Oscarina Ramírez, usuaria antes que voluntaria en la Gota de Leche

Oscarina ha conocido la miseria. Pocos sinónimos hay para describir situaciones extremas, el maquillaje sobra en el relato de personas que se quedan en la calle y que aprietan fuerte la mano de sus hijos, con la esperanza de abrazar un futuro. Fue usuaria de la Gota de Leche, donde conoció “gente maravillosa” que le ayudó en su odisea y ahora es voluntaria y vicepresidenta de esta entidad benéfica centrada en el bienestar de lactantes y menores de 12 años. “Hay familias que llegan de lejos, con niños pequeños y sin recursos. No están empadronadas en ningún sitio. Duermen en bajeras, donde pueden, el trámite para cualquier ayuda es largo”, traslada la estampa de un día cualquiera en esta víspera de Navidad en Pamplona. Dulce para algunos, áspera para otros, según la orilla en que les haya ubicado la vida. Oscarina Ramírez Acosta, 42 años, nació en la República Dominicana. Estudió Administración de Empresas Turísticas y trabajaba como responsable de Control de Calidad en un hotel de cinco estrellas en Punta Cana. “Pero lo dejé todo para venir a Pamplona y apoyar a mi hermana que estaba embarazada y sola. Tenía otro hermano en Europa, en Alemania”, relata cómo llegó a Navarra. Aquí se casó y tuvo a sus dos hijos. Pero al tiempo se divorció y entonces comenzó su deriva. “Primero estuvimos en una casa de urgencia, luego en la de una amiga, dormíamos los tres en un colchón en el salón, más tarde pude acceder a un alquiler...”, explica Oscarina que, en aquel tiempo, una madre del colegio que sabía de su situación se le acercó y le habló de La Gota de Leche. Fue hace cuatro años. “Igual te pueden ayudar”, le dijo. “Y allí conocí a gente maravillosa, de modo que llegué como usuaria y luego seguí ayudando, de manera voluntaria, fui vocal y ahora vicepresidenta”, explica algo nerviosa, pendiente de su agenda. No quiere dejar de mencionar ningún proyecto. Ella se encarga de atender a las familias con bebés. “Cuando van a nacer les entregamos una canastilla que nos dona Lourdes Arrechea, farmacéutica que, como decimos, para nosotros es la madrina de los bebés de la Gota de Leche”, apunta que este año han nacido 58. En conjunto atienden a 278 familias y perciben el reguero de necesidad que ha dejado el golpe seco de la pandemia. Las reciben a través del Ayuntamiento de Pamplona y de Servicios Sociales. “Nosotros contactamos con las familias que nos indican”, sostiene y lamenta que ahora mismo haya lista de espera. La mayoría no dispone de ningún recurso y les entregan cada viernes un paquete con alimentos en el local de La Gota en Buztintxuri. “A las que cobran la renta garantizada les citamos una vez al mes”, explica Oscarina. Y subraya que ahora están centrados en la campaña de Navidad. Por un lado tratan de obtener 500 juguetes nuevos para entregarlos a otros tantos niños. Cuentan con ayuda de pajes mágicos y de algunas empresas locales y han dispuesto en Juguettos la posibilidad de donar. “Esa es la ilusión de las Navidades”, chispean los ojos de Oscarina. Por otro lado, el día 17 en Berriozar habrá una recogida de alimentos, auspiciada por la federación navarra de Taekwondo. También la asociación de padres y madres del colegio de Buztintxuri ha organizado una recogida de alimentos. Se prolongará hasta el día 22, cuando la Gota de Leche acudirá al centro para transportar las donaciones. El 28 de diciembre, “día de Inocentes”, repara Oscarina, han previsto una chocolatada con pintacaras y otras actividades en Buztintxuri. Están especialmente ilusionados con la iniciativa en la Gota de Leche, donde cuentan con una veintena de personas voluntarias , algunas jubiladas, pero también gente joven. Cuando acaba de ennumerar los proyectos, Oscarina retoma su relato. Ahora sus hermanos están en Munich, sus padres en la República Dominicana. En Navarra pudo trabajar en casas de familias como cuidadora de personas mayores, también en hostelería, llevó una cafetería, una panadería y durante seis meses como administrativa en Cruz Roja, tarea que le concedía “contacto directo con la gente en el área de mayores y apoyando en el reparto de alimentos”. “Había gente con la que casi lloraba”, cuenta ahora que está de nuevo en la “búsqueda de un empleo”.

Oscarina Ramírez, usuaria antes que voluntaria en la Gota de Leche

Llegó a Pamplona hace dieciséis años, la Gota de Leche le ayudó cuando se vio en apuros, y ahora es ella quien ayuda a otras familias con niños y sin recursos

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