos alas del claustro”.
“No sé si queda algo más por excavar”, tiró de ironía con rictus serio el deán. “Ya está el templo, el claustro, el claustrillo, el Arcedianato, la cripta románica, la torre de los Canónigos...”. “Siempre queda”, apuntilló Mercedes Unzu entre las sonrisas cómplices de la decena de asistentes.
La obra es “un punto y aparte”. En mayo, la catedral volverá a ser noticia, en este caso histórica.
ALGUNOS HITOS
Ninfeo del siglo IVDel siglo IV han identificado un Ninfeo, una fuente monumental dedicada a las ninfas, protectoras de las aguas, donde se depositaban monedas. En la excavación recuperaron más de 2.000 monedas romanas. “Como ahora, se echaban monedas de poco valor”.
Un edículo
Superpuesto a los restos del Ninfeo se descubrió un recinto cuadrangular que identificaron como un primitivo edículo, loca sacra, de culto cristiano. “Un hallazgo excepcional, primera prueba del uso del espacio catedralicio asociado al ritual cristiano”. A partir de él se suceden cronológicamente los restos de la basílica visigoda, el templo prerrománico y la catedral románica.
Cáliz de arcilla
El espacio interior del edículo estaba pavimentado con losas y allí se recuperó un cáliz, copa de carácter ritual, fechado en el siglo V. El cáliz presidió el centro de la mesa, ayer.
Depósito votivo
En el edículo se localizó un depósito votivo que contenía dos pulseras, dos zarcillos, un anillo, un peine de hueso con su funda y tres monedas, silicuas del emperador Valente (374-375 d.C.) y del emperador Teodosio I (358-392)
Coro pétreo
Hubo en la catedral un coro pétreo, como el de la catedral de Santiago de Compostela. Lo saben por las piedras y esculturas que cayeron
La cripta románica se podrá abrir al público
“Descubierta en agosto de 1993. Antes de finalizar la excavación arqueológica, en el proceso de investigación de las sepulturas góticas, se levantó la lauda sepulcral de la familia Marcilla de Caparroso y su panteón y quedó al descubierto la cripta. A través de un pasillo abovedado se conecta con el único acceso a la cripta desde el exterior de la catedral románica. La reciente intervención dentro de las obras del claustro gótico, dirigidas por el arquitecto Leopoldo Gil, ha permitido conocer el exterior del ábside lateral derecho y liberar el acceso a la cripta desde el exterior”. Esto posibilitaría su visita, como es deseo de la curia.
Seis anejos
El libro tiene seis anejos: ‘Los restos de doña Magdalena de Valois’, de José Manuel Reverte ‘Estudio numismático’ de Nicolás Zuazúa; ‘La ruina del templo románico’ y ‘El panteón real’ de Teresa Alzugaray, ‘Últimas intervenciones realizadas en el conjunto catedralicio, claustro y palacio románico’ de María García Barberena y ‘Sobre las recreaciones tridimensionales’ de Jaime Castiella.