La Cooperativa de Hostelería de Navarra cierra el año con 62 millones, un 30% más que en 2021

Nutre a diario la despensa de decenas y decenas de bares, cafeterías y restaurantes de Navarra, Vitoria y San Sebastián. A través de sus pedidos, la Cooperativa de Hostelería de Navarra monitoriza cómo late el negocio de servir comidas y bebidas. En este momento, a falta de evaluar un fin de año con locales llenos después de dos Navidades consecutivas con restricciones y cancelaciones, la Cooperativa de Hostelería de Navarra prevé cerrar el ejercicio con unas ventas por 62 millones. Un balance que el gerente de la cooperativa, Javier Arístegui Berazaluce, y el presidente, Santi Enciso Azcoiti, consideran “positivo” a la vista de “todo lo acontecido”. La cifra supone un 30% más que en el 2021, un 69% más que en el 2020 y un 19% más que el 2019. Los dos directivos explican que, afortunadamente, se ha recuperado y superado el nivel de ventas de antes de la pandemia. “Ya no nos acordamos, pero en enero y febrero de 2022 todavía estábamos con limitaciones en la hostelería. Fue a partir de marzo cuando dieron rienda suelta al consumo”, apuntan. Sin embargo, como nota negativa, cuentan que la hostelería no ha podido “aprovechar” el tirón de ingresos por el reinicio de la actividad por culpa del desfase de la inflación y la subida de costes a raíz de la guerra de Ucrania, que han mermado los resultados. “Los márgenes se han estrechado entre un 15 y 25% con respecto a antes”, indica Arístegui, mientras que Enciso (Casa Ángel) afirma que la alimentación ha subido “mucho más que el IPC” y lo cifra en “al menos” un 20%. “Los hosteleros, que estamos sufriendo, deberíamos haber aumentado los precios a los clientes entre un 20 o 25%, pero como mucho se han subido un 10%. No sé cuánto tiempo se podrá mantener esa situación, añade. EL LASTRE DE LA INFLACIÓN Javier Arístegui explica que el incremento de la facturación de la cooperativa tiene algo de espejismo, ya que ha crecido “porque los productos que se venden están más caros y, por tanto, la cifra de ventas crece”. Añade que, pese a la mayor facturación, el margen de la cooperativa será menor. “Hemos deflactado nuestro margen para no repercutir toda la inflación a los socios en este difícil momento. Nuestro objetivo principal no es ganar dinero, sino ayudar al hostelero ”, subraya Santi Enciso. Arístegui apunta que “su obsesión” desde que hace ya tres décadas asumiera la gerencia es la “capitalización de la empresa, dotarla de patrimonio y de un pasivo que respalde ese patrimonio”. El gerente destaca que las cuentas están “saneadas”, que la inversión de 6 millones en el almacén de Zulueta (inaugurado en 2006) ya está pagado y que del desembolso de 3 millones realizado para el Cash& Carry abierto en 2015 en Burlada “quedan cuatro años de pagar, una tercera parte”. El directivo subraya que la cooperativa ha sufrido con la pandemia. “Tuvimos que utilizar todas las herramientas para ahorrar porque, de un día para otro, nos quedamos sin actividad. Fue muy muy duro ”, relata. LA MOROSIDAD, EN NIVEL BAJO La cooperativa, con una plantilla estable en torno a 110 personas, cuenta con 800 socios. Ellos disfrutan de un descuento del 2% en la factura y de un rápel a final de año, que en los últimos años ronda el 2% de lo que haya comprado durante todo el año. Pese a la difícil coyuntura, Arístegui indica que no observa un aumento de la morosidad. “Ronda el 0,3%, muy baja”, señala el directivo. “En 2008 hubo más impagos. Entonces, sí que fue una crisis de consumo”, valora. Arístegui detalla que un 60% de los 62 millones que se han facturado proceden de ventas a los socios y el resto de ventas a instituciones (residencias, clubes, colegios, etc). No se atreve a realizar una previsión para 2023. “Está todo muy enredado, con mucha incertidumbre. Antes, un proveedor te daba un precio para todo el año. En 2022 algunos lo han subido hasta cuatro veces. Luego, hay productos, como por ejemplo, el tomate que ha duplicado su precio por una mala campaña y otros lo han subido muchísimo, un 30 y un 50% en muchos casos”. Las sección que más factura es lo que llaman almacén y que incluye los alimentos no perecederos, que representa “ en torno a un 40% de las ventas”, si bien destaca la evolución ascendente de la sección de frescos (carne, pescado, verduras). BAJA LA NOCHE, SUBE EL DÍA Tanto el gerente como el presidente llaman la atención sobre el momento tan cambiante que vive el sector. “La tendencia es clara. Baja la noche y sube el día. Antes, salíamos a cenar y a tomar copas. Ahora es salir a comer y copas, el tardeo”, indican. De ahí, explican que, desde la actividad de la cooperativa, se aprecia que los bares de copas son los “más castigados” por la pandemia y también por el cambio de hábitos. “La sociedad, en general, envejece. Nos estamos haciendo mayores y nos gusta más el día y estos bares se están adaptando al tardeo”. “Las secuelas de dos años cerrados y con restricciones muy duras están todavía por verse. Nos falta perspectiva. Hay miedo al 2023. A ver qué pasa después de Navidad... La incertidumbre es grande”, comentan Javier Arístegui y Santi Enciso, gerente y presidente, respectivamente, de la Cooperativa de Hostelería de Navarra. “Aún hay que devolver los créditos ICO que solicitaron casi todos los hosteleros. Hay gente que va muy justa, al día. Hay que ver cómo se comporta el consumo y el precio de las materias primas”. Aseguran que el ambiente y alta ocupación que se observa, sobre todo por el centro de Pamplona, los viernes y sábados puede inducir a una imagen falsa. “Hay quien cree que el hostelero no da abasto porque se queda con lo que ve cuando sale, pero entre semana la cosa está muy tranquila. Por la tardes no hay casi gente y, los martes, la mayoría de bares, incluso en la Estafeta, están cerrados a las 12 de la noche”, señala Enciso. La compleja situación económica, unida a las dificultades para encontrar mano de obra, ha llevado a hosteleros a cerrar más días a la semana, según Enciso. “Antes, un hostelero abría siete días a la semana y un montón de horas. Ahora, de esos hay muy pocos. Y el que cerraba un día, ahora cierra dos porque le salen mejor los números. Y hay quien cierra según qué noches o varias horas para optimizar los recursos de personal”, apunta el presidente.

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