Naturaleza
El alimoche necesita la paz de San Prudencio
Las aves vuelven de África a sus zonas de cría en Lóquiz, hoy tan visitadas que, como el ojo de San Prudencio, se han cerrado para proteger este ciclo

- M. Puy Amo
Llevaba meses convertido en destino de salidas de fines de semana y objetivo de las fotos que las inmortalizan luego en las redes sociales. Con tanta intensidad que en el ojo de San Prudencio o el agujero, como popularmente se ha conocido siempre entre los vecinos de Ganuza y otros pueblos de Metauten esta ventana en la roca de la sierra de Lóquiz con espectaculares vistas de Tierra Estella, un frágil equilibrio amenazaba con romperse. Cuando el tiempo mejora, el alimoche vuela hasta allí desde su retiro invernal de África. Llega su periodo de reproducción y necesita culminarlo con tranquilidad. No lo consiguió el año pasado. Se malogró la cría y ahora, para dar una oportunidad a la pareja que anida en este punto de la sierra, el acceso ha quedado temporalmente restringido.
El departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra lo ha decidido así para la protección de una especie catalogada que regresa a sus zonas de nidificación a partir de marzo. La medida se adoptó a principios del mes pasado, se ha mantenido esta Semana Santa y se prolongará hasta mediados de septiembre, cuando el joven alimoche haya salido adelante.
El guarderío de Medio Ambiente encargado de este entorno próximo a Estella lo ha señalizado en seis puntos diferentes. Tanto en Ganuza -el principal acceso a San Prudencio- como en otros próximos. Ofrece, además, una ruta alternativa por la sierra para los visitantes que continuarán, llegando en un tiempo -explican- en el que resulta tan necesario salir al campo. Un sendero circular denominado La basílica de Santiago de Lóquiz. Indicado y fácil de seguir, se extiende a lo largo de 7,4 kilómetros con un desnivel de 400 metros. No parte ya desde Ganuza, sino que tiene en Ollobarren, otro de los concejos del distrito de Metauten, tanto el punto de partida como el de llegada.
El itinerario proporciona otra opciones para continuar disfrutando de la sierra. Pero durante estos meses piden que se respete la medida hasta que culmine la reproducción o se considere que no hay razones para prolongarla porque la cría, que nacerá en torno a mayo o junio, vuela sola. Ocurrirá a finales del verano. Llegado ese momento, cuando se “abra en solitario” acabarán las restricciones. “Démosle una oportunidad y pronto podremos volver a visitar el ojo de San Prudencio ”, piden desde el guarderío de Medio Ambiente. Explican a quienes se acercan estos días como “a partir de marzo van llegando desde sus zonas de cuarteles de África” e insisten en la necesidad de tener paciencia. De hacer caso a las indicaciones y continuar por el itinerario alternativo, además de agradecer la colaboración encontrada.
LA EXPERIENCIA ANTERIOR
Años de seguimiento llevan a hablar al guarderío de Medio Ambiente del de San Prudencio como uno de los “nidos históricos” del alimoche en la zona. Aunque queda protegido y fuera del alcance de quienes se adentran en la cavidad, el tránsito continuo de personas sí rompe el silencio y perturba. Primero su tiempo de incubación y, si este prospera, el periodo luego necesario para que el pollo salga después adelante en un espacio en auge con la pandemia. “No había habido hasta ahora necesidad de cerrarlo en años anteriores y, normalmente, s i les va bien, la pareja repite. Pero la temporada pasada fracasó porque ya a finales de la primavera y en verano vino mucha gente. Por eso se ha tomado ahora esta decisión”, subrayan.
Como en otros entornos naturales de Tierra Estella, las restricciones por el coronavirus hacen necesarias estas salidas a la naturaleza. Lugares que hasta ahora prácticamente se conocían en la zona se han llenado de visitantes los fines de semana. En Ganuza, el pequeño pueblo del que parte la ruta más habitual a San Prudencio, así lo han experimentado a lo largo de todo el invierno e igualmente estos días de Semana Santa.
Como se ha comunicado desde Medio Ambiente, la decisión se toma al amparo de la Ley Foral de Protección y Gestión de la Fauna Silvestre y sus Hábitats, que regula la actuación de las administraciones públicas en favor de la preservación de la fauna silvestre en cuanto a las limitaciones o prohibiciones de diferentes actividades que puedan afectarle. Desde el año 2000, se cuenta con estudios pormenorizados de la práctica totalidad de roquedos de Navarra donde habitan las “aves rupícolas amenazadas” -como el quebrantahuesos y águila de Bonelli- o el alimoche, el águila real y el halcón peregrino, declaradas en todos los casos como “vulnerables”.
El más pequeño de los buitres
Prácticamente inconfundible por su plumaje blanco y negro y su cabeza amarilla, el alimoche, alimoche, saizuria, guirre o buitre egipcio (Neophron percnopterus) es el más pequeño de la familia de los buitres. Una parte importante de las parejas existentes en Navarra se reproduce en el Parque Natural de las Bardenas Reales, un territorio que les ofrece sus cortados para preparar sus nidos y traer al mundo a sus crías. Calificada como “vulnerable”, afronta para su supervivencia numerosas amenazas como la mortandad de las migraciones hasta territorios al sur del desierto del Sahara, la falta de alimento o las molestias durante su reproducción.