“¡Ojalá no hubieras nacido!”
El pasado 8 M, en la manifestación feminista -o de los feminismos- en Madrid, oímos a la secretaria de estado de igualdad coreando una consigna que lamentaba que la madre de Abascal no hubiera abortado. Luego, la propia secretaria subió el vídeo a su cuenta de Twitter, por el que nos enteramos del asunto, puesto que debía ser una cosa de la que hacer gala. Esto es una muestra de la llamada cultura del enemigo llevada a la práctica: el enemigo político, en realidad, no debería haber nacido. Es lo mismo que le dijeron a Ayuso un grupo de jóvenes en la Complutense, gritándole en su cara: “¡Ojalá no hubieras nacido!”. Si uno prefiere que alguien no haya nacido, es normal que no sienta nada si muere o que no le parezca mal que le maten. De todo eso sabemos mucho. Lo sabemos por la guerra civil, en la que el enemigo no debía haber nacido y había que matarlo. Lo tenemos más cerca en el terrorismo de ETA, en que se decidía quién tenía o no derecho a vivir. Es extraño que después de tantas leyes y discursos no se entienda todavía la principal enseñanza que debiera tener la memoria histórica: nunca más repetir esas aberraciones del pasado. Después de la cancioncilla abortiva -mediante la mofa uno dice lo que no se atreve a decir abiertamente- ha habido reacciones, algunas bastante tibias, pelillos a la mar, y la propia involucrada, lejos de pedir disculpas por algo tan ofensivo, y más en un cargo público, ha echado en cara al partido de Abascal que se queje, diciendo que está teatralizando las cosas y que, como no van, no saben lo que se dice en las manifestaciones feministas, lo que hace un flaco favor al feminismo. En muchas ocasiones, desde el partido al que ella pertenece, se nos advierte gravemente de la necesidad de hacer frente a la ofensiva fascista, de parar los pies a quien desprecia la democracia y cultiva el odio, sin sospechar que con cosas así demuestran estar reaccionando contra un espejo. Con razón decía Borges que hay que tener cuidado al elegir los enemigos, porque uno termina pareciéndose a ellos.