"Ampararse en la libertad de expresión para justificar los homenajes a los terroristas muestra inmoralidad o cobardía"
Ampararse en la libertad de expresión para justificar los homenajes públicos a los terroristas muestra inmoralidad o cobardía. O ambas. Es un acto de humillación a las víctimas y sus familias. Por eso es difícil entender que las instituciones públicas permitan el reconocimiento a Henri Parot, un etarra que tiene 39 asesinatos en su mochila, el sábado en Mondragón. ¿Qué hace el Gobierno de Pedro Sánchez? Decir que no le gustan este tipo de actos, mientras gobierna y blanquea a quienes los organizan y jalean. Y ocupado en acercar a los presos de ETA a las cárceles del País Vasco, con más de 370 asesinatos sin esclarecer. La obligación de los poderes públicos es exigir el cumplimiento de la ley, y desde la política, arrinconar a quienes siguen demostrando una nula voluntad de aceptar los parámetros democráticos que sostienen este país. Pero Pedro Sánchez prefiere mirar hacia otro lado. Y María Chivite también.