En el último año, la libra cayó un 16% con respecto al euro y creó dificultades a los pensionistas británicos, que tienen que pagar una vida más cara por la inflación de los precios de los alimentos y de los servicios básicos y, a veces, una hipoteca española en euros. Bancos británicos que ofrecían hace unos meses préstamos hipotecarios del 100% del precio de la vivienda subieron los tipos de interés y se encontraron con clientes que no podían pagar los créditos. Despachos de abogados británicos desarrollan ahora ramas para ejecutar embargos por bancos españoles a británicos que regresaron a Reino Unido ante las apreturas que sufrían. Y quienes intentan vender lo que compraron con el menor daño posible se encuentran en la actualidad con un mercado colapsado. Las agencias inmobiliarias que llenaban aviones con británicos dispuestos a comprar una vivienda tras ver unas cuantas fotos en una feria de casas ideales, de casas al sol, de casas en la costa, se encuentran en quiebra o cerrando oficinas, mientras los precios caen en picado.
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