Una patrulla contra el covid por el barrio de la Milagrosa de Pamplona

La subinspectora camina a buen paso por las callejuelas de la Milagrosa, uno de los barrios de Pamplona con mayor incidencia de covid de la ciudad. Acompañada de otro agente, prestan un servicio especial de Policía Municipal para tratar de reducir la circulación del virus entre los vecinos y comerciantes. Se ha puesto en marcha también en San Jorge y en sus primeras horas implica ya varias denuncias a particulares y establecimientos, resuelve muchas dudas y también se lleva alguna petición. “Cuidad de nuestro barrio, por favor”, pide una clienta en una cafetería a los policías. La subinspectora le sonríe. “Este no es un tema policial, es sanitario y colectivo, de todos. Se necesita más concienciación”, asegura. Ella trabaja para que a nadie se le olvide ese reto. Este es el relato de una mañana a su lado. 1 ENTRADAS A COLEGIOS Y GIMNASIOS Estrictamente, las medidas preventivas en estos barrios ya comenzaron en la tarde del lunes, día todavía festivo, cuando fueron los primeros en los que se precintó el acceso a los parques infantiles y gimnasios de mayores , “debido a la especial preocupación de las autoridades” por la situación en ellos. Solo en la Milagrosa, el número de nuevos casos diagnosticados entre el 28 de septiembre y ese día, 12 de octubre asciende a 131. En San Jorge han sido 108. Durante la mañana de ayer martes, esta pareja de agentes de Policía Municipal recorre algunos puntos neurálgicos y controla que se cumpla la normativa. “Hemos estado patrullando las entradas a los colegios Paderborn (avenida Zaragoza) e ikastola Hegoalde y ahora vamos entrando en distintos establecimientos”. Uno de ellos es un gimnasio que ya desde la misma puerta deja claro su rechazo a la nueva normativa. “Pedrito Sánchez nos obliga a llevar la mascarilla”, señala el cartel colgado a la entrada, advirtiendo a la clientela. Los agentes observan las medidas higiénicas que se han tomado en el interior (si hay gel dispensador a disposición de los clientes que acceden y si se invita a utilizarlo, por ejemplo) y charlan con el propietario o responsable al mando. Si detectan algún incumplimiento, proponen para sanción. 2 SALONES DE JUEGO. "Y SI ALGUNO NO SE QUIERE MARCHAR A LAS 22H, NOS DAS UN TOQUE Y VENIMOS" Natalia Cenzano Inestrillas es la responsable del salón de juegos Lucky, en la calle río Urrobi. Lleva 17 años al frente del negocio y no había visto “jamás” algo así. Tras atender a los agentes explicándoles el aforo del lugar y mostrando la distancia entre las distintas máquinas, confiesa que las nuevas restricciones son especialmente duras para un sector como el suyo. “De normal aquí cuando viene la gente es a partir de la tarde-noche. Antes podíamos abrir hasta las 2.30 de la madrugada. Si ahora tenemos que cerrar a las 22 horas... Imagínate. Si esta situación se prolonga puede suponer el cierre definitivo para muchos locales”. El agente de Policía Municipal comprueba que las personas que se hallan en el local esta mañana llevan la mascarilla puesta y la subinspectora se despide de Natalia Cenzano. “Ya sabes, hasta las 22 horas. Y si alguno no se quiere ir pues nos das un toque y venimos”. Los policías y un cliente, en un establecimiento de fruta. / GOÑI 3 POR LA CALLE. "ME HE QUITADO LA MASCARILLA PORQUE SE ME EMPAÑABAN LAS GAFAS" Un vecino de la Milagrosa deja el carro de la compra en la puerta de la frutería, entra en la tienda y comienza a coger el género. No lleva ni 30 segundos en el comercio cuando irrumpen también los agentes. “¿Por qué se ha quitado la mascarilla?”. “Se me empañaban las gafas, ya me la coloco otra vez”, responde. “No hacemos nada si no se lava las manos al entrar, se quita la mascarilla y va tocando toda la fruta”, le reprende la policía. A unos metros, en el Horno Latino, los agentes han estado conversando con Elena Poveda Ramos, de 43 años, que sirve unos cafés a unas clientes y asiente cuando los policías le recuerdan que no puede tener a nadie consumiendo en barra. “Aquí son solo diez mesas, no es difícil controlar el aforo y mantener la distancia. A la situación solo le pido poder seguir trabajando”, expresaba con resignación. 4. “LLEVAMOS MUCHO DESGASTE DESDE MARZO, 12 HORAS, 7 DÍAS A LA SEMANA CON ESTO" El trabajo de esta patrulla ha vivido una transformación radical. Una mañana de patrullaje de octubre de hace un año no se parece en nada a la que pasaron ayer, vigilando el cumplimiento de la normativa covid-19. “Nos ha cambiado la vida a todos, policialmente también. En nuestro trabajo ahora estamos muy volcados en todo el tema sanitario. Todos los compañeros nos hemos entregado a ello y nos ha supuesto desgaste, mucho. Imagínate desde marzo, 12 horas de turno, 7 días a la semana... Y que te sigas encontrando con gente así”. Señala a tres hombres, vestidos con monos de trabajo, que beben una lata de cerveza en un bar. Uno de ellos se levanta y va al baño, sin mascarilla. Rápidamente, la pareja de agentes entra al bar y le pide la documentación para denunciarle. “Muchos nos dicen que es un descuido, hay otros que se enfadan y hay un porcentaje mínimo que asume lo que ha hecho y su error”. En este caso, el denunciado señaló que se había relajado con sus compañeros tomando una cerveza antes de regresar al trabajo. “Creo que ese es el problema. Todos sabemos del coronavirus, pero luego cada uno a título individual, ¿qué hacemos? Con el ocio el problema es tremendo. En lo viejo ha habido dispositivos en los que hemos tenido que ‘barrer’ las calles, literal, de la gente que había. Son personas a las que no les importa el esfuerzo de los demás”. 5 BIBLIOTECA, EROSKI, Y NUEVOS NEGOCIOS En su paseo, los agentes se asoman a la biblioteca pública, que está cerrada, y supervisan que locales como el del supermercado Eroski de la calle Julián Gayarre hayan actualizado el cálculo de aforo, con las nuevas restricciones al 30%. “Aquí lo tienen todo muy bien”, comenta el agente a su superior al paso por un local de cafetería de La Gavilla ubicado al lado del súper. De todas formas, los policías entran y charlan con la dueña, Emilia Kryger, de 35 años, que se ha atrevido a arrancar el negocio hace solo 3 meses. “No está fácil, pero hay que pelear”, sonríe. Las tres mesas que pueda tener están ocupadas. “A ver qué tal estas próximas semanas pero de momento estoy con ilusión. Hay clientela fiel, mucha gente mayor, y muchos son de venir a echar un café, aunque también los hay con familiares que les han pedido que vengan menos. Es una pena, a ver si entre todos salimos adelante”. 6 “MEJOR QUE PATRULLÉIS LOS CENTROS COMERCIALES, QUE AHÍ SÍ QUE HAY CORONAVIRUS" No todos ponen buena cara al trabajo de los policías. Felipe Yuba Lacalle, de 54 años, dueño del bar Garre desde hace 20, les preguntaba si, con aforos al 30%, el pago de impuestos también iba a ser en la misma proporción. “Yo he hecho PCRs a mis camareros y negativo. Los hosteleros somos los que estamos pagando el pato”, se quejaba. “Y si hay que cerrar, pues se cierra, que no digo yo que no, que nos den ayudas y me voy a cazar la paloma, que soy aficionado y es temporada”. La subinpectora indica que no es el único, ni mucho menos, y que hay quien apunta a otros culpables. “Nos dicen que patrullemos los centros comerciales o los supermercados”. En la cafetería de enfrente, Raquel Muro Delgado y su hija, Claudia López Muro, se afanan por que no se acumulen muchos clientes en la fila del pan. “Es nuestro negocio y no nos queda otra que subsistir. Intentamos agilizar el paso de clientes y que no se queden una hora en una mesa echando el café y leyendo el periódico, así que lo hemos quitado. El que lo quiera leer tendrá que comprarlo”. Emilia Kryger, de 35 años, en su cafetería de La Gavilla, en conversación con la subinspectora. / GOÑI 7 APOYO A LOS ADMINISTRATIVOS EN EL CENTRO DE SALUD La ronda continúa con una visita al centro de salud del barrio, donde una decena de personas hace cola. Todos llevan la mascarilla y respetan la distancia de seguridad. “Solemos prestar apoyo a los administrativos y recordar a la gente que no pueden agolparse y reunirse, y menos aquí”. A su salida, se encuentran con un hombre que apresuradamente se coloca la mascarilla. “Caballero, es obligatorio llevarla”. “Sí, lo sé, pero es que me he hecho un lío con las gafas”, explica. Los policías prosiguen la marcha y controlan las medidas en una carnicería. El tendero va a ser denunciado. Tampoco lleva mascarilla. “Dice que tiene una pero que no se la pone porque le queda grande”, cuenta el policía. “Le hemos explicado que esto no es nuevo, que llevamos meses así y que ya ha tenido tiempo de buscar una que se ajuste algo mejor a su cara. Además, trabaja de cara al público y con alimentos. La higiene es vital para todos, pero en su caso aún más”. 8 “EL COVID ES LO PRIMERO, PERO VIGILAD BIEN EL TRANSPORTE PÚBLICO Y A LOS UNIVERSITARIOS" Tras la puerta de un local de pollos asados y kebab, una decena de parroquianos bebe unas cervezas en la oscuridad. Cuando los agentes hacen acto de presencia y preguntan al camarero por el aforo, uno de ellos se levanta y se presenta como Alí Razá, hermano del propietario, que se encuentra en Pakistán. “Dígame usted cuál es el aforo porque llevo días llamando a Urbanismo y al Ayuntamiento para que me den el dato. Lo que hemos hecho es que en las mesas en vez de seis solo se pueden sentar cuatro. Mira, lo hemos puesto en estos carteles”, asegura, mostrando los anuncios con esa indicación que han pegado en el acceso al bar. Razá insiste en que para él “el covid es lo primero”, pero a la vez, “desde que se cerró la noche pues no ha hecho más que aumentar, igual hay que mirar más otras cosas como el transporte público cuando va lleno o las fiestas de los universitarios”. También apostó por otras opciones. “Casi es mejor que nos encierren otra vez dos semanas o lo que tenga que ser a estas decisiones que lo que están haciendo es matarnos poco a poco”. Los agentes le escuchan y abandonan el establecimiento. “Si todos cumpliéramos las normas esto se atajaría mejor, y ese es el papel que jugamos los policías en esto”. Desde su punto de vista, la subinspectora pidió “concienciación social”. Ella sigue al pie del cañón. Tras terminar la supervisión de estos comercios, la patrulla iba a participar en un dispositivo de control a los ocupantes de vehículos. “Que no sea porque no se nos vea y repitamos el mismo mensaje. Al final, si se cumplen las normas, ganamos todos”. Alí Razá, en el local de pollos y kebab, señala la cartelería. / GOÑI

Una patrulla contra el covid por el barrio de la Milagrosa de Pamplona

Una subinspectora y un agente de Policía Municipal de Pamplona realizan un recorrido por comercios, bares, gimnasios, centro de salud y supermercados de la Milagrosa, uno de los barrios de la ciudad con más incidencia de coronavirus

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