"Prigozhin, un oligarca próximo a Putin, se ha convertido en dueño de un ejército privado y actúa como un señor de la guerra medieval"
La línea que separa la vida de la muerte en Ucrania es muy tenue, apenas imperceptible. Sobre todo, en la ciudad de Bajmut, donde, tras siete meses de combates encarnizados, tiene lugar la batalla más larga y sangrienta desde que comenzó la invasión rusa.
Aunque el presidente Putin no habla de guerra sino de “operación militar especial”, aprovecha cualquier oportunidad para exaltar el patriotismo nacional revistiéndolo de carácter sagrado. Por ese motivo acepta a los mercenarios: “Todos cumplen un deber sagrado con su tierra natal. Y por ello, ante la patria, todos son iguales”.
El Kremlin ha utilizado el Grupo Wagner como fuerza de choque tanto en Siria como en el este de Ucrania. Su nombre remite al compositor alemán del siglo XIX, Richard Wagner, músico favorito de Adolf Hitler. Desde el verano de 2022, el ejército en la sombra de Putin comenzó a alistar presidiarios en las cárceles rusas con la promesa de concederles amnistía por combatir durante seis meses en Ucrania. El grupo Wagner recluta también soldados en poblados y chabolas de África, donde no hay esperanza, y ofrece a los mercenarios libertad total para torturar, violar o matar. Saben que el miedo es una emoción primaria y la política del terror es la táctica de combate más antigua.
Su propietario, Eugeny Prigozhin, un oligarca próximo al círculo de Putin, se ha convertido en dueño de un ejército privado y actúa como un señor de la guerra medieval. En los últimos años ha vendido seguridad a dictadores africanos y de Oriente Medio a cambio de minerales preciosos, yacimientos de uranio y tierras raras.
El grupo Wagner siempre ha contado en Rusia con la simpatía del ultranacionalismo vinculado a la extrema derecha. La compañía de mercenarios participó activamente en la invasión de Crimea e intervinieron después en el Donbás con apoyo logístico y militar, apoyando a los separatistas de las regiones de Donetsk y Lugansk. Previamente, el grupo Wagner había participado en la guerra civil en Siria luchando con éxito contra el Estado islámico a favor de los intereses de Rusia y del régimen de Bashar Al-Assad.
Sin embargo, los hijos de Caín no siempre sobreviven. En las últimas semanas, se calcula que el 80% de los mercenarios, unos 40.000, han desertado, se han rendido, han resultado muertos o permanecen heridos. De hecho, la ONG Rus Sidiashchaya (Rusia entre las rejas) estima que el grupo Wagner había reclutado 50.000 presos de los que solo permanecerían vivos unos 10.000. Es sabido que, desde el principio, estaban mal equipados y apenas recibieron unas semanas de instrucción básica; son carne de cañón en el frente de batalla. Paradójicamente, las bajas no son contabilizadas por Moscú, porque los mercenarios no son soldados del ejército ruso.
En la actualidad, los mercenarios del grupo Wagner ya son considerados por el Kremlin al mismo nivel que los efectivos que integran el ejército regular ruso. Así lo había solicitado Eugeny Prigozhin, en enero pasado al Parlamento con el fin de cambiar el código penal. La petición fue atendida y se ha aprobado una enmienda de ley por la Cámara Baja del Parlamento ruso, que incluye una condena de hasta 15 años por difundir, deliberadamente, información falaz sobre los “voluntarios” que combaten en Ucrania.
Se trata de una ampliación de la ley que había sido aprobada por Moscú en marzo de 2022 contra la divulgación de “noticias falsas” referidas antes, únicamente, al ejército regular ruso. Una vez más con Thomas Hobbes la tiranía de la fuerza se impone: “La ley es ante todo la voluntad del soberano”.
Por otra parte, el Grupo Wagner acaba de abrir 42 centros de reclutamiento que se ubican en gimnasios deportivos y clubes de arte marciales o de boxeo, con el fin de captar voluntarios “para defender su país y sus familias”. Moscú y San Petersburgo aportan el mayor número de centros para restituir los puestos que ocupaban los expresidiarios.
Algunos expertos consideran que, tras el protagonismo que están adquiriendo los mercenarios de Wagner en la batalla de Bajmut, y las críticas realizadas por su dueño al ministro de defensa ruso, a quien acusa de pasividad y de provocar “hambruna de munición” para sus hombres, es posible que el oligarca Eugeny Prigozhin, participe en las elecciones locales y provinciales rusas de otoño, una vez que el Grupo Warner se haya convertido en partido político.
Entre tanto, y después de varios meses de investigaciones, la Corte Penal Internacional de La Haya ha dictado una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladímir Putin. El motivo es su presunta responsabilidad en crímenes de guerra cometidos en Ucrania desde el 24 de febrero del 2022. En concreto, le acusan de la deportación ilegal de niños y el desplazamiento forzoso de personas, entre ellas menores de edad, desde las áreas ocupadas de este país a la Federación Rusa.
F. Javier Blázquez Ruiz Catedrático de Filosofía del Derecho. UPNA
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