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Flora

Las orquídeas reinan en la Cuenca

50 de las 85 especies de esta planta, que atrae por sus métodos reproductivos, florecen estos días en praderas, rotondas o ribazos. La sequía merma su intensidad, pero sobrevive en zonas claras donde matas, máquinas o ganado no llegan

Ampliar Manuel Becerra, en Huarte, junto a varios himanthoglossum hircinum a punto de florecer
Manuel Becerra, en Huarte, junto a varios himanthoglossum hircinum a punto de florecerJ. A. Goñi
  • C.A.M.
Publicado el 21/05/2023 a las 06:00
Los casi 10.400 kilómetros cuadrados que ocupa Navarra en la Península Ibérica albergan 85 de las 120 especies de orquídeas silvestres presentes en todo el territorio. De ellas, 50 se han visto en la comarca de Pamplona. Ese número la convierte, junto a la cuenca prepirenaica de Aoiz-Lumbier, en una de las más ricas en esta planta de flores de singulares formas que atraen a sus polinizadores y que crecen asociadas a hongos. Unos ejemplares que entre febrero y junio están en plena floración en la zona y que algunos especialistas estudian y preservan. Una especie que, como tantas, cambia al compás del clima, lo que ha dado lugar a híbridos y a nuevos ejemplares antes asociados a zonas mediterráneas y que pone en cierto peligro otras más eurosiberianas que dan diversidad.
Manuel Becerra Parra, malagueño de nacimiento, pamplonés de residencia, técnico forestal y botánico además de doctorando “consorte”, es uno de los que se encargan de enumerar, localizar y describir los ejemplares de orquídeas en campos y praderas de Navarra. Es coautor junto a su esposa, la bióloga Estrella Robles, que prepara su tesis sobre orquídeas en Navarra, y Cruz Miguel Babace, aficionado y observador, del libro Orquídeas silvestres de Navarra, publicado el año pasado (Pinsapar) y que estos meses se va dando a conocer en la comunidad. Busca nuevos espacios para ver cómo se distribuyen, la ecología... Organiza también charlas y salidas botánicas para observar y fotografiar orquídeas, como la que se celebró este sábado en Egillor (Valle de Ollo).
Ophrys nafarroana
Ophrys nafarroanaManuel Becerra
"PARAÍSO DE LAS ORQUÍDEAS"
No es el mejor año para ver orquídeas, sostiene Becerra. Y encuentra en las escasas lluvias de los últimos años uno de los motivos. “Cambia la floración, se adelanta y se solapan con otras y pueden nacer híbridos, como ha pasado. Hay por lo menos 15 catalogados. También ocurre que se centran en el bulbo que dará flor al año siguiente y crece por debajo de la tierra. Es una forma de supervivencia”, explica la respuesta al cambio climático de unas plantas que en la floración a veces adoptan la forma de su polinizadora. Describe a estas plantas también como un “termómetro “ del cambio climático. “El problema será si se extiende el clima mediterráneo y disminuyen las precipitaciones. Será más habitual ver las especies mediterráneas”. Lo cuenta sobre el terreno. En Huarte. En una de las zonas de pradera que quedaron en lo que hoy es Erripagaña, el barrio de los cuatro municipios. Allí unos carteles anuncian de este año que se han distanciado las siegas para que las plantas y los insectos pervivan. “Salvo que las máquinas cultiven o entren a segar muy a menudo o la ganadería sea extensiva y la maleza alta, sobreviven. Como pasará en Zolina cuando cese el cultivo. Es una tierra abundante, con agua, que favorece que salgan. Y además son especies protegidas”, augura el futuro de esta zona entre Aranguren y Valle de Egüés.
Aunque no es “buen año”, no faltan emplazamientos en lo que el llama “paraíso de las orquídeas”. Como el del alto de Marcaláin, ya de salida hacia el valle de Atez, “donde mejor está este año”; Sarasa, en cendea de Iza, “donde hay mucha variedad y buen número de especies y ejemplares”; Valle de Goñi y Valle Ollo u Ororbia.
SUPERVIVIENTES
Las orquídeas silvestres son polinizadas por los insectos y para atraerlos han desarrollado estrategias para que visiten las flores y se lleven adheridos los polinios. Unas se presentan como refugio, otras simulan tener polen y otras que ofrecen néctar o atraen por engaño sexual. Todo ello marca su forma, la de la planta y la de la flor.
Además, se caracterizan por las pequeñas semillas y la escasa capacidad para germinar por sí solas. Lo hacen a través de hongos que crecen en la misma tierra que las orquídeas. De ellos llegan los nutrientes para crecer. Lo contaban hace unas semanas cuando en el parque del Arga a su paso por Pamplona desapareció uno de los escasos ejemplares de la orquídea Barlia Robertiana. Habitual de regiones mediterráneas, se descubrió por primera vez en este punto en 2020, recién terminado el confinamiento. En marzo arrancaron la planta que el Guarderío Forestal había preservado con una malla. “Se han llevado el bulbo, pero lo cierto es que resulta casi imposible que se desarrolle si no tiene los nutrientes necesarios que le da la tierra”, explicaban.
FOTOGRAFÍA Y TURISMO
Defiende Manuel Becerra que con una buena gestión las orquídeas son un recurso de turismo sostenible. “Mueven muchísima gente en temporada de floración. Personas de diferentes puntos que acuden a fotografiarlas. En Navarra, por el tamaño, en un día se pueden fotografiar 30 especies y eso es un lujo. Hay muchos franceses que se mueven buscándolas. Que saben mejor que los locales dónde están las orquídeas, dónde hay novedades. Y eso mueve también la economía. Porque van a una zona, se alojan, comen... Eso hace que el que tiene un negocio se convierta también en un cuidador de las orquídeas, porque sabe que es un punto de atracción turística. Las cuida y las protege. Otras veces nos acusan de divulgar dónde están. Pero lo bueno es educar y disfrutar de la diversidad que tenemos”, defiende su pasión.

La Ophrys nafarroana, descubierta en 2021 en Altzutzate, en Huarte

Las excursiones para conocer por dónde se extienden las orquídeas silvestres permitió descubrir, en 2021, la Ophrys picta subsp. nafarroana que acompaña este texto. Se pudo describir con el material recolectado en el cerro Altzutzate de Huarte. No es un caso único. También en Egillor, en el Valle de Ollo, se descubrió el híbrido Anacamptis Basozaina, que tomó el segundo nombre de la traducción en euskera de guarderío. El personal de la comarca de Pamplona lo descubrió cuando hacía inventario. Presenta espolón cónico, estrechado en su extremo y descendente; el labelo trilobulado y más grande que el espolón y la gálea acuminada. Huele a vainilla, contaron este sábado en la cita en Egillor.
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