Pensiones y crecimiento económico

El nuevo sistema de cotización de las pensiones ha llegado. Y como era de esperar con una fuerte subida de ese impuesto al trabajo que en España llamamos Seguridad Social. Es un acuerdo que ha contentado a todos menos a los empresarios, pero eso no importa porque ya se sabe que solo piensan en ganar dinero a costa del trabajador y tal (nótese la ironía). Los ingresos de la Seguridad Social no cubren los gastos. Pero nos dicen que el Estado paga ese déficit. Pero ¿de dónde lo paga? Pues con más déficit, es decir incrementando la deuda. Nueva deuda del Estado paga la deuda anterior de la Seguridad Social ¿Qué puede ir mal? Nada mientras sigan financiando Alemania y los países frugales (sensatos diría yo). Estamos en sus manos. Mientras no nos abandonen seguiremos engrosando la deuda. La deuda esclaviza y la austeridad libera. Casi todo el mundo ha oído hablar de la pirámide invertida de la población española. Cada vez hay más pensionistas y menos trabajadores, así que la presión sobre los salarios es creciente. Si a eso le sumamos que la renta per cápita (descontada la inflación) lleva sin crecer prácticamente desde hace más de 15 años, el peso a soportar será pronto inasumible. Muy pocos hablan del crecimiento económico, si bien es cierto que España creció al 5,5% el año pasado, no es menos cierto que no hemos recuperado todavía el nivel prepandemia. Si tuviéramos más crecimiento continuado, éste podría absorber la deuda. Por ahora, vemos que prefieren diluir la deuda con inflación, que es hacernos más pobres a todos. Así las cosas, en este año electoral debemos pedir que el nuevo gobierno se oriente hacia el apoyo a la economía real y a la mejora de la productividad. Sin creación de riqueza no hay futuro para las pensiones, ni para todo lo demás. Los políticos harán lo que les pidamos los ciudadanos, así que si eres pensionista exígelo. Y si eres funcionario también, bueno, tenemos que pedirlo todos. El error económico básico del gobierno está en su planteamiento económico, el cual comienza con la siguiente frase: “Como partimos de una economía rica…” Y es que dan por hecho que la situación normal del hombre es la riqueza. Si miramos un poco de historia veremos que lo normal es la pobreza, y que para que haya riqueza se deben crear las circunstancias favorables al desarrollo empresarial y la competitividad internacional. En la elección del sistema económico está nuestro futuro. No hay más que ver que las dos Coreas partieron del mismo nivel de miseria y hoy la Sur es cuatro veces más rica. La del Norte subsiste gracias a la financiación de China, la cuál se aprovecha de ellos para que hagan el papel de malotes lanzando misiles de cuando en cuando. La salida de Ferrovial de España es un ejemplo de cómo el medioambiente empresarial influye en el crecimiento económico. No solo de impuestos bajos vive el empresario, la seguridad jurídica es básica en inversiones a largo plazo. España tiene un historial de cambios legislativos en perjuicio del empresariado, y eso, por ejemplo, no lo olvidan los que quedaron atrapados en las inversiones en renovables cuando Miguel Sebastián, ministro de industria, cambio las ayudas al sector. El caso Ferrovial me ha recordado al libro “La rebelión del Atlas” de Ayn Rand. La filósofa ruso-americana propone en su obra unos Estados Unidos divididos en dos clases sociales, los saqueadores y los “no saqueadores”. Los primeros son todos aquellos que creen que la actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal. Los “no saqueadores” son los emprendedores e intelectuales que piensan justo lo contrario. La presión que sufren los empresarios les obliga a hacer un parón patronal y a huir a sociedades más favorables. Los empresarios son el Atlas, el titán de la mitología griega, que sostenía el mundo. No es de extrañar que Ayn Rand hable de huir porque ella misma lo tuvo que hacer con su familia durante la revolución bolchevique. No se me ocurre mejor fin de artículo que una cita suya: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no le protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. Carlos Medrano Sola Economista en www.eximiaconsultores.com

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