Sociedad
Fallece el sociólogo navarro Gabriel Hualde

- Diario de Navarra
Gabriel Hualde, sociólogo navarro, falleció este sábado en su localidad natal, Ezcároz, donde nació el 24 de abril 1941.
Hualde dedicó gran parte de su trayectoria profesional a fotografiar con sus estudios el detalle gris de la marginalidad, de la delincuencia y las drogodependencias. Al fin y al cabo la asistencia social a los más débiles, ancianos y niños, fue el objeto de sus cometidos en la Administración Foral. Al frente de la Fundación Bartolomé de Carranza sus encuestas sobre la juventud navarra resultaron imprescindibles.
Gabriel Hualde , sociólogo desde 1976 por la Universidad de París VIII, posteriormente se especializó en Criminología y Penalogía en la Universidad de Pau (Francia) por la que era doctor en Criminología. Conferenciante y profesor en Deusto y en la UPNA, Hualde accedió a la Administración como sociólogo en 1979, dentro del área de Bienestar Social. Entre otros cometidos, fue encargado del diseño inicial de los servicios sociales de Navarra.
Contento de su recorrido vital, «aunque uno se da cuenta de que tiene contradicciones, lagunas y deficiencias», Hualde recordaba en una entrevista concedida a Diario de Navarra que fue cura hasta inicios de los años setenta. Licenciado en sociología en París y doctorado en criminología en Pau, profesor de másters en Deusto y en la UPNA , aseguraba entonces que se sentía amado y vitalista después de mirar de cerca la cara de la enfermedad.
Gabriel Hualde: "Los servicios públicos son los que garantizan equidad"
Gabriel Hualde recibió en 2007 un regalo especialmente entrañable para él: el reconocimiento de sus colegas recibiendo el Premio Sociedad y Valores Humanos que concede el colegio navarro de sociólogos y politólogos. Con motivo de este premio, concedía la siguiente entrevista a Diario de Navarra y declaraba que su principio vital era este: aceptarse y aceptar a los demás como somos.
¿Cuál es la pregunta fundamental de la sociología?
Cómo capacitarnos para ir cambiando las cosas hacia mejor. Mi objetivo ha sido entender un poco mejor la realidad y dar unas claves para mejorarla.
Navarra aparece repetidamente en lo más alto en las encuestas nacionales sobre bienestar. Sin embargo, a su juicio, en qué datos suspende la sociedad Navarra.
La nuestra es también una sociedad de pobres y de excluidos y necesitamos hacer un esfuerzo a favor de unas prestaciones con la calidad que requiere la condición humana, de ahí mis esfuerzos a favor de la equidad y de la igualdad de acceso de los servicios a favor de todos. De ahí mi requerimiento a favor de unos servicios públicos que son los que garantizan esa equidad. Sí que creo que la intolerancia, la radicalización en posiciones sobre nuestras identidades, es lo que crea, a veces, demasiado malestar. Sin reconocer las transversalidades y pluralidades que siempre han existido se vicia y deteriora a veces la convivencia.
A veces nos retratan desde fuera como algo ariscos, serios y reacios a comunicarnos.
Me ha parecido que en la época inicial de la tregua de ETA estábamos más sonrientes. Hay un condicionante en esta comunidad que nos priva de estar relajados, a gusto y felices. Pero en otros sitios la gente tampoco resulta muy abierta.
Mientras, para algunos, el tejido funcionarial no está bien considerado, usted alerta de la reducción de servicios públicos. ¿Por qué defiende la tarea de los funcionarios?
Fundamentalmente defiendo el funcionariado por motivos éticos y porque es necesario mantener el principio de la equidad. Cuando me hablan de eficiencia y rentabilidad del servicio digo que sí, pero no a costa de la equidad. Hay servicios de salud y servicios sociales donde está mucho en juego. Condicionar la atención a un problema de dependencia o de una enfermedad grave al beneficio y a la rentabilidad empresarial me resulta penoso. Yo quiero que todos tengan acceso a la misma atención. Que no se garanticen solo los problemas más fáciles y que dan más dinero sino que se garantice la asistencia al más tirado. Por eso defiendo los servicios públicos. Sé que hay cosas a corregir y mejorar en el funcionariado, pero a veces parecen bloqueadas no por los funcionarios, sino por otros intereses y por la ineptitud de los gestores que ponen los políticos y por la precariedad de medios que asignan. Hay sectores de pensamiento que buscan reducir la Administración. Clamo por la equidad porque estamos expuestos a que el día que no haya beneficio no haya servicio. Y quiero servicios siempre para todos, y de calidad porque se van desmontando servicios públicos. Habrá que buscar formas de gestión diferentes y pediría que pongan al frente de la función pública gente que crea en la función pública.
Es usted pionero en estudios sobre la juventud navarra. ¿Qué notas distinguen los últimos estudios?
Vemos que los jóvenes en Navarra son ideológicamente más liberales y más increyentes, pero tienen una serie de valores que son valores de los años sesenta como capacidad de trabajo, iniciativa y creación como la de aquella generación emprendedora de los años sesenta.
Tienen un sentido de la diversión diferente. Es más frecuente que antes el consumo de sustancias, pero también es una juventud con valores inmensos, una juventud capaz para la convivencia, con mucha más tolerancia y respeto hacia los otros que anteriores.
¿Algún dato que le llame la atención?
Ha bajado mucho la conflictividad social en la calle. A pesar de la anécdota de Navidad de que se lleven los adornos de la calle, en los años ochenta se daban más conflictos de enfrentamiento y de destrucción. Ahora hay más evasión el fin se semana y más presencia del alcohol en la diversión.
¿Es cierto ese mayor compromiso juvenil con el mundo de las ONG's?
Creo que los porcentajes son similares a los de hace unos años.
He hecho estudios en la UPNA y no sale un compromiso mayor que antes, aunque hay más ruido y propaganda. Los jóvenes se han ido yendo de los extremos hacia el centro y ahora un poquitín hacia el centro izquierda. Las minorías de los extremos son mucho más pequeñas que hace unos años. Ahora están más cerca y son más convivenciales.
Las encuestas repiten que el gran rechazo de los jóvenes se produce hacia la política y hacia la iglesia. ¿Por qué?
Son las instituciones menos valoradas. Son las instituciones fuertes en las que nosotros fuimos educados y a los jóvenes no les satisface. ¿Por qué? Porque no miran hacia sus intereses, por una desintonía de las instituciones que van a lo suyo. No las ven en la órbita de sus intereses. No ven que sean un referente de sus valores. La intolerancia y las imposiciones no les van.
Pero sí tienen un valor altísimo sobre la familia. Han conocido otra familia más tolerante y acaso más desconcertada que no sabe cómo educar y que, por no tener conflictos en casa, ha dejado hacer y no pauta ni exige responsabilidades. Vas constatando que cada vez hay menos padres comprometidos con la educación de los hijos. Y unos padres deben exigir responsabilidades y ayudar a que los hijos asuman responsabilidades sobre sus hechos.
Póngase en el escenario futuro de dentro de 20 años. ¿Cuál desearía que fuese el retrato social de Navarra?
Soy montañés y me daría pena que se pierdan los valles de la montaña. Me gustaría una Navarra con un territorio desarrollado donde se pueda vivir en todas partes. Creo en el desarrollo económico, pero creo más en el desarrollo humano. Me gustaría encontrar a estas nuevas generaciones conviviendo amablemente aun pensando diferente, donde no tengamos gente excluida y la cárcel sea pequeñita pero muy pequeñita porque tenemos otras fórmulas de resolver los conflictos distintas al castigo, más por la mediación, sin necesidad de llegar a los tribunales como sucede en otros ámbitos que no es el penal. Que sepamos atender a todos los desheredados con problemas de dependencias y lo hagamos de la forma más eficaz y amable. Pero no se trata de soñar. Me gustaría empezar mañana.
En definitiva, nuevos mecanismos de resolver nuestros conflictos sin llegar a la bronca.