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El 'Diario visual de la cuarentena', de Diario de Navarra, ahora en libro
La obra, financiada por ‘crowdfunding’, se edita por Errea Comunicación, el estudio que elaboró los gráficos para el periódico

- Eva Fernández
El Diario visual de la cuarentena, la colección de 53 gráficos elaborados por Errea Comunicación y publicados por Diario de Navarra durante la fase más dura del estado de alarma (del miércoles 18 de marzo al lunes 4 de mayo, cuando comenzó la desescalada), tendrán una nueva vida en forma de libro impreso, a partir de diciembre. La nueva edición, que ha sido diseñada por el mismo estudio gráfico que elaboró las infografías para el periódico, se está financiando por crowdfunding (recaudación de fondos por internet) y en solo nueve días ya ha logrado los 5.000 € imprescindibles para hacer una tirada mínima de 250 ejemplares.
“El libro era el desenlace natural de este proyecto tan ilusionante, que nació de la necesidad de compartir con la ciudadanía el momento tan particular que estábamos viviendo -explica el director del estudio gráfico, Javier Errea Múgica-. Así como otras empresas se reconvertían y confeccionaban mascarillas o protectores faciales, nosotros, como periodistas, queríamos compartir con la comunidad lo que estaba pasando y hacerlo de la manera que mejor sabíamos: recopilando muchísimos datos y mostrándolos gráficamente, de un modo claro y entendible para el lector”, añade.
En el Diario de la cuarentena trabajaron fundamentalmente seis personas de Errea Comunicación: el propio director y otros 5 periodistas infografistas, tres desde Pamplona (Beatriz Arbona Sarobe, Alberto Molina Arce y Maialen Irujo Aizcorbe); otro desde Cádiz (Pablo Errea Rodríguez) y la última desde Londres (Cristina Errea Moreno). Pero además otros cuatro profesionales del estudio colaboraron en la recolección de datos.
“Nuestras jornadas eran maratonianas -señala Beatriz Arbona-. A las 9 de la mañana ya estábamos teletrabajando y rellenando los múltiples datos diarios sobre nuestras vidas que incluíamos cada uno de nosotros en una hoja excel: a qué hora nos levantábamos, cuántas veces íbamos a la cocina o al baño, qué frases nos cruzábamos con nuestros padres, nuestras parejas, nuestros hijos... Había que hacer fotos de nuestra habitación al levantarnos, también al acostarnos... Y muchas cosas más el resto del día... A las 12-13h llegaba el momento crítico: volcar todos los datos, poner en común nuestra visión de la idea que íbamos a desarrollar, discutirla, dibujar un boceto y designar a la persona que iba a plasmarlo gráficamente. Y a las 20.30h, el gráfico tenía que estar listo para ser enviado a Diario de Navarra, aunque algún día se nos echó encima el cierre”, confiesa riendo.
Maialen Irujo, la más joven del equipo, destaca “el reto y la experiencia tan enriquecedora” que suponía enfrentarse a una infografía cada día. “A ver cómo salgo de esta”, se preguntaba. “Tenía que sacar ideas de las cosas más absurdas, como pintar sonidos o contar pájaros (algo que estuve haciendo todo un día, de 8 de la mañana a 8 de la tarde y en el que solo paré un rato para comer, gracias a mi madre que me sustituyó en la contabilización). Echaba mano de todo lo que estaba a mi alcance y aprendí muchísimo”, recuerda.
Por su parte, Alberto Molina reconoce que lo peor de la experiencia para él fue tener que “exponerse” con un montón de datos personales. “De cara al lector esos datos eran anónimos, pero entre nosotros podíamos identificarnos perfectamente: por lo que pesábamos, por lo que comíamos, por el tiempo que dedicábamos a hacer deporte... Nunca había hecho una exhibición semejante de mi vida íntima”, sostiene.
“Yo me acostaba obsesionado con una idea y me levantaba igualmente obsesionado con ella -declara Errea-. El ritmo que nos marcaba la publicación diaria era brutal y, aunque en principio contábamos con una serie anticipada de temas y otras veces la propia actualidad nos daba ideas, en varias ocasiones lo que teníamos pensado se nos venía abajo, porque los datos no revelaban lo que habíamos imaginado o porque no conseguíamos mostrarlos de una manera que funcionara gráficamente. Fueron 53 días sin descanso, no todos al mismo ritmo, pero sí sin desconectar por completo. ¿Que si repetiría? ¡Sin duda! Ya estoy pensando qué podríamos hacer en la situación actual”.
+ Para colaborar con el proyecto, ir a www.cuarentenavisual.com
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