"Foto con el Rey"
Un año más y como viene siendo tradición desde 2017, la alcaldesa de Barcelona y el presidente de la Generalitat de Cataluña han dado plantón al Rey de España a su llegada a la inauguración del Mobile. Una de mis partes preferidas del corpus simbólico del independentismo es el homenaje que rendían al bolardo derribado por una furgoneta de la UIP. No hay que tomarlo en vano. Para mí puede ser sagrada una cazuela de morros y una cerveza después del primer encierro, así que no estoy para dar lecciones. Las tradiciones empiezan así, de pronto, sin enterarse uno, un poco como el ajoarriero de Andoni y Luisma en Anaitasuna cada San Fermín, la foto después del almuerzo en Lindachiquia el día 14, subir al chino de la Estafeta a por cena, y que Beñat del Coso, asomado a la ventana, le grite a su mujer Teresa: “Erviti, ¿quieres rollo?”. De primavera, claro. Para que algo se convierta en tradición es condición necesaria que sea agradable y por eso cada año salimos de los toros con la Jarana y no hay costumbre de hacerse una colonoscopia. A los presidentes de la Generalitat les hace gracia no recibir al Rey a su llegada al recinto del Mobile por lo que sea, y repiten cada año. Yo creo que a las gentes se les merece un respeto y darle plantón a nadie es una falta de todo, por muy rey que sea. En realidad, cuando Colau deja plantado al Rey, todos los barceloneses dejan plantados a todos los españoles. Algo parecido pasa cuando se abuchea al presidente del Gobierno y se están abucheando a todos sus votantes. El contexto tecnológico añade al desplante una épica descabellada, absurda y divertida como de reivindicar el nacionalismo territorial en un mundo en el que la geografía apenas existe y todo está en todas partes: las compras, la política y el amor. La nación de la gente es su teléfono y yo mismo voy a abrir una tienda de botas de vino en el Metaverso. ¡Cohetes, relaciones virtuales, tipos operando desde Sidney meniscos de puretas maratonianos de Hendaya! Se supone que no debe importarnos que nuestro compañero de trabajo esté sentado en Villava o en un despacho de Shenzen, pero debemos entender que es determinante que Pere Aragonés no esté en la foto con el Rey.
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