Cartas de los lectores
Cuidar al cuidador

- Nuria Sanz Imaz
Ser madre o padre es muy bonito. Ves nacer a tu hijo, lo crías, compartes sus primeras palabras y eres testigo de su aprendizaje. Normalmente, cuando un niño llega al mundo cuentas con el apoyo de todas las personas que tienes alrededor, que aportan su cariño y dedicación de forma desinteresada y con plena disposición. Pero, ¿qué pasa cuando ese padre o esa madre se hacen abuelos? El ciclo de la vida se abre paso y de repente se les olvida cómo se llaman o dan un mal paso y se fracturan la cadera. Llegó el momento del gran cambio. Hay que buscar un plan B, ya no pueden vivir solos y los vulnerables pasan a ser ellos. Pero ahora hay una diferencia importante. No hay manos que quieran ayudar desinteresadamente a un anciano que poco a poco se va apagando. Solo quedan los familiares más cercanos, que se tienen que hacer cargo de él.
Estos cuidadores son los grandes olvidados de la sociedad que, aunque realizan este deber sin esperar nada a cambio y con una actitud de agradecimiento hacia sus padres, necesitan momentos para descansar y desconectar. Son personas que se pueden ver sobrepasadas por la situación, que generalmente se va agravando con el tiempo. Como estudiante de Enfermería animo a la sociedad a respetar su espacio, a cuidar al cuidador. Los abuelos dieron en su día lo mejor de sí para buscar lo mejor de nosotros, ahora ellos deben envejecer en las mejores condiciones. Porque ser padre es muy bonito, pero hay que recordar que los recién nacidos no son los únicos a los que hay que cuidar.
Nuria Sanz Imaz, estudiante de 4º de Enfermería de la Universidad de Navarra
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