El rincónEn Navarra coexisten 32.000 parados con al menos 2.000 puestos que las empresas no pueden cubrir
¿Por qué escasean camareros y médicos rurales?
En Navarra coexisten 32.000 parados con al menos 2.000 puestos que las empresas no pueden cubrir

Publicado el 12/06/2022 a las 06:00
De nuevo junio vuelve a ser un mes donde se acaba el mundo antes de los Sanfermines. Un junio como los de toda la vida. Lleno de citas laborales, festivas, de ocio. Una vorágine que se retoma con gusto aunque en la esfera pública venga acompañada de un torbellino noticioso poco halagüeño: el de la gran cuesta arriba de los precios con una inflación desbocada que roe los presupuestos familiares.
A pesar de todo, la urgencia de lo cotidiano en estas fechas no debiera hacernos perder la perspectiva. Son días en que miles de bachilleres (3.700 en Navarra) acaban de terminar la EvAU y escogen cual va a ser su salida profesional. Una decisión trascendental hacia el mundo del trabajo, ese mismo que en esta tierra revela patologías difíciles de explicar. En Navarra coexisten casi 32.000 parados con no menos de 2.000 puestos y perfiles donde no es posible encontrar candidatos para trabajar según un estudio de la CEN. Es así de simple y así de complicado de entender.
Récord de empleo. Para empezar, hay que reconocer que vivimos en un momento “dulce” en el mercado de trabajo. Sigue creciendo a pesar de la tormenta que asoma con la guerra de Ucrania como telón de fondo. Con todo, Navarra cerró mayo con 300.000 personas trabajando y afiliadas a la Seguridad Social. Una cifra no alcanzada nunca hasta ahora.
Lo más relevante, además, es el crecimiento de la contratación fija este año, con la extensión de la figura del trabajador fijo discontinuo impulsado tras la Reforma Laboral, un cambio que adultera un poco las comparaciones. De hecho, el 30% de los nuevos contratos fijos en mayo en Navarra corresponden a discontinuos, es decir, personas que sólo tienen trabajo unos meses del año, pero ahora son fijos.
Empleos que no se cubren. Pero, al margen de estos datos, hay otra realidad igual de palpable. El hecho de que conviven altas cifras de paro con miles de puestos de trabajo que no se pueden cubrir.
Un análisis realizado por la CEN (ver el detalle) pone cifras a al fenómeno. Hay al menos 2.000 puestos que no se pueden cubrir. Y de muchos ámbitos. Desde el sociosanitario, a la hostelería, la construcción, la agricultura, el sector metalúrgico, etc.. Unos son empleos especializados (como médicos o programadores), pero otros muchos no.
Por ejemplo, en vísperas de Sanfermines, la falta de camareros ya ha salido a la luz. Faltan 400 profesionales para la hostelería. Y la carencia de expertos en las disciplinas digitales se antoja un déficit que nos va a hacer mucho daño.
El trabajo ya no es lo que era. De hecho, para empezar, hay que reconocer que las aspiraciones sociales sobre el trabajo han cambiado. De generaciones para las las que ha sido el eje vertebrador (y casi único) sobre el que giraba la vida a otras que exigen ahora tiempo libre, flexibilidad, mejores horarios, desconectar el fin de semana, etc.. Y así va seguir siendo. Y eso lo mismo vale para los camareros que para los médicos rurales. Por eso ambos escasean.
Otro hecho que distorsiona el relato es que no todos los parados lo son en realidad. Hay muchos miles de personas envueltas en el drama de no encontrar una ocupación digna, por supuesto. Pero también hay personas en el paro en el final de su vida activa que en realidad son “prejubilados” ese concepto que no existe en el derecho laboral pero si en el de las empresas.
Una reflexión colectiva. Nos falta una reflexión colectiva para prever a donde nos conduce esta realidad del empleo, si de verdad es sostenible y qué palancas de cambio nos hacen falta. Y hay poco consenso social más allá de incentivar la Formación Profesional, esa salida profesional tan demandada por las empresas.
Si los navarros no quieren trabajar en determinados sectores (y parece obvio) habrá que facilitar que otros lo hagan. Habrá que incentivar además el cubrir determinados puestos clave (la sanidad rural, por ejemplo) y habrá que realizar un esfuerzo público en formación para que los parados puedan encajar en los nuevos empleos. Y, en otros campos, también habrá que afinar que la Renta Garantizada que reciben 18.300 familias sin ingresos no acabe, sólo en algunos casos, ojo, desincentivando su inserción laboral como denuncian sectores como el agrario (un 27% de los receptores accedió el año pasado a un contrato de trabajo). Hay muchas vueltas que darle a esta realidad tan dual del trabajo y el empleo. Pero mirando la realidad de frente.