San Fermín
‘Siempre nos quedará Pamplona’, la leyenda de Hemingway revisionada en un cómic noruego
Mezclando realidad y ficción, el noruego Jason ofrece una curiosa visión de la vida de Hemingway en el cómic ‘Siempre nos quedará Pamplona’

- Jon Spinaro
No es la primera vez que Jason utiliza tierras navarras como escenario de sus cómics. En 'Un noruego en el Camino de Santiago' (Astiberri 2017) el artista narraba en primera persona la experiencia de la peregrinación a Santiago de Compostela como celebración de su 50 cumpleaños. La otra opción que tenía para tal efeméride era comprarse un Porsche, pero finalmente se decantó por la más ecológica. En su periplo por la Comunidad Foral disfrutó de los paisajes, de las charlas con otros peregrinos, saboreó la tortilla de patatas y protagonizó una memorable escena a la entrada de Estella, donde entró emulando a Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo rasgándose la camiseta al grito de “¡¡Estella!!, ¡¡Estella!! (pronúnciese ¡¡Stella!!).
En su nuevo trabajo, que lleva por título 'Siempre nos quedará Pamplona', el artista nórdico afincado en Francia y ganador del premio Eisner recrea parte de la vida de Ernest Hemingway de una manera bastante peculiar, mezclando realidad y ficción y sin demasiadas pretensiones de aparentar ser muy fiel a la realidad. La historia arranca en París, en 1925, cuando el escritor estadounidense conoce a Scott Fitzgerald, quien le profesa una tremenda admiración, y a un peculiar personaje llamado Athos, el último mosquetero, un personaje un tanto errante que está pensando escribir sus memorias. Será entonces cuando deciden viajar a Pamplona para disfrutar de los Sanfermines con otros amigos del autor de Fiesta, como Pat Guthrie o Duff Twysden.
Será esta primera parte de la obra la que transcurre por París y por una Pamplona sumida en medio de la fiesta, unos Sanfermines que el propio escritor define como momentos en los que todas las reglas desaparecen y se puede ser quien te venga en gana. No se trata de un resumen ni una versión de Fiesta lo que aquí se nos presenta, aunque algunas similitudes sí que se pueden establecer. A decir verdad, no parece en ningún momento que el autor busque reinterpretar el libro, pero no faltarán los Gigantes y Cabezudos, encierros, corridas de toros, conversaciones en un banco, peleas pendencieras por amor que se solucionan con una nueva ronda en una terraza e incluso visitas a locales donde trabajan señoritas de mala reputación. Jason utiliza Pamplona perfectamente como escenario de la historia que se está desarrollando y para ofrecernos más aspectos de la vida de Hemingway. Crea además una historia muy coral, por momentos podríamos decir que casi teatral o folletinesca. Tampoco sería descabellado decir que la propia ciudad pasa a ser un protagonista más, porque resulta difícil para el lector local abstraerse de escenarios y situaciones que ha vivido tan de cerca y que suponen tanto en su vida, aunque este aspecto no debería apartarle del relato.
Pero la fiesta se acaba, y todavía nos quedarán más páginas para disfrutar del cómic, en su decisión por seguir imaginando aspectos de la vida del escritor, Jason le hará regresar a París, en 1944. Es el día después de la liberación de la ciudad, Hemingway es ahora corresponsal de guerra, decide que ha llegado el momento de pasar a la acción para acabar definitivamente con la Segunda Guerra Mundial. Junto a un grupo de aventureros y resistentes, se lanza en paracaídas sobre Alemania con ese honorable objetivo.
Pero aún hay más y todavía nos quedará un tercer acto que transcurre en Cuba a finales de los 50, donde el literato vive su ocaso escribiendo sus memorias y rememora sus encuentros con Athos.
Son tres historias con un mismo personaje, con el hilo conductor de un mismo protagonista, narrado con el particular estilo de Jason, con esa fidelidad a la cuadrícula de cuatro viñetas, esos personajes antropomórficos, casi inexpresivos, y que alternan los profundos silencios con una gran capacidad para crear diálogos inigualables. Si a ello le añadimos la personal versión y su manera de ver los Sanfermines, estamos ante un trabajo verdaderamente interesante.
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