En profundidad
Si estamos en crisis, ¿por qué gastamos como antes de la covid?
La economía se adentra en terreno desconocido, pero los ciudadanos resisten al envite. Tras dos años de restricciones quieren experiencias. Vivir el momento sin pensar en el futuro en un renovado carpe diem. ¿Es contradicción o necesidad?

Actualizado el 20/07/2022 a las 16:00
La Real Academia Española define el término crisis en una de sus acepciones, la sexta, como una “situación dificultosa o complicada”. Y el de recesión, en su primera acepción, como la “acción y efecto de retirarse o retroceder”. Y aunque los gobiernos se resistan a utilizarlos en sus discursos, sobre todo el segundo, lo cierto es que retroceder es precisamente lo que están haciendo algunos indicadores que anticipan la llegada de un nuevo ciclo económico negativo cuando todavía no habíamos logrado sacudirnos de los efectos de la recesión que trajo la covid-19. En un contexto marcado por la crisis energética, la guerra de Ucrania y la escalada de precios, a los economistas les cuesta mirar al futuro con optimismo y el miedo creciente de los mercados a la llegada inminente de una recesión en Europa avivada por el impacto de la inflación sobre la demanda es cada vez más notable. Se aprecia en el hundimiento del euro frente al dólar. La moneda única europea no había estado tan débil desde que empezó a circular en la Nochebuena de 2002 y pese al efecto vacaciones empiezan a verse caídas en la parte de demanda estructural. Pero mientras la economía mundial se adentra en terreno desconocido, los ciudadanos parecen resistirse al envite. Tras dos años de restricciones quieren experiencias y salen a la calle sin escatimar gastos, como si la crisis no fuera con ellos o pudiera esperar. Perciben que hay un problema pero lo ven lejos, como la guerra. Y aunque el hecho de que los precios hayan subido a algunos les dificulta llegar a fin de mes y otros no pueden ahorrar, la afluencia a bares y restaurantes estos Sanfermines no se ha frenado. A los que han hecho las maletas tampoco les ha importado que el precio de los combustibles o los billetes de avión estén por las nubes. En definitiva, más gasto, más consumo y más desenfreno, que aunque positivo para la economía conlleva más inflación porque se demandan más servicios. Pero, si estamos en crisis ¿por qué gastamos como antes de la covid? ¿Y si la economía se ha frenado y el consumo está bajando, qué explica que hostelería y ocio resistan? Siete especialistas de diferentes ámbitos -la economía, la hostelería, el mundo de la empresa y la sociología- reflexionan bajo estas líneas sobre este fenómeno y tratan de de arrojar luz sobre lo que puede estar por venir.
RIESGOS MACRO Y MENOS LIQUIDEZ QUE NO AGUAN LA FIESTA
Una de las últimas macromagnitudes en salir a la luz, y de las más preocupantes, es el frenazo del PIB del primer trimestre. La economía española paró en seco y su crecimiento sólo repuntó un 0,3%, cada vez más lejos del 2,2% del cierre del año. La navarra también va poco a poco pisando el freno. Lleva dos trimestre creciendo un 1%, frente al 1,8% del tercer trimestre de 2021. Pero, entonces, ¿la economía se frena y la respuesta de los navarros es consumir y gastar? “¿Pero quien ha dicho que los comportamientos humanos fueran lógicos?”, replica el sociólogo Jesús Hernández Aristu quien inicia su reflexión recordando un viejo libro de la época de la minifalda, en los años 70 del siglo pasado, en el que se decía que en tiempos difíciles las faldas eran largas, mientras en tiempos económicamente boyantes, se alcorzaban por encima de la rodilla lo que encierra una especie de contradicción por eso de que en tiempos de penuria lo más sensato pareciera ser reducir gastos superfluos en aras al refrán popular de ‘el que guarda cuando tiene, come cuando quiere’. Desde la óptica de la economía, el análisis es coincidente: “No vamos a tomar conciencia de la crisis hasta que el mercado de trabajo no se empiece a resentir”, sentencia Ángel Chocarro, presidente del Colegio de Economistas de Navarra. Fernando San Miguel, responsable del Servicio de Estudios de Cámara Navarra de Comercio, remata que aunque hay indicadores muy negativos como la inflación y la deuda, son riesgos a nivel macro y a medio-largo plazo que el consumidor, en el día a día no ve. “El efecto fundamental de cara al consumo, la variable que lo define, son los precios pero, sobre todo, el empleo, la capacidad de seguir teniendo renta”. Desde la Confederación Empresarial Navarra, su presidente Juan Miguel Sucunza, admite que lo más grave de la inflación es que “se dan las circunstancias para entrar en situación de estanflación: inflación al alza, crecimiento del PIB más bajo de lo previsto y alto desempleo”.
LA HOSTELERÍA RESISTE CON LA INFLACIÓN DISPARADA
Tras la contracción del gasto total de los hogares navarros, un 1,5% interanual durante el segundo trimestre, que los bares sigan llenos no es, coinciden los especialistas consultados, una mera percepción. La inflación está estrangulando el poder adquisitivo de las familias y la realidad ya es insoportable económicamente para muchos familias. Otras ya han comenzado a reducir gastos y se están produciendo cambios en los modelos de consumo, aunque ni en los bares ni en el ocio se estarían, por ahora, apretando el cinturón. La presidenta de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra, Ana Beriáin, confirma que los hosteleros del centro de la capital navarra han recuperado estos Sanfermines los números de 2019. “Ha habido mucho menos extranjero, pero mucho francés y nacional y el gasto ha sido similar al de 2019. Estamos todos hartos de malas noticias, hemos pasado momentos muy malos; la gente tiene ahorros y quiere disfrutar y evadirse. Por salud mental lo necesitamos”. Admite que San Fermín ha sido un importante balón de oxígeno para el sector aunque los gastos se han disparado entre un 10 y un 15% y no toda la subida se ha repercutido en los precios al cliente por lo que el beneficio ha bajado. Una de las variables que muestra el éxito hostelero es el Índice de Gasto de Hogares. El grupo de gasto de ocio, cultura, hostelería y otros aumentó en el segundo trimestre del año un 35,7%. Como razona Alberto Andreu Pinillos, doctor cum laude en Economía y Empresa, las contrataciones de fijos discontinuos también crean una sensación de falsa estabilidad. Pero lo cierto, es que hay algunas señales de alarma como la caída de indicadores estructurales de demanda. Desde el precio de materias primas como el cobre, porque ya hay una parte de actividad que se está ralentizando o el freno en la venta de casas. Pero también es otro síntoma de lo que viene, completa Carlos Medrano, consultor en Eximia Consultores, que algunas empresas hayan empezado a cancelar inversiones. Es el caso de Amazon y los cuatro almacenes que iba a hacer en España.
EL CONSUMO PSICOLÓGICO Y LOS NUEVOS LOCOS AÑOS 20
A nadie se le escapa que el encierro en los domicilios y la clausura del ocio callejero fueron de las medidas más traumáticas para los ciudadanos, que estarían ahora intentando recuperar en los establecimientos el tiempo que los políticos les arrebataron y hasta aprovechar la libertad devuelta ante lo que pueda llegar a la vuelta de las vacaciones. En este factor de consumo psicológico también influiría la necesidad de la interacción social perdida, que tiene en los bares el mejor de los campos de cultivo. “En el efecto vacaciones pesa el carpe diem, el efecto psicológico del vive hoy que mañana será otro día”, resume Andreu Pinillos. La teoría de que el fin de la pandemia iba a traer una época que recordaría a los locos años 20 la rescatan hoy muchos expertos. Es el caso de Ángel Chocarro, quien no oculta que el fenómeno le deja una sensación contradictoria. “Con la séptima ola bailando a la bestia, ya nadie toma medidas porque le hemos perdido el miedo. A nivel social vivimos un momento de exaltación. Hay un efecto psicológico de necesidad colectiva de disfrutar que sumado al ahorro embalsado durante la pandemia concluirá con una campaña turística fantástica. Lo hemos visto en San Fermín y lo veremos a lo largo del verano en todo la costa por parte no sólo del turista español, también del extranjero, sobre todo británico. Al alemán no tanto porque su gobierno sí le está preparando para una posible crisis casi en un modelo de guerra”. En España, por el contrario, los hogares sí podrían estar usando sus ahorros para mantener sus niveles de consumo y, por eso, disponen de liquidez para ir a los bares. Pero la situación no durará eternamente porque la inflación se está comiendo ese sobreahorro familiar. Funcas estima una pérdida de poder adquisitivo en los hogares de hasta 16.700 millones de euros solo en 2022.
RÉCORD DE INGRESOS PÚBLICOS E IMPUESTOS EXTRAORDINARIOS
Otra de las paradojas a la que nos enfrentamos es que mientras la inflación nos empobrece y aumenta el riesgo de que la economía se pare, y no sólo la española, también la europea, el Estado está consiguiendo cifras récord de recaudación. Sucunza critica los movimientos “básicamente tácticos” del Gobierno de España que le han llevado a “inventarse” impuestos extraordinarios, creando una imagen de inseguridad jurídica. “¿Era esta actuación realmente necesaria teniendo en cuenta el incremento de ingresos por impuestos, consecuencia de la inflación, que está obteniendo el Gobierno?”. Lamenta la incapacidad de plantear pactos de estado, parciales o globales, entre los partidos mayoritarios, y asume que “también la CEOE y los sindicatos deberíamos continuar con nuestras conversaciones para buscar un entendimiento”.
LA TEORÍA DEL PINTALABIOS ROJO Y CUANDO LA BANCA CORTA EL GRIFO
Decía Leonard Lauder, presidente de la marca de cosméticos de lujo Estée Lauder, que cuando se disparan las ventas de pintalabios de color rojo, se aproxima una crisis económica. Y no le faltaba razón. Esta teoría lo que señala es que en épocas de crisis los consumidores compran artículos más baratos que sustituyen otros más caros, un desembolso con menor impacto en sus finanzas, un pequeño capricho asumible, que les hace sentirse muy bien. Con todo, Medrano recuerda que las crisis no vienen de golpe. “Los bancos ya han cortado el grifo; lo notaremos cuando nos toque financiar las vacaciones del año que viene o las de Navidad”. Vaticina que “en 2023 habrá menos dinero, menos coches, menos pisos y más paro”. Una variable la del empleo que hoy pocos se quieren creer. Nada extraño si tenemos en cuenta, como apunta este especialista, que hay cursos para desempleados que se han tenido que suspender por falta de demanda. “España es un país en el que la reducción de actividad se libera con despidos”. Pero mientras eso llega, el consumo aumenta y hay más actividad. Un carpe diem a la moderna por lo que pueda venir que explicaría, como reflexiona Hernández Aristu, “ los comportamientos de relajación dineraria generalizada” que se están viendo a pesar de las advertencias y de que “no hay recetas para salir de la crisis, aumentada y profundizada por la guerra de Rusia contra Ucrania con consecuencias impredecibles para todos”.