U N nuevo amanecer de liderazgo americano está a nuestro alcance". Estas palabras de Barack Obama reflejan bien la esperanza que su elección ha suscitado a ambos lados del Atlántico. Su impresionante victoria convierte el sueño de Martin Luther King en realidad, además de ofrecernos una lección ejemplar de dinamismo social y democracia.
Es necesario ahora reflexionar en profundidad sobre las relaciones internacionales bajo la próxima Administración demócrata y, en concreto, sobre su papel con respecto a nuestro país, tras varios años de desencuentros a raíz de la salida de las tropas españolas de Irak.
El legado de Bush es nefasto por errores estratégicos de calado, fruto no sólo de una ideología simplista, sino también de una desconcertante incompetencia. Lord Palmerston afirmó una vez que las naciones no tienen amigos ni aliados permanentes, sólo intereses permanentes. Algunos avances desde 1945 (Naciones Unidas, derechos humanos universales, etc.) cuestionan la plena validez de este principio. Pero lo cierto es que a veces hay intereses coincidentes y otras no.
Obama representa, sin duda, una gran oportunidad de reforzar sólidamente el vínculo transatlántico en estos momentos decisivos. Sin embargo, esta estrategia obligará a los europeos a tomar decisiones difíciles de explicar a nuestra ciudadanía, como el refuerzo de la misión de la OTAN en Afganistán, una de las cuestiones que potenciará la nueva Administración. Y lo va a hacer hábilmente, de forma "multilateral", eliminando así parte de los recelos de la era Bush.
Sintonía bilateral
La victoria de Obama constituye tanto una oportunidad como un desafío. En este sentido, habrá puntos en común y con suerte una mejor sintonía bilateral con nuestro país tras una etapa en la cual los desaciertos fueron comunes.
Pero también persistirán divergencias (en lo que concierne a la ampliación de la OTAN, el escudo antimisiles, etc.). Este nuevo período supone ante todo un reto para la propia política exterior española, que no siempre ha aportado los resultados esperados.
En ocasiones ha habido mensajes equívocos (con respecto a Venezuela o Cuba, por ejemplo) y a menudo, según apuntan destacados analistas, abruptos virajes guiados por razones ideológicas (de ambos partidos llamados a gobernar).
Una política que pese a un positivo compromiso con la cooperación al desarrollo, no dedica tantos recursos a la acción exterior en conjunto, como muestran los Presupuestos de 2009.
© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual