"Dragó, el hombre que quería ser viejo"
Se nos ha muerto Fernando Sánchez Dragó en su casa de campo en Soria a los 86 años de un paro cardíaco, que es como se muere todo el mundo. Sobre estas líneas lo imagino agarrándose el pecho en una última mañana soleada de todas mientras le vuelan sobre el aire templado de abril, los pétalos blancos de los almendros. Hace un tiempo, sacó del baúl una foto de 1975 en la que aparecía en un encierro de Soria. En una mano, llevaba la propia camisa que acababa de quitarse y que agitaba hacia la cara del toro, un novillón playero que hacía por volverse hacia él. En la otra, agarraba una bota de vino. “Nano, tú siempre corriendo delante del toro de la vida”, le decía su madre. El paraíso que habrá alcanzado a estas horas debe parecerse bastante a esa foto suya toreando a pecho descubierto un torazo en los montes de Soria. En uno de sus últimos artículos, Fernando admitió que envejecer era un arte que no estaba a su alcance. De las etapas del hombre -concepción, gestación, alumbramiento, lactancia natural o artificial, niñez, adolescencia o pavo, juventud, madurez, ancianidad y muerte-, había pasado por todas menos por las dos últimas. Pedía una vejez de mecedora y cabeza perdida, silencio, calma y rutina, un extraño deseo que el destino concede a casi todos menos a él. Un día en que toreaba José Tomás me encontré a Fernando en una terraza en los alrededores de la plaza de toros de Granada y me contó que a JT le atravesaban los toros el cuerpo sin tocarlo, sin dañarlo, como la luz atraviesa las manos de la Inmaculada de Murillo. Hasta ayer, a Fernando lo traspasaba sin tocarlo el tiempo que es el toro. A sus 86 años y algunos meses, tenía un hijo de diez, una novia de treinta lista y guapa, un trabajo de doce horas y juraba que le funcionaba la cabeza y el pito. Eran tareas impropias de un hombre de su edad que acometía en condiciones insultantes, pero media España, acostumbrada a decirle a la gente lo que debe ser, se empeñaba en que Dragó fuera un viejo. Nunca lo lograron.
ETIQUETAS