Zugarramurdi: un pueblo entre ventas y fronteras

Conforme uno se acerca a Zugarramurdi los vehículos con matrículas francesas predominan sobre los que llevan coches con el registro español. Antes de tomar el desvío hacia el pueblo de las brujas, las ventas de Dantxarinea, como oasis en el desierto, están repletas de turistas que acuden a las enormes naves a por productos en rebajas. El contraste es notable. Del verdor y los caseríos aislados a las grandes superficies juntas justo en la frontera. Desde este punto hay unos cuatro kilómetros por la NA-4401 hasta llegar a Zugarramurdi. Nada más llegar, a mano derecha, hay un helipuerto y la carretera atraviesa por medio del pueblo. Este es uno de los problemas que pretende resolver el Ayuntamiento. Este miércoles debería de haberse organizado el Zikiro Yate en las cuevas. Una jornada que arrastra más de cien años a sus espaldas aunque estos dos últimos no haya podido celebrarse. Tradicionalmente, el 18 de agosto la localidad se vestía de gala para acoger a todos los visitantes deseosos de comer cordero en un escenario mágico. Los turistas estaban. Y muchos. Las cuevas permanecían igual de imponentes que siempre. El día era inmejorable. Lo único que faltaba era la carne, los corderos se salvaron. Algún tropiezo que otro de visitantes en el terreno irregular de las cuevas y esperas para entrar al Museo de las Brujas fueron lo más destacado en un día con sol radiante en Zugarramurdi. Siguiendo la tónica del resto de localidades, este pueblo fronterizo de 217 habitantes aguarda tranquilo y con cuidado para conseguir celebrar el año que viene las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Asunción, cuatro días de celebración. Encontrar un hueco para aparcar en Zugarramurdi un día de agosto es complicado. Muchas caravanas en el parking principal y llenazo en un espacio privado habilitado para estacionar vehículos. Esto empuja a los turistas a aparcar el coche en zonas que no se debe y que, además, molesta a los vecinos de la localidad baztanesa. Hasta ella llegan turistas de todo tipo. Se pueden ver familias numerosas con un bichón maltés por medio de la cueva, parejas de jubilados, turistas sacando fotos desde el coche sin poner pie en tierra o grupos de amigos que se han animado a pasar el día. “Venimos desde Santa Coloma de Gramanet”, comentaban tres amigos a las puertas del Museo de las Brujas. Ellos esperaban junto a una treintena de visitantes que hacían cola hasta la hora de la visita. “Llevamos esperando una media hora, tenemos a las 12:30”, explicaba Joan Franco Heredia. Como el resto de turistas, estos amigos fueron primero al museo y, después, a las cuevas. “Hemos venido a Pamplona y cada día hacemos una excursión a diferentes puntos de Navarra”, apuntaba Javi Quero Sánchez, uno de los integrantes del grupo. “Ayer fuimos al castillo de Olite, hoy aquí. Es un contraste muy grande en poco territorio”, añadía él mismo. En 2013, el lanzamiento de la película 'Las brujas de Zugarramurdi' de Álex de la Iglesia supuso un boom en el turismo local aunque eso no es todo. El boca a boca tiene mucho que ver. “Sí que conocíamos la película, pero, en realidad, hemos venido porque él visitó el pueblo hace años y nos lo ha recomendado”, decía Franco haciendo referencia a una visita de Quero al pueblo anteriormente. Como ya se ha comentado, el visitante francés es muy típico en la zona por la cercanía del país galo. Sin embargo, es un visitante que no acude tanto a las cuevas. “Los hay, pero generalmente el francés suele venir más a los restaurantes para comer. El turista español acude para hacer la excursión al museo y a las cuevas”, informaba Evaristo Mentaberri Mihura, alcalde por parte de la Agrupación Akelarre. La corporación la forma junto a otros tres concejales que trabajan por el bien del pueblo. Evaristo Mentaberri acude a la entrevista con la ropa de trabajo. No de alcalde. Eso es solo un cargo. Su trabajo está al otro lado, en Francia. Este lo compagina con la alcaldía de Zugarramurdi. Lleva una legislatura y media y forma corporación con otros tres concejales. Como dice él, “hacen lo que pueden” y agradecen la mano que les echa Ainhoa Agirre, gerente del museo y de las cuevas, con todo el tema del turismo. ¿Qué valoración hace del año? Esta siendo un año muy raro. 2020 ya pasó y, este año, teníamos buenas expectativas y depositamos mucha confianza pensando en que iría mejor. Pero ha sido chasco tras chasco. ¿Y en el plano sanitario? Ha habido algún caso que otro, pero no hemos tenido la problemática que ha habido en otras localidades con grandes reuniones. Están con toque de queda, ¿cómo lo llevan? Sí, está en vigor hasta la una de la mañana durante las no fiestas. De todos modos, el toque de queda se aplica bastante fácil porque los bares y restaurantes para las nueve y media o diez de la noche están cerrados. Trabajan tanto durante el día que están cansados. Les está costando encontrar gente para trabajar. Mucho trabajo, ¿eso quiere decir que está bien el pueblo a nivel turístico? Ya ves cómo está esto -señala a la terraza llena de turistas-. Estamos un poco sobrepasados. ¿Con qué problemas os estáis topando? Uno de los grandes problemas es la congestión del centro del pueblo por los coches que vienen. Actualmente todo el mundo tiene que pasar por aquí, por la plaza. Queremos acabar con esto. ¿Han puesto alguna solución a corto plazo para esto? Tenemos a tres personas del pueblo que tratan de dirigir un poco la circulación en los días que creemos que más visitantes vamos a tener. Intentamos que no se haga mucho atasco en el centro. Para esto nos basamos en fechas señaladas del año anterior en las que acudieron muchos turistas y tenemos en cuenta las reservas hechas para las cuevas y el museo. Pero bueno, ayer -anteayer- no habíamos previsto, hoy -por ayer- tampoco y ya ves, está esto lleno. Es difícil acertar. Todos los pueblos de la zona tenemos este problema. Los vehículos tienen que aparcar, ¿disponen de plazas suficientes? Hay un parking público de cien plazas y otro privado que también puede utilizarse. Ahora tenemos intención de hacer otro más. El problema es cuando aparcan delante de las casas. Los vecinos se quejan y con razón. ¿Hay algún proyecto para acabar con esto? Sí. Queremos hacer una calle nueva para que no haya tanta gente por el centro, pero hay muchos problemas por los caminos. Creemos que con eso, el parking nuevo y el tema de las entradas online para saber cuántos visitantes vienen puede servir. ¿Hay más ideas en mente? Hay miles de cosas que se pueden hacer. Otro que tenemos en mente es hacer accesible la cueva. Es un proyecto que va a llevar muchos años y para el que necesitamos dinero. Estamos limitados. ¿En qué consistiría ese plan? Tenemos el estudio hecho ya. Nuestra intención es mejorar el acceso quitando todas las escaleras para que pueda entrar todo el mundo. Queremos arreglar todo. Estamos tanteando todavía cómo hacerlo porque no queremos desnaturalizar el entorno.

Zugarramurdi: un pueblo entre ventas y fronteras

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