Seis claves sobre los incendios en Navarra

La lluvia de fuego que ha asolado amplias zonas de Navarra desde la semana pasada es la más grave de las padecidas por la Comunidad foral hasta hoy. Más de 20 localidades y cientos de vecinos evacuados ante el avance de las llamas; 10.000 hectáreas afectadas; 1.100 profesionales trabajando en la extinción; cientos de voluntarios arrimando el hombreo, desde vecinos a agricultores; y mucho miedo a la vista de las llamas, tristeza infinita después y la incógnita ahora que cómo recuperar lo perdido. Falta todavía perspectiva para un análisis detallado, pero hay algunas claves que parecen consolidarse. 1.- Conocer las causas concretas. Establecer qué ha pasado es lo primero que permitirá saber cómo evitarlo en el futuro. Que las condiciones meteorológicas eran muy adversas estaba advertido por la Aemet, por lo que el riesgo era extremo. Falta por conocer qué causó cada fuego, una tarea en la que trabajan Policía foral y Guardia Civil. Las primeras hipótesis conocidas hablan de causas muy diversas: desde cosechadoras (se baraja al menos en el caso de Sendaviva y de otros fuegos el viernes), a rayos (Leyre), tormentas secas, chispas del tren, etc... La multiplicación de fuegos por toda Navarra en ese fin de semana aciago necesita más explicaciones para terminar de entenderse bien. 2.- Un Gobierno que se enroca. Es evidente a estas alturas que el Gobierno foral debió haber sido más diligente y, de hecho, no activó el nivel de preemergencia de protección civil hasta que lo peor del fuego ya estaba consumiendo amplias zonas de Navarra. Por supuesto que los incendios no son culpa del Gobierno. Claro que no. Pero es obvio que sí tiene una responsabilidad muy amplia en cómo se han gestionado. Y el vicepresidente Remírez ha jugado a la confusión en los últimos días con este tema para evitar sus responsabilidades. La realidad es que debió elevarse antes la alerta para tomar medidas preventivas, (por ejemplo, limitar cosechar) y que, el uno por el otro, no se hizo nada en este terreno hasta que el fuego estaba ya fulminando los campos el sábado. Incluso aquí se observa un cierto peloteo de responsabilidad entre los socios. Interior (PSN) es responsable de las alertas de emergencia mientras Desarrollo Rural (Geroa Bai) estaba tramitando un cambio en las normas para poder limitar cosechar de manera más sencilla, cambio que ahora se intenta agilizar. Hacer autocrítica dignifica a los políticos. Enrocarse sólo consigue exasperar a los afectados. 3.- La defensa vecinal de los pueblos. Si algo ha sido providencial en estos días ha sido el sentido comunitario de los habitantes de las localidades de Navarra afectadas. Ha sido admirable la manera con que han salido a la calle y al campo a defender su patrimonio colectivo, los pueblos y sus paisajes. Con mangueras, con tractores, refrescando zonas en peligro. Lo mismo cabe decir de las localidades que se han volcado en recibir a los evacuados con comida, techo, cariño y compañía. Rasgos de hablan por sí mismos de ese sentido solidario que renace en los peores momentos, ese que supone pensar siempre en los otros y que sigue tan vigente en nuestras comunidades locales. Un calor humano que ojalá no perdamos nunca. 4.- El papel esencial de los agricultores. En este terreno, destacar especialmente la aportación de los agricultores. Una actividad profesional muy poco reconocida en algunos ámbitos urbanitas del ecologismo que, sin embargo, revela en momentos claves su auténtica dimensión. La de actuar como los grandes protectores reales del medio rural. Agricultores aliados de los bomberos, movilizados por WhatsApp, han salvado pueblos enteros con sus cortafuegos hechos sobre la marcha. Son historias de personajes anónimos que se han convertidos en improvisados héroes locales. 5.- Despliegue de medios profesionales. Nada es suficiente cuando ocurre algo así y es cierto que dada la acumulación de llamas los servicios de emergencias han estado desbordados en los peores momentos del fuego, con la consiguiente frustración de vecinos y localidades que clamaban por más ayuda. Pero es la suma de efectivos desplegados la que cuenta y ha hecho posible la reacción. Navarra dobló su capacidad de respuesta a los incendios, ya que a sus propios bomberos y guardas forestales sumó el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y de los bomberos de apoyo que llegaron del País Vasco, y también de La Rioja o Aragón. En total más de 1.100 profesionales. Todos han sido bienvenidos, sin distingos por el color del uniforme. Solo cabe las felicitaciones y el agradecimiento para todos por lo difícil de su trabajo en unas condiciones tan adversas. 6.- Escuchar, aprender y reaccionar. Y una buena noticia, el Gobierno anuncia la voluntad de reabrir Sendaviva , el pulmón turístico de la Ribera, cuanto antes. Ahora toca hacer balance. Para empezar, toca escuchar mucho a los afectados, a los alcaldes, a los habitantes de los pueblos para entender que ha pasado y buscar fórmulas para que no se repita. Pero escuchando de verdad al que sabe, que son los vecinos de cada pueblo y, por supuesto, los expertos en emergencias. Una tarea que exige humildad y ganas de aprender. Para hablar de prevención, de limpieza del monte, de cortafuegos, de políticas medioambientales, de refuerzo de medios, etc. Los debates son complejos porque nada es blanco ni negro. Pero con un verano prácticamente por estrenar, este primer aviso nos ha mostrado la nueva realidad de riesgos que tenemos por delante. Toca aprender ya y reaccionar.

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