Nieves Etayo Sola conoció el mercado del pimiento con sus padres, quienes lo vendían en la esquina del Silo de Puente la Reina. Ahora lleva 22 años con su propio puesto, que abre a las siete de la mañana. Todos los días cierra a las 10 de la noche y así espera a aquellos que salen tarde de trabajar y quieren ir a comprar pimientos. "Es sacrificado pero por eso mi mostrador se llena", dijo. Además, vende el producto a tiendas y restaurantes, y existe la posibilidad de encargar el pedido por teléfono. Asegura que la mayoría de sus clientes son fijos y "confían mucho en la vendedora", dijo. Ella, por su parte, les facilita recetas.
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