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Obituarios

Cándido Rodríguez Olmedo, el zapatero de la Rochapea

Cándido Rodríguez, nacido en Segovia, llegó a Pamplona con 5 años. Aprendió el oficio de su padre y él se lo enseñó a su hija Azucena en el taller de la calle Bernardino Tirapu

Ampliar Cándido Rodríguez Olmedo, en 2011 en la zapatería Cándido, de la calle Bernardino Tirapu
Cándido Rodríguez Olmedo, en 2011 en la zapatería Cándido, de la calle Bernardino TirapuEduardo Buxens
Publicado el 30/04/2023 a las 06:00
Una vida dedicada al oficio de zapatero y al barrio de la Rochapea. El 22 de abril fallecía en Pamplona Cándido Rodríguez Olmedo a los 80 años. Una muerte “repentina”, tal como explica Azucena, la hija que continúa en el negocio, el Zapatero Cándido, de la calle Bernardino Tirapu 55. “Muchos días venía a la tienda a hacerme compañía. Siempre con su sonría, con su alegría y su fortaleza. Le gustaba mucho cantar”, recuerda. Casado con María Cristina Romeo, tuvo cuatro hijas y ocho nietos.
Cándido Rodríguez, 'Candi', nació en Coca (Segovia). En 1947, cuando tenía 5 años sus padres, Cándido y María Cruz, se mudaron a Pamplona. Junto a las Hermanitas de los Pobres, Cándido Rodríguez Pinilla abrió un taller de zapatería. En un reportaje publicado en 'Diario de Navarra', Cándido hijo recordaba aquella infancia feliz en el colegio Ave María, donde tuvo como profesor a Francisco Tirapu, hijo del doctor Bernardino Tirapu. Con 12 años empezó a ayudar a su padre en el taller, a la vez que acudía a cursos nocturnos de zapatería en la Virgen del Camino. Era un buen estudiante y participó en concursos nacionales de aprendices donde casi siempre quedaba entre los primeros puestos.
En 1960 la familia abrió el bar Rodríguez (el actual Basajaun) en la plazoleta de las recién inauguradas viviendas del Salvador. Y en el local anexo puso la zapatería. “La familia siempre ha tenido gran espíritu como comerciantes. La abuela fue acogiendo a otros familiares de Segovia. La mayoría sigue dedicada al comercio. Mis hermanas abrieron en el paseo Analier un centro de estética, Sensaciones. Y varios primos se dedican a la hostelería”, apunta Azucena Rodríguez.
A Candi también le tocó echar una mano en el bar Rodríguez, sin dejar la zapatería. También trabajó un par de años en Oxicortes. A partir de 1980 se dedicó en exclusiva a la reparación del calzado en Bernardino Tirapu. Tenía gran habilidad con el cosido a mano, con los hilos de cáñamo y pez y las cerdas de jabalí. Su profesionalidad y esa vocación de servicio era muy apreciada por el vecindario. Durante muchos años, su jornada laboral comenzaba a las ocho de la mañana y terminaba a las ocho de la tarde. Siempre consideró su dedicación “muy entretenida”.
Cándido Rodríguez se jubiló hace 17 años, antes de lo que le hubiera gustado, al detectarle un cáncer de pulmón. Logró superar la enfermedad aunque su capacidad pulmonar quedó limitada. Las paredes de la zapatería muestran fotografías antiguas y recortes de prensa y revistas. Retazos de la historia familiar. Candi siguió viviendo con la Rochapea, aunque visitaba con frecuencia su Coca natal. Allí reposan sus cenizas, como era su deseo.
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