¡Vaya tragedia!

Está escrito en Diario de Navarra. Fue el 9 de febrero de 2022. “Llamada a la unidad y la concordia”. Así era el título de una de mis prédicas –a estas alturas no puedo hacer otra cosa– que terminaba así: “La ruptura de Navarra Suma sería el mayor triunfo de la izquierda y el independentismo”. Pero lo peor es que da la impresión de que UPN y el PP se han convertido en partidos más que adversarios, enemigos. Conviene recordar que la razón de la ruptura era una cuestión de estrategia electoral. El Consejo Político de UPN apoyó por unanimidad las cuentas de la dirección del partido: por separado obtenemos más escaños y, además, el alejamiento del PP facilita un posible entendimiento con el PSN. Eso está escrito. Un mal día, concretamente el 1 de marzo pasado, un dirigente nacional del PP hizo unas declaraciones que iban bien hasta que quiso decir, pero no dijo, que UPN estaba en manos del PSOE para gobernar juntos pero los socialistas prefieren a Bildu. La reacción del PPN no se hizo esperar. Su presidente dijo que se había “interpretado mal” las palabras del coordinador general, pero a continuación hizo una rectificación en toda regla. El Partido Popular “nunca” va a comparar a Bildu con UPN “porque sería traicionar nuestros propios principios”. De nada sirvió porque UPN calificó de “estúpido” al autor de las declaraciones y manifestó que eran “una ignominia” para el partido. (Por cierto, el controvertido cartel de Nuevas Generaciones es como las tiras de Oroz que son ingeniosas, pero no injuriosas). Ha pasado más de un mes y parece que fue ayer. Y ahora el ofendido es el Partido Popular, del que se ha llegado a decir, y en esto me siento personalmente damnificado, que “al PP, Navarra le importa lo justo, como al PSOE Navarra le importa lo justo. Para esos dos partidos su prioridad es España y, si para eso tienen que pisotear Navarra, lo hacen sin inmutarse”. Pisotear Navarra, sí, así tal cual. No es ese el pensamiento de Núñez Feijóo sobre la importancia de nuestra Comunidad en el conjunto de España, expresado en sus viajes a Navarra, como no puede ser de otra manera. En una de las recientes diatribas contra el PP se decía que UPN “desde la llegada de la democracia ha estado defendiendo la Constitución y la singularidad de Navarra”, algo imposible pues en 1977 no existía y su fundador no votó a favor de la Carta Magna, lo que no quita que desde su fundación en 1979 y, sobre todo, desde que contribuyó a la aprobación en 1982 del Amejoramiento del Fuero, defendió con ahínco la democracia constitucional. Además, se afirmaba que “dos concejales” de UPN, en referencia a Tomás Caballero y José Javier Múgica con los que mantuve una estrecha amistad, habían sido cobardemente asesinados por ETA. Y es verdad. Pero el PP los considera como propios no solo porque en aquellos trágicos momentos UPN mantenía un pacto de colaboración permanente y estable con el PP, sino sobre todo porque habían muerto por defender los mismos principios y valores por los que un buen número de militantes “populares” habían sido masacrados por ETA. Me duele tener que decirlo, pero es bueno que algunos no pierdan la memoria. El PP de Gregorio Ordóñez o de Miguel Ángel Blanco y de tantos otros miembros del partido asesinados por ETA; el PP cuyo presidente estuvo a milímetros de la muerte por un atentado de la banda terrorista, jamás, jamás ha pisoteado a Navarra. Por otra parte somos muchos los navarros –entre ellos, estoy seguro, la inmensa mayoría de los militantes de UPN– que consideramos que el amor a Navarra y a España es un todo inseparable. En 2020 hice un llamamiento a la unidad y a la concordia. La unidad se ha roto, pero debe prevalecer la concordia. Es inútil hablar de lo que fue, de lo que pudo ser o de lo que no será. En estas elecciones, UPN y PP compiten entre sí, pero no son enemigos y ni siquiera adversarios. Centremos la campaña en sumar votos. Convenzamos al electorado que nos ha ido abandonando poco a poco desde hace una década, que vuelva a los partidos que fueron capaces de llevar a Navarra hasta lo más alto. A los jóvenes que estrenan su voto demostrémosles que hay soluciones para los graves problemas de nuestra Comunidad, entre ellas para incrementar y mejorar el derecho a un empleo estable y de calidad. Denunciemos la política de imposición lingüística y adoctrinamiento educativo, así como las trabas que padecen los centros concertados. Existen políticas de apoyo a la iniciativa privada capaces de atraer inversiones en vez de ahuyentarlas con una política fiscal que debilita la competitividad y eficiencia de nuestras empresas. Son demasiadas las preguntas sin respuesta por un Gobierno en manos de quienes quieren imponernos otra patria y otra bandera. Termino con una anécdota significativa. Ocurrió el pasado miércoles. ETB llega hasta todos los rincones de Navarra por el regalo que el Gobierno le hizo de nuestro canal autonómico en 2018. Pues bien, los comentaristas que retransmitían el partido en la Catedral de San Mamés se quedaron sin habla cuando se produjo el gol de Osasuna. Cuando la recuperaron, con gesto compungido, repitieron una y otra vez: “¡Vaya tragedia!”. Un ejemplo significativo de lo que supondría la dilución de Navarra en Euskadi. En fin, si nos empeñamos en despellejarnos quienes compartimos comunes ideales los beneficiarios serán el sanchismo y el separatismo, que no nos engañemos, mantienen un pacto de sangre (política). Jaime Ignacio del Burgo Fue presidente de la Diputación Foral/Gobierno de Navarra y del Partido Popular de Navarra

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