Tardes de sol y sombra

La muerte prematura en Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920 impidió a José Gómez Ortega Gallito lucir su maestría en la Monumental de Pamplona. Lo había hecho en su predecesora en una época de gloria compartida con Juan Belmonte, al que unía una rivalidad y una gran amistad en el toreo de principios del siglo pasado. El nombre de Gómez Ortega es evocado por Antonio Fresneda, el balear afincado en Extremadura, que protagonizará una encerrona con seis miuras en la despedida de la Feria del Toro. “La plaza de Pamplona, es el recuerdo vivo, de las ambiciones, de mejora, del gran Maestro José Gómez Ortega Gallito, que es un referente inexorable, en todos los sentidos”, publicó Fresneda en su comunicado anunciador de su desafío exclusivo y a la par solidario con la Casa de Misericordia, a la que donará sus honorarios. Su nombre es además de los grabados en tardes de gloria. El 14 de Julio de 2006 cortó un rabo a un Victorino, el último de Pamplona hasta la fecha, Supuso un reconocimiento a su valor después de sufrir dos cogidas y tres cornadas.Acabó vistiendo unos pantalones vaqueros prestados. Como plaza de primera categoría, Pamplona ha recibido lo más granado de la lidia. Juan Belmonte no toreó hasta 1925 donde el 11 de julio de 1927 Joaquín Rodríguez Cagancho firmó una faena de encumbrar. Antes que la Guerra Civil dividiese el país, hubo una corrida goyesca (12 de julio de 1930) y festejos anteriores a Sanfermines. De hecho, hasta que en los años 70 se concentró la lidia en la Feria del Toro, hubo décadas en que la temporada arrancaba en Domingo de Pascua y se estiraba hasta otoño. Hablar de maestros es nombrar a Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete, al que la suerte le fue esquiva en su debú en Pamplona el 7 de julio de 1940. Cortó su primera orjea dos años después y un accidente a los cuatro le impidió exhibir su destreza. En 1947 volvió a torear, justo mes y medio antes de que Islero le asestase una cornada mortal en Linares. La Monumental fue plaza de figuras como Luis Miguel Dominguín o Rafael Ortega, pero hubo un cambio, adoptado en noviembre de 1958, que determinó su concepto y formato a partir del año siguiente. Fue Sebastián San Martín, vocal de la Casa de Misericordia quien dio en la tecla para activar la atracción de Pamplona como plaza grande de toreros. “(...) decidió adelantarse y dar un golpe de imaginación: ofrecer toros antes que toreros, anunciar una feria en la que sólo constasen las divisas como urdimbre fundamental, como reto para los espadas que quisieran enfrentarse con aquellos encierros y triunfar con ellos. Toros de ganaderías prestigiosas y cotizadas, con peso y trapío indudables”. (La Plaza de Toros de Pamplona 1922-1997, de Fernando Pérez-Ollo). Antonio Ordóñez dejó su impronta durante dos décadas en las que paladeó el triunfo pero también sufrió el amargo sabor de la derrota, bronca incluida el 14 de julio de 1971. Dos años antes, en concreto el 12 de julio de 1969, la cuadrilla de Francisco Rivera Paquirri salió en su auxilio tras ser sorprendido por el segundo toro. La nómina de espadas es grande en una Monumental que abrió su puerta grande la el 12 de julio de1991 a Espartaco y Ortega Cano. El idilio con el respetable ha sido franco y sentido con diestros carismáticos. El 14 de julio de 2001 Juan José Padilla resultó herido de gravedad en el cuello por el miura Sureño. Hace 11 años, sufrió una segunda cogida aparatosa en Zaragoza. Desde entonces, el sobrenombre del Pirata le acompaña. La capacidad de sobreponerse a la adversidad le ha granjeado el respeto y admiración en Pamplona. Su público brindó el 12 de julio de 2007 una emotiva despedida a Jesulín de Ubrique el 12 dejulio de 2007. Cálida también ha sido la acogida brindada a Pepín Liria, acompañada del canto al unísolo de su nombre. LA FAENA DE 'EL CORDOBÉS' El lado menos afortunado tiene también nombres propios. Curro Romero debutó el 9 de julio de 1960 ante toros de Álvaro Domecq. Repitió en 1965 y 1967, pero se fue como vino: sin trofeos y con lamento. No conectó con la grada. Hay, no obstante, una faena de las etiquetadas históricas, que tuvo a su protagonista el 13 de julio de 1965 en El Cordobés. Acabó con su montera en la mano rodeado de un mar de almohadillas. La bronca continuó camino al patio de caballos. El que fuera director de Diario de Navarra Julio Martínez Torres dio fe de lo sucedido: “Entra en el callejón camino del patio de caballos y se arma casi una batalla campal entre algunos espectadores, el torero y sus peones. Los espectadores le dijeron sinvergüenza, robajornales, y otras lindezas más groseras. Él contesta en los mismos términos. Ellos siguen insultando. Él suelta alguna patada. Ellos lanzan varios puñetazos. Uno hace puntería en el ojo de un peón. La Policía Armada corta la bronca y saca las porras pero sin hacer uso par nada de ellas”. Abandonó la plaza “desencajado y sudoroso”. Salió de Pamplona por la puerta trasera del Hotel Yoldi. Tarde sombría.

Tardes de sol y sombra

La Monumental ha asistido a faenas inolvidables, con diestros de postín. En ella toreó ‘Manolete’ sin el éxito de toreros como Antonio Ordóñez, Espartaco, Pepín Liria o Padilla. Otros, caso de ‘El Cordobés’, fracasaron con estrépito

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